Sabiamente, el papa Francisco había diferido para el final del viaje, en el vuelo de regreso desde Río de Janeiro a Roma, el intercambio de preguntas y respuestas con los periodistas.
Si lo hubiese hecho en el vuelo de ida, los temas como los lobbies, los gays, los divorciados, la curia y el IOR habrían monopolizado inexorablemente la atención de los medios de comunicación. Por el contrario, apenas aterrizado en Río, a lo primero que han podido dedicarse fue al vehículo del Papa que terminó por error en un embotellamiento de tráfico y en la avalancha de los fans que se sumergían dentro de la cabina, sin miedo por el hecho que la ventanilla estaba baja.
Desde ese primer día en adelante, los informes del viaje a Brasil del papa Jorge Mario Bergoglio han sido un crescendo ininterrumpido de éxitos, que culminaron en el acontecimiento record de la vigilia y de la Misa en la playa de Copacabana. Con el director de la reconocida "La Civiltà Cattolica", el jesuita Antonio Spadaro, quien declaró al "Corriere della Sera":
"Ver a obispos de toda edad, provenientes de todas partes del mundo, participar en el ‘flashmob’ del Libro Guiness de los records ha sido un momento muy importante porque ha proporcionado, también visiblemente, la imagen de una Iglesia unida y que se mueve al unísono".
Naturalmente, la coreografía de la Vigilia eucarística y de la Misa papal en Copacabana podía ser leída también en términos diametralmente opuestos, como la imagen de una Iglesia decorada con modelos ajenos, con el "musical" que se hizo irrumpir en el corazón mismo de la liturgia, con solistas, coros y ritmos bailables, típicos del "Gospel" pentecostal. Una Iglesia que lejos del obrar “contracorriente” – como continuamente el Papa le exhorta que haga – imita las formas expresivas de los movimientos carismáticos protestantes que en América latina y particularmente en Brasil le erosionan partes consistentes de su base popular.
Es arriesgado decir que lo inaugurado en Copacabana representa el nuevo curso litúrgico del actual pontificado. Pero el interrogante está puesto bajo la mirada del mundo entero.
En el vuelo de regreso a Roma, Francisco ha tocado el tema cuando dijo, a propósito de los movimientos carismáticos presentes también dentro de la Iglesia católica:
"A fines de los años ’70 y ’80 no los podía ver. ¡Alguna vez dije que ellos confunden una celebración litúrgica con una escuela de samba! Luego los he conocido mejor, me han convertido".
Así como afirmó lo contrario, cuando expresó admiración por las liturgias orientales:
"Las Iglesias ortodoxas han conservado la liturgia que es muy bella. Nosotros hemos perdido un poco el sentido de la adoración".
En todo caso, los hitos del viaje de Francisco han sido los dos discursos en los que ha delineado el camino que quiere hacer recorrer a las Iglesias de América latina y del Caribe.
El primero, cuando se encontró el 27 de julio con los obispos brasileños en el arzobispado de Río de Janeiro.
El segundo, cuando se encontró el 28 de julio con el Comité de coordinación del Consejo Episcopal latinoamericano.
Especialmente el segundo ha sido un verdadero y auténtico discurso programático, que finalizó imprimiendo un decisivo giro misionero a la acción de la Iglesia en el continente. Un discurso rico en anotaciones analíticas muy personales, además de propositivas. Por ejemplo, estas dos definiciones que Bergoglio ama aplicar a dos tendencias opuestas, progresista y tradicionalista, presentes en la Iglesia:
"La propuesta gnóstica. Suele darse en grupos de élites con una propuesta de espiritualidad superior, bastante desencarnada, que termina por desembarcar en posturas pastorales de ´quaestiones disputatae´. Fue la primera desviación de la comunidad primitiva y reaparece, a lo largo de la historia de la Iglesia, en ediciones corregidas y renovadas. Vulgarmente se los denomina ´católicos ilustrados´ (por ser actualmente herederos de la Ilustración).
"La propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de restauracionismo. Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa. En América Latina suele darse en pequeños grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias exageradas a la ´seguridad´ doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca ´recuperar´ el pasado perdido".
