Quizás algunos recordéis la noticia de aquella mujer belga que condujo 1500 quilómetros hasta Zágreb, sumisamente entregada al veredicto de su GPS, cuando su objetivo era llegar a Bruselas, a unos 150 quilómetros de su casa. La santa distraída se lió, pero a nosotros tal disparate colosal nos pareció una inocentada difícil de creer.

Lo cierto es que esta anécdota me hizo pensar que muchas veces también nosotros nos liamos en absurdos que nos impiden ver lo que es blanco y en botella. Y es que en la educación nos venimos enredando ya desde hace varios años, conduciendo por carreteras extrañas, señalizadas por leyes educativas torpes, asumidas bajo la amenaza de un sistema propuesto por políticos algo oportunistas. El fracaso de la LOGSE y de la LOE fue tan descomunal en los últimos diez años, que los alumnos españoles se han rezagado a puestos muy remotos según el prestigioso informe internacional PISA. Quizás para algunos esto quede algo amortiguado por el éxito de "la Roja", pero la crisis económica y los numerosos jóvenes con su currículum de vagos en la cola del paro está comenzando a preocupar incluso a los más cándidos.

No es que el ministro de educación José Ignacio Wert sea santo de mi devoción, ni todo lo contrario. Más allá de su aura pedante, hemos de reconocerle que llegó al gobierno en un momento de toque de queda nacional. Dudo que cualquier otro no hubiese recibido tamaños abucheos, como si en este trágico vodevil que estamos viviendo se hubiese podido hacer muchas cosas mejor. ¿O es que acaso a alguien se le ocurre que los paupérrimos resultados educativos heredados dan opción a quedarse cruzado de brazos? ¡Hombre!, alguno argüirá que los recortes en el sector no son la mejor alternativa para ir solucionando el problema, pero yo me pregunto: ¿Es que acaso con la bonanza hemos logrado corregir un ápice nuestros defectos?

Conducir hasta Zágreb sin tener que salir de Bélgica es una insensatez proporcional a quedarse impasibles mientras nuestro sistema educativo se resquebraja. Es verdad que las soluciones deben ser consensuadas y agotar todas las vías de diálogo. No se trata de imponer - ya bastante se impone la realidad -, sino de buscar caminos juntos, aunque esta sea una asignatura bastante traspapelada por los radicales, sobre todo aquellos que quieren imponer su criterio, gobiernen o no. Por lo pronto, creo que al menos se parte de un punto de encuentro desde dentro del ámbito educativo. Hasta los profesores más dinosaurios saben que las soluciones no serán como un maná caído del cielo y que llevamos muchos años empujando a muchos alumnos hacia un aprobado muchas veces inmerecido.

Creo que no podemos seguir engándonos. No conduzcamos más sin sentido. Hay muchas carreteras para elegir, pero solo una dará verdaderos resultados, y esta no es otra que la de potenciar el esfuerzo. Creo que es lo único que pretende este gobierno. Lo único que no priorizaron otros.

¡Vaya descubrimiento!, diría mi abuela. ¿Y tanto para parir un ratón?

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