El Abad de Montserrat ha sido protagonista esta semana en los medios de comunicación por sus declaraciones acerca de la Cope. Soler califica como “misterio” el hecho de que todas las presiones que tanto él como algunos obispos han hecho en Roma para que la Santa Sede pida el cambio de algunos programas, no han traído consecuencia alguna. Josep María Soler afirma que desde la Cope se insulta y se fomenta el odio a Cataluña. No sé si el abad escucha la Cope. Yo sí lo hago a diario. Y he escuchado críticas de todo tipo a la actuación de la clase política catalana o a la actitud pasiva y cómplice ante la misma, por parte de la mayoría de los medios de comunicación de por estos pagos. Pero no he oído ni una sola muestra de desprecio a Cataluña como pueblo. De hecho, algunos de los tertulianos de esos programas que tanto disgustan al benedictino son catalanes de pura cepa. Lo cual no implica que no sea tan críticos o más con la situación político-mediático-social que vivimos en esta tierra. ¿Les convierte eso en malos catalanes, estimado abad? Tanto quejarse desde Cataluña porque los obispos españoles se meten en política, y ahí tenemos a abades y obispos catalanes acercándose a Roma para pedir que se tape la boca a quienes han representado la auténtica oposición mediática y política en este país. ¿No les da vergüenza ser tan hipócritas? ¿tan de cemento armado tienen el rostro que se prestan a hacerles el juego sucio a unos políticos que se dedican a sacar leyes que amenazan hasta la libertad religiosa en nuestra tierra? ¿Acaso creen que en Roma no tienen otra cosa más importante que hacer que dedicarse a escuchar lo que dicen Losantos, Villa y Vidal para luego pedirle a Rouco que les eche? ¿No es lógico pensar que, por el contrario, lo que en la Santa Sede debe de preocupar es la desastrosa situación del catolicismo catalán? El Abad de Montserrat quiere que centenares de miles de radioyentes catalanes se queden sin la actual Cope. Quizás él prefiera que nuestros obispos entierren esa cadena de radio convirtiéndola en una Radio Estel bis, que ya sabemos el éxito de audiencia que tiene. Se entendería que se recomendara no escuchar la Cope. Pero pedir su censura es señal de hasta qué punto una parte importantísima de la anglicanizada Iglesia Católica en Cataluña, ha encarnado el ideal fascista que identifica la nación con sus gobernantes y sus partidos políticos mayoritarios. Artículo publicado en Germinans germinabit