Palabra del nuncio en Montevideo. Confirmaciones y nuevas tramas sobre el caso del prelado del IOR. Pero se acerca otra tempestad. Sobre un extraño nombramiento (ver foto abajo) en la recién creada comisión para la reordenación de las administraciónes vaticanas.
Basta entrar estos días en las oficinas del Instituto para las Obras de Religión para entender cuán inconsistente es el argumento alegado en defensa de monseñor Battista Ricca, el prelado del mismo IOR sobre el cual L´Espresso ha revelado su escandaloso pasado:
Tres pisos por debajo de la ventana del Ángelus del Papa, en dos salas que se asoman a la columnata de la plaza San Pedro, se deslizan por grandes pantallas los movimientos de dinero, presentes y pasados, de los clientes del IOR, bajo la mirada de los inspectores, a la caza de operaciones sospechosas. Al mando del equipo está Antonio Montaresi, con una sólida experiencia en los Estados Unidos, ahora nuevo Director de Riesgos del discutido "banco" vaticano.
Toda operación de dudosa regularidad es señalada a la Autoridad de Información Financiera, dirigida por René Brülhart, vicepresidente de la red internacional de la Unidad de Inteligencia Financiera, la cual, a su vez, informa a las autoridades hermanas de los países interesados y, si es necesario, a la magistratura vaticana.
"Bad management", mal gobierno: así liquida el presidente del IOR, Ernst von Freyberg, el proceder del precedente director, Paolo Cipriani, obligado a dimitir junto a su segundo el pasado 1 de julio.
Según los apologetas de Ricca, muy activos tanto dentro del Vaticano como fuera del mismo, al atacarle a él la "vieja guardia" de la curia quiere bloquear el saneamiento del "banco del Papa".
Pero los hechos dicen lo opuesto. Con o sin prelado, el saneamiento de las cuentas y del aparato del IOR sigue adelante a todo ritmo.
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El caso de monseñor Ricca es un caso de estudio sobre la cizaña que el Papa Jorge Mario Bergoglio quiere extirpar de la curia vaticana.
En la Iglesia no existe en absoluto una hostilidad preconcebida contra los homosexuales que viven en castidad, ya sean sacerdotes, obispos, cardenales; esto es tan cierto que, de manera pacífica, varios de ellos han ocupado y ocupan cargos importantes.
Lo que la Iglesia no acepta es que personas consagradas, las cuales se han comprometido públicamente al celibato y la castidad "para el Reino de los Cielos", traicionen esta promesa.
Cuando la traición es pública, se convierte en escándalo. Y para sanarlo la Iglesia exige un recorrido penitencial que empieza con el arrepentimiento, no con la falsificación, la ocultación, el engaño, peor aún si se realiza con la complicidad de otros, en un "lobby" de intereses cruzados, lícitos e ilícitos. En el caso de Ricca, el engaño ha perjudicado al Papa Francisco en persona.
Del escandaloso pasado del monseñor, y del actual encubrimiento, Francisco no sabía nada cuando, el 15 de junio, lo nombró prelado, es decir, su fiduciario en el IOR. Se le había mostrado el fascículo sobre Rica que se conservaba en la oficina del personal de la secretaría de Estado y todo parecía estar en orden.
Pero en los días sucesivos personas de confianza alertaron al Papa, tanto verbalmente como por escrito, sobre lo que había sucedido en Uruguay entre los años 1999 y 2001, en la nunciatura de Montevideo donde prestaba servicio Ricca. Los días 21 y 22 de junio al Papa le llegó más información cuando tuvo un encuentro con los nuncios, llegados a Roma de todo el mundo.
Tras la publicación el 3 de julio de la noticia del inminente escándalo en www.chiesa, Francisco quiso ver de nuevo el fascículo personal de Ricca.