Volviendo a la conferencia de prensa en el avión, entre las muchas cosas que dijo el papa Francisco en una hora y veinte minutos de preguntas y respuestas, hubo una referida a la investigación sobre la curia romana encomendada por Benedicto XVI a los tres cardenales Jozef Tomko, Julián Herranz y Salvatore De Giorgi:
"Cuando fui a encontrarme con Benedicto XVI en Castel Gandolfo, he visto que sobre la mesita había una caja y un sobre. Benedicto XVI me dijo que en la caja estaban todos los testimonios de las personas escuchadas por la comisión de tres cardenales sobre el caso Vatileaks, mientras que en el sobre estaban las conclusiones, el resumen final. Benedicto XVI sabía todo de memoria. Es un problema grande, pero no me asusté".
Sobre cómo ve el actual estado de salud de la curia, el Papa se expresó de este modo:
"Creo que la curia está un poco empobrecida respecto al nivel que tenía hace un tiempo, cuando había algunos viejos curiales fieles que hacían su trabajo. Tenemos necesidad del perfil de los viejos curiales. Me gusta la gente que me dice: ´no estoy de acuerdo´. Éstos son los colaboradores leales. Luego están los que frente a ti dicen sobre todas las cosas: ´¡Qué hermoso!´, y luego quizás cuando salen dicen lo contrario".
Otro bloque de respuestas se refirió a los "lobbies gay" en el Vaticano y al caso de monseñor Battista Ricca, nombrado por el Papa como prelado del IOR antes que salieran a la luz sus pasatiempos escandalosos.
Ningún prejuicio contra los homosexuales, pero no a los lobbies gay, no son buenos. Esto dijo en síntesis Francisco a los periodistas.
En general, sobre los gays y sobre los lobbies el Papa se expresó de este modo:
“Se escribe tanto sobre el lobby gay. Hasta ahora, no he encontrado en el Vaticano quien haya escrito ‘gay’ en su documento de identidad. Es necesario distinguir entre el ser gay, tener esta tendencia, y hacer lobby. Los lobbies, todos los lobbies, no son buenos. Si una persona es gay y con buena voluntad busca al Señor, ¿quién soy yo para juzgarlo? El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que no se debe discriminar a las personas gays, sino que se las debe acoger. El problema no es tener esta tendencia, el problema es hacer lobby y esto vale para éste como para los lobbies de negocios, los lobbies políticos, los lobbies masónicos”.
Mientras que sobre el caso específico de Ricca dijo:
“En el caso de monseñor Ricca hice lo que el Derecho canónico indica que hay que hacer: una investigación previa. No se encontró nada de lo que se le acusaba. No hemos encontrado nada. Muchas veces en la Iglesia se buscan los pecados de juventud y luego se publican. No estamos hablando de delitos ni de de crímenes, como los abusos sobre menores (que son otra cosa), sino de pecados. Pero si una persona laica, sacerdote o monja cometió un pecado y luego se ha convertido y se ha confesado, el Señor perdona y olvida. Por eso nosotros no tenemos de derecho de no olvidar, porque de otro modo corremos el riesgo que el Señor no se olvide de nuestros pecados. Tantas veces pienso en san Pedro, quien cometió el pecado más grave: renegó de Cristo. Sin embargo, llegó a ser Papa. Pero repito, sobre monseñor Ricca no hemos encontrado nada”.
Francisco no agregó más nada. No dijo que los hechos atribuidos a monseñor Ricca son falsos. Simplemente dijo que de esos hechos “no se ha encontrado nada” en la documentación que le acercaron en el Vaticano.
Pero dado que – como el Papa sabe bien ahora – sobre esos hechos se encuentra todo en la documentación de la nunciatura pontificia en Montevideo, documentación que fue enviada a su debido tiempo también a Roma, la deducción es obvia: en el Vaticano actuó un lobby que hizo desaparecer las huellas.
Tampoco el Papa ha confirmado su confianza en monseñor Ricca ni ha declarado concluido el caso. Todo lo contrario. Los “pecados de juventud” pueden ser perdonados, ha dicho el Papa. Pero solamente a quien los confiesa sinceramente y se arrepiente, como hizo san Pedro, no a quien ha hecho y hace de todo para ocultarlos, desfigurarlos, eliminarlos, con el auxilio de un lobby poderoso que hasta ahora no se da por vencido. Uno de esos lobbies, el adjetivo no importa, que el papa Francisco dijo una vez más que quiere extirparlo de la curia vaticana.
