Wojtyla “santo subito”, pero junto a Juan XXIII, el “Papa bueno”. Esta mañana en el Vaticano se reunieron los cardenales y obispos miembros de la “ordinaria” de la Congregación para las causas de los santos, para examinar diferentes casos antes de que comience el verano. Entre estos, destacan el milagro atribuido a la intercesión del beato Juan Pablo II. El último paso decisivo antes de la firma final de Francisco, que llevará a la canonización récord del Pontífice polaco, que fue beatificado hace dos años.

Pero, inesperadamente, los cardenales y obispos también tendrán que discutir sobre otro caso, que se ha añadido en estos últimos días: el de la canonización de Juan XXIII, el Papa que convocó al Concilio Vaticano II, que murió en junio de hace 50 años y que fue beatificado en el año 2000. Un cambio no previsto que demuestra la voluntad para celebrar juntas las dos santificaciones, llevando a los altares y al culto universal tanto al Pontífice de Bérgamo, como al Pontífice polaco.

La fecha más probable para la ceremonia en la que Roncalli y Wojtyla podrían ser santificados es diciembre de 2013, inmediatamente después de que termine el Año de la Fe, dado que la hipótesis inicial de octubre parece cada vez menos plausible por la falta de tiempo y por problemas de organización. El cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las causas de los santos, después de la decisión que tomaron los cardenales y obispos esta mañana, se reunirá con Francisco y, pocos días después, la noticia de los dos Papa santos podría hacerse oficial definitivamente.

Había sido el mismo Wojtyla, en septiembre de 2000, durante el Jubileo, quien proclamó beato a Juan XXIII, en la misma celebración de la beatificación de Pío IX, el último Papa rey. En aquella ocasión, lo que llevó hacia el primer “grado” de los altares a Roncali fue el milagro de la curación (de 1966) de sor Caterina Capitani.

Como se sabe, según las normas para la canonización es necesario que se reconozca un segundo milagro, que se haya verificado después de la beatificación. Durante los últimos 13 años ha habido diferentes indicaciones de gracias y de presuntos milagros atribuidos a la intercesión de Roncalli, pero hasta hace algún tiempo ninguno de estos había pasado los exámenes de las comisiones médica y de teólogos de la “fábrica de santos” del Vaticano. Así pues, será posible que se reduzcan los tiempos. El Papa, de hecho, puede, si así lo pretnede, derogar incluso el reconocimiento del milagro y proceder, después de haber esuchado el parecer de los cardenales de la congregación, con una canonización.

Eran las 19.49 del 3 de junio de 1963 cuando la multitud que se encontraba en la Plaza San Pedro vio que se encendían las luces de la habitación del apartamento papal. Era la señal que indicaba la muerte de Juan XXIII. En menos de 5 años, el anciano prelado de Bérgamo, elegido como Papa “de transición”, había llegado al corazón de todo el mundo, debido a la sencillez de sus gestos y de sus palabras. Las visitas a la cárcel Regina Coeli y a los pequeños enfermos del hospital romano Bambin Gesù, las salidas a las parroquias, hicieron de él un obispo muy popular. La histórica decisión de convocar a un Concilio ecuménico cambió el rostro de la Iglesia, aunque Roncalli no llegó a ver su conclusión.

Justamente, mientras el Concilio seguía su curso, muchos obispos propusieron proclamar a Juan XXIII santo por aclamación. Su sucesor, Pablo VI, prefirió seguir las vías canónicas, por lo que se puso en marcha un proceso canónico y se unió a Roncalli con su predecesor Pío XII.