El 24 de octubre de 1793, la Convención Nacional Francesa, surgida de la Revolución que años atrás se había llevado a cabo, aprobó la implantación de un nuevo calendario. Según la nueva ley republicana, el año comenzaba siempre en el equinoccio de otoño y tenía 12 meses de 30 días. Los meses se dividían en 3 décadas. Los nombres de los días se cambian y pasan a llamarse primero, segundo, etc. También se cambian los nombres de los meses que adoptan los nombres de fenómenos naturales o de la agricultura: Vendémiaire, Brumaire, Frimaire, Nivôse, Pluviôse, Ventôse, Germinal, Floréal, Prairial, Messidor, Thermidor, Fructidor.En lugar de asociar cada día del año a un santo, se asociaron a una planta, un animal o una herramienta. Así hay días de la uva, del azafrán, del pico, de la cera, de la pala, de la sal, hasta del macho cabrío. Evidentemente, el calendario no era funcional. Necesitaba de muchas correcciones ya que es muy difícil transportar el calendario gregoriano al sistema decimal. Así en realidad un año era, 12 meses y 5 días. Estos cinco días complementarios que había que añadir cada año se dedicaron a las fiestas nacionales: el día la virtud, del talento, del trabajo, de las recompensas y de la revolución. Pero todavía quedaban más correcciones: cada cuatro años y un día formaban una franciade. Cien franciades menos tres días, una franciade secular; y cien franciades seculares menos un día, una franciade millar. Este calendario era el fruto de los nuevos tiempos. Todo debía comenzar de nuevo tras el triunfo de la diosa razón y se debían borrar todas las huellas del pasado cristiano. No sé por qué a todos los que pretenden una revolución cultural les da por cambiar el lenguaje. No digo que no consigan a la larga su propósito, pero hacer el ridículo, lo hacen. En el fondo, ¿lo del calendario republicano no es lo mismo que llamar matrimonio a lo que no lo es, interrupción del embarazo al aborto, muerte digna a la eutanasia? Parece ser que el mejor síntoma para detectar una revolución cultural impuesta, es el cambio de lenguaje. Nos queda el consuelo de la afirmación de Karl Marx en su obra El 18 de Brumario de Luis Bonaparte (ya tiene que ser la cosa grave para que busquemos consuelo en Marx): “La historia se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa”. Rafael Amo Usanos, sacerdote