Crisis y esperanza en la Iglesia
![La esperanza y la oportunidad de la Iglesia hoy es que sigue habiendo católicos fieles, orantes y decididos. Foto: Yandry Fernández Perdomo / Cathopic.](https://imagenes.religionenlibertad.com/files/image_large/uploads/2025/01/30/679b3b727cda2.jpeg)
La esperanza y la oportunidad de la Iglesia hoy es que sigue habiendo católicos fieles, orantes y decididos. Foto: Yandry Fernández Perdomo / Cathopic.
Creo que, hoy por hoy, nadie duda que la Iglesia está atravesando una grave crisis.
Conversando sobre el tema con amigos, he visto que hay, en términos muy generales, tres tipos de actitudes:
-la del optimista radical que dice, despreocupadamente: “la Iglesia siempre estuvo en crisis, sólo hay que rezar más y todo se arreglará”;
-la del pesimista radical, que idealiza el pasado y piensa que en el futuro todo irá a peor porque, salvo él y alguno más, todos son herejes;
-la del realista que, perfectamente consciente de la gravedad de los problemas que padece la Iglesia, y sin dejar de rezar jamás, sabe detectar el trigo entre la cizaña: sabe descubrir entre graves debilidades y peligrosas amenazas, una buena cantidad de fortalezas y oportunidades que permiten vislumbrar una luz al final del túnel.
¿Cuáles son esas fortalezas y oportunidades, esos signos esperanzadores que existen hoy, y que son como verdaderos oasis en el desierto?
Son los católicos que procuran permanecer fieles al Magisterio de la Santa Madre Iglesia y encarnar la sana doctrina católica en sus actividades cotidianas.
Son los católicos que llaman bien al bien y mal al mal; verdad a la verdad y mentira a la mentira; belleza a la belleza y fealdad a la fealdad: ¡al pan, pan, y al vino, vino!
Son los católicos que creen que el depósito de la fe se compone de la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica. Y que si la Tradición Apostólica se deja de lado -por ejemplo, en aspectos relacionados con la liturgia-, la Iglesia, en los hechos, puede dejar de ser católica y volverse protestante.
Son los católicos que entienden que si Pedro fue llamado así -“Saxum”, “Roca”- es porque lo que el Señor espera de él es que sea firme, que no se mueva: que no se amolde a los vientos doctrinales dominantes.
Son los católicos que, cuando pueden, prefieren que el sacerdote use un cáliz de oro a uno de latón, porque entienden que la Santa Misa, es la renovación incruenta del Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz y no “una cena con el flaco”…
Son los católicos que se confiesan, van a Misa y comulgan, porque creen en la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía… ¡y lo tratan en consecuencia!
Son los católicos que, cualquiera sea el rito en el que se celebre la Santa Misa -Novus Ordo, Vetus Ordo, Rito Armenio, Rito Copto…- valoran una misa muy bien celebrada, con devoción y piedad, con unción, con cantos que invitan a elevar el alma a Dios y no a taparse los oídos.
Son los que católicos que valoran aquellas celebraciones que dan lugar al recogimiento y al misterio, a la belleza y si es posible, al esplendor. En lo posible sin bochinche, sin estridencias, sin pobrismo ni fealdad.
Son los católicos que traen al banquete de la vida a los hijos que Dios les manda; son los que defienden la vida y la familia con su palabra y su testimonio.
Son los católicos que procuran para sus hijos una educación integral, clásica, que los sumerja desde su más tierna infancia en una cosmovisión cristiana de la vida.
Son los católicos que en silencio y sin que nadie los vea, un día sí y otro también, le ofrecen su trabajo al Señor, por las más variadas intenciones: vocaciones, paz, amor, verdad, justicia, conversiones…
Son los católicos que, al ver la fe y el coraje de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que se exponen a severas sanciones en defensa del Magisterio de siempre, quedan tan edificados, que se esmeran por ser mejores cristianos, más piadosos, más rezadores, más fieles a Nuestro Señor Jesucristo, que dio su vida por sus ovejas.
Son los católicos que reaccionan ante el error y la injusticia tomando decisiones de entrega radical que, en tiempos más calmos, quizá nunca habrían tomado.
Son los católicos que organizan peregrinaciones multitudinarias de jóvenes a Covadonga, a Chartres, a Luján y a otros tantos santuarios marianos, para manifestar el amor que tienen a la Madre de nuestro Redentor.
Son los católicos que, siguiendo el auténtico sensum fidei, perciben dónde está la verdad y donde está el error, y no se dejan engañar con doctrinas e ideologías presuntamente nuevas, pero más viejas y falsas que el mismo diablo.
Son los católicos que advierten que la solución a los problemas de la Iglesia no está en insistir con el viejo modernismo de los 60 y los 70, ni en el cambio de estructuras, sino en el regreso a las fuentes. Y es que el modernismo, como las sillas de cármica, hizo furor en su momento; pero hace rato pasó de moda, porque moda era. Viejo no es lo mismo que antiguo: lo viejo es lo que a tal punto cayó en desuso que ya no sirve para nada. Mientras tanto, lo antiguo -lo clásico-, bien restaurado, puede volver a usarse en cualquier tiempo.
Son los católicos que miran con indulgencia a la muñequita Luce, mientras abrazan con fuerza el Evangelio y la Cruz.
Son los católicos que, lejos de atacar al Magisterio y la sana doctrina de siempre -y de aplaudir a quienes la transgreden-, señalan con caridad los errores del prójimo, preservando su honor, rezando por ellos y perdonándolos de corazón.
Son los católicos que sin preocuparse por los “valores”, procuran lisa y llanamente vivir las virtudes teologales, cardinales, y humanas.
Son los católicos que, piadosos, hincan la rodilla y rezan el Santo Rosario. Muchas veces, antes de salir a repartir un plato de comida a los pobres, o de explicarle la fe católica a aquel que la desconoce. Son los que entienden que, para ir al Cielo, tanto o más importante que el alimento material es el alimento espiritual.
Son los católicos que, porque creen rezan, porque rezan son escuchados, y porque son escuchados, son correspondidos con innumerables gracias. Hoy las instituciones más “tradicionales” de la Iglesia son las que tienen mayor número de vocaciones.
¡Hay esperanza en la Iglesia! ¡Dios existe! ¡Y es nuestro Padre!