La campaña profiláctica contra la COPE no se debe al malvadísimo
Losantos. Eso sólo se lo creen los
cristianitos tontos y algunos envidiosos. El Régimen no quiere incontrolados. En el libro
Entrevistas con doce obispos españoles, el obispo
José Sánchez explica a
Isidro Catela la encerrona de los elegantes directivos de PRISA a dos obispos. En junio de 1994, él y monseñor
Elías Yanes fueron a cenar a la casa de un consejero de PRISA; otros comensales eran
Jesús Polanco y
Juan Luis Cebrián. La conversación consistió en una reprimenda (o sermón) de los laicos a los religiosos sobre la vergüenza que era la COPE. En esos momentos, estaban en ella
José María García y los
Herrero (no se cita a
Losantos), que atizaban al gobierno socialistas por asuntos (inventados por la
ultraderecha, claro) como los GAL y la corrupción. Los
millonarios progresistas insistían en que
la emisora no difundía el Evangelio, que empleaba una saña y un lenguaje inadecuados. Los
ex franquistas Cebrián y
Polanco añadieron que era incomprensible que los obispos tuvieran una radio y que además ésta les iba a durar poco, pues no formaba parte de ningún grupo mediático y no contaba por tanto con el respaldo de un periódico de pago ni de una televisión. España, decían los liberticidas, era demasiado pequeña para que hubiese dos grandes cadenas de radio. A la pregunta de
Catela de si los mandamases de PRISA les ofrecieron comprarles la COPE, monseñor
Sánchez contesta que no se hizo ninguna oferta concreta, con una cifra. Añade que al vaticinio de
Polanco y
Cebrián de que la COPE desaparecería (¡qué profetas!) él y
Yanes respondieron que mejor arruinados que vendidos. Conclusiones: -La campaña del Imperio Progre contra la COPE por ser un medio de comunicación descontrolado o rebelde no se debe a
Losantos ni a
Vidal, sino que viene de mucho más atrás. El Régimen no quiere medios libres. Ahí están los casos de El Independiente, El Alcázar, Diario 16 y Antena 3 Radio. -Los dos obispos que plantaron cara a
Polanco y
Cebrián eran del sector considerado progresista. Por tanto, el mantenimiento de una línea contraria al PSOE, que quiere alterar el carácter de la sociedad española, no es cosa del cardenal
Rouco.
Pedro Fernández Barbadillo