En el último número de L´Espresso, el semanario que ha destapado el caso, no se había escrito nada diferente:
“En la Iglesia no existe en absoluto una hostilidad preconcebida contra los homosexuales que viven en castidad, ya sean sacerdotes, obispos, cardenales; esto es tan cierto que, de manera pacífica, varios de ellos han ocupado y ocupan cargos importantes. Lo que la Iglesia no acepta es que personas consagradas, las cuales se han comprometido públicamente al celibato y la castidad ´para el Reino de los Cielos´, traicionen esta promesa. Cuando la traición es pública, se convierte en escándalo. Y para sanarlo la Iglesia exige un recorrido penitencial que empieza con el arrepentimiento, no con la falsificación, la ocultación, el engaño, peor aún si se realiza con la complicidad de otros, en un ´lobby´ de intereses cruzados, lícitos e ilícitos”.
Por último, el tema más innovador de la conferencia de prensa del papa Francisco fue el de la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar:
"Es un tema que vuelve siempre. Creo que éste es el tiempo de la misericordia. Los divorciados pueden recibir la comunión, son los divorciados en segunda unión los que no pueden. Es necesario considerar el tema en el contexto general de la pastoral matrimonial. Abro un paréntesis: los ortodoxos, por ejemplo, siguen la teología de la economía y permiten una segunda unión. Mi predecesor en Buenos Aires, el cardenal Quarracino, decía siempre: ´Para mí, la mitad de los matrimonios son nulos, porque se casan sin saber que es para siempre, porque lo hacen por conveniencia social´. Estos casos no pueden ser resueltos en el plano jurídico de la nulidad: los tribunales eclesiásticos no son suficientes para esto".
Al decir que este punto "debe ser examinado a fondo", el papa Francisco anunció que "cuando se reúna el grupo de los ocho cardenales, en los tres primeros días de octubre, analizaremos el modo de seguir adelante en la pastoral matrimonial".
Y lo mismo sucederá en el sínodo de los obispos:
"Hace quince días encontré a monseñor Eterovic, secretario del sínodo, para escoger el tema de la próxima asamblea, que será sobre cómo la fe ayuda a la familia".
En lo dicho por el papa Francisco hay una referencia transparente a una solución puesta en práctica por su predecesor, Joseph Ratzinger.
Benedicto XVI habló de ello en un coloquio con los sacerdotes de Aosta en el año 2005, durante sus primeras vacaciones veraniegas como Papa.
Pero antes también lo había expuesto con profundidad en un ensayo de su autoría del año 1998, vuelto a publicar en forma destacada por "L´Osservatore Romano" del 30 de noviembre del 2011.
Las innovaciones proyectadas por Benedicto XVI son dos.
La primera es la posible ampliación de los reconocimientos canónicos de nulidad de los matrimonios celebrados "sin fe" por al menos uno de los cónyuges, pero bautizado.
La segunda es la posible apelación a una decisión en conciencia de acceder a la comunión, por parte de un católico divorciado y vuelto a casar, si el fracasado reconocimiento de la nulidad de su anterior matrimonio (por efecto de una sentencia considerada errónea o por la imposibilidad de probar la nulidad por vía procesal) contrasta con su firme convicción de conciencia que ese matrimonio era objetivamente nulo.
En este servicio de www.chiesa del 5 de diciembre del 2011 se hace una referencia minuciosa a toda la argumentación de Benedicto XVI:
> Nada de comunión a los que están fuera de la ley. Pero el Papa estudia dos excepciones
El papa Francisco ha dicho ahora que quiere llevar a buen puerto este camino abierto por su predecesor.
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A propósito de la reforma de la curia, que el papa Francisco ha confirmado como querida por los cardenales reunidos en el cónclave, comienzan a aflorar las primeras impaciencias a alto nivel.
Se ha expresado sobre esto el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, en una entrevista concedida el 24 de julio en Rio de Janeiro, donde se había hecho presente para participar en la jornada mundial de la juventud.
Ha dicho Dolan:
"Queríamos un Papa con buena capacidad de mando y de gestión, y hasta ahora lo que se ha visto es poco. Es un pequeño elemento sorpresivo que él no se haya expresado todavía en este terreno. Espero que luego de la pausa estival se vea algún signo más de cambio en la gestión".
Y en cuanto a la esperada sustitución del secretario de Estado, Tarcisio Bertone:
"Si no sucede nada en el mes de octubre estaré sorprendido. Yo pensaba que ello debía acontecer a fines de junio o en julio, pero no ha sido así, por eso pienso que probablemente se producirá en el otoño".
El cardenal Dolan se ha mostrado molesto también por el modo – "ofensivo" e "inexacto" – con el que se contrapone el estilo sobrio del papa Francisco a la “opulencia” de los palacios en los que habitaba Benedicto XVI, que en realidad son ambientes "muy modestos".