También esta vez se lo mostraron inmaculado. La cadena de mando formada por el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone, por su sustituto Giovanni Angelo Becciu y por el delegado para las representaciones pontificias, es decir, por el jefe de personal Luciano Suriani, no hizo ni siquiera el gesto elemental de solicitar a la nunciatura de Montevideo, para verificarlos, copia de los informes del nuncio de la época, Janusz Bolonek, que llegaron a Roma pero que aquí, evidentemente, hicieron que desaparecieran.
Peor: después de que L´Espresso de la semana pasada diera a conocer a todos los elementos del escándalo, han hecho que el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, declarara que cuanto ha sido publicado "no es fiable".
En cambio, corresponde del todo a los documentos – eclesiásticos y de las autoridades civiles – conservados en copia en la nunciatura, incluida la carta con la que Bolonek imploraba a las autoridades vaticanas que le enviaran, en lugar de Ricca, a un nuevo consejero "moralmente sano".
En Uruguay por lo menos cinco obispos que fueron testigos directos del escándalo están dispuestos a informar. "Es todo verdad", han declarado fuentes eclesiásticas al primer periódico de Montevideo, "El País".
Después de haber visto L´Espresso, el Papa Francisco ha llamado personalmente a personas de su confianza en ese país para tener confirmación definitiva sobre los hechos.
"Seguramente el Santo Padre, en su sabiduría, sabe cómo hacer", ha declarado lacónico el actual nuncio, Guido Anselmo Pecorari.
Entre los años 2001 y 2005, en los años en los cuales monseñor Battista Ricca fue depuesto de la nunciatura de Montevideo y, por último, llamado de vuelta al Vaticano, la cadena de mando que lo concernía estaba formada por el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, por el sustituto Leonardo Sandri y por el delegado para las representaciones pontificias, es decir, el jefe de personal Carlo Maria Viganò. Este último permaneció en el cargo hasta el año 2009.
El 9 de julio el Papa Francisco ha escrito una carta afectuosa – "con el acento que nos acomuna a todos los que nacimos en la región rioplatense" – al presidente de Uruguay, José Alberto Mujica Cordano, al que recibió en audiencia en el Vaticano el 1 de junio.
En la carta el Papa recuerda con placer haber hablado con él de "temas que afrontan cuestiones fundamentales de la vida de las personas, queriendo su bien y su justo progreso".
Y escribe, con trasparente referencia a las afirmaciones hechas en diversas ocasiones por parte de Mujica de estar a la búsqueda del sentido de la existencia:
“Dios está siempre al lado de quien ama, y se deja encontrar por aquellos que hacen del amor generoso y desinteresado, en el servicio a los otros, el criterio de su propia vida”.
A la invitación de visitar Uruguay, Francisco da las gracias pero dice no poder acogerlo "por el momento".
Después del nombramiento del prelado del IOR, otro nombramiento está levantando objeciones, tanto dentro del Vaticano como fuera de él.
Es el de la treintañera Francesca Immacolata Chaouqui, la única italiana entre los ocho miembros de la recién creada pontificia comisión referente de la organización de la estructura económico-administrativa de la Santa Sede, instituida por el Papa Francisco el 18 de julio:
En el quirógrafo que instituye la comisión se autoriza a sus miembros el acceso a todos "los documentos, datos e información" de cada organismo administrativo vaticano, sin ningún secreto de oficio que haga de obstáculo.
Un golpe extraordinario para una experta en comunicación como Francesca Chaouqui, que trabaja en la multinacional Ernst & Young, pero es también informadora asidua de Dagospia.com, el recolector número uno en Italia de indiscreciones y venenos concernientes el mundo vaticano.
No sólo. Desde su página Twitter resulta que Francesca Chaouqui tiene hilo directo con Gianluigi Nuzzi, del que dice ser una admiradora.
Nuzzi es el periodista que recibía y publicaba los documentos reservados robados del escritorio de Benedicto XVI por su mayordomo Paolo Gabriele, después arrestado y condenado.
La fotografía publicada más arriba es la que utilizaba Francesca Chaouqui para presentarse a sí misma en su página Twitter, antes de quitarla el 23 de julio, cinco días después de su nombramiento en la comisión vaticana: @FrancyChaouqui