El pasado 1 de mayo el Boletín oficial de la Sala Stampa de la Santa Sede publicaba a las 12h una entrevista concedida por el Sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu a L´Osservatore Romano. Los temas abordados no eran para dejar indiferentes a los vaticanistas, pero todavía menos el singular procedimiento, indicativo de la importancia y resonancia que se pretendía dar a esta pieza. En este caso bien puede aceptarse aquello de que "el medio es el mensaje".
La verdad es que la entrevista es cristalina y no esconde el deseo de rebatir punto por punto, desde la cúspide vaticana, una serie de interpretaciones ideológicas, lecturas fantasiosas y proyectos personales o de grupo, que han acompañado como un coro desafinado las últimas semanas en la Santa Sede. El chirrido ha sido intenso a pesar de lo que algunos consideran como una "luna de miel" de los grandes medios con este primer tramo del pontificado de Francisco. Los temas abordados por el arzobispo Becciu se refieren a la anunciada reforma de la Curia, el significado del grupo de ocho cardenales nombrados para aconsejar al papa y el futuro del IOR (conocido con cierta simpleza como Banco Vaticano). Materias para no dejar indiferente a los opinion makers vaticanos, muy activos en estos últimos dos meses. Muy posiblemente la inmensa mayoría del pueblo fiel ha vivido y vive con sencillo gozo exento de polémicas los acontecimientos eclesiales desde febrero, pero tampoco hay que descartar el impacto que a medio plazo pueden tener ciertas cantinelas.
El estilo de las respuestas es franco e incluso irónico, por ejemplo cuando se refiere a la catarata de ideas publicadas sobre la futura reforma de la Curia, algo que Mons. Becciu considera "un poco extraño", porque "el Papa aún no se ha reunido el grupo de asesores que ha elegido y ya llueven los consejos...". Consejos que nadie ha pedido, le faltó decir al Sustituto, pero se entiende. Y además deja negro sobre blanco un aviso, porque la facundia también ha alcanzado a notables miembros de la Curia: todos los responsables de los distintos dicasterios continúan en funciones hasta nuevo aviso (donec aliter provideatur), ya que el Santo Padre quiere tomarse tiempo para la reflexión y la oración, y comprender así mejor cuál es la situación. Así pues sobre la Curia no hay emergencia, el Papa quiere estudiar bien las cosas y no desea que nadie le suministre recetas precocinadas (especialmente aquellos a los que no se les ha pedido).
De mayor enjundia si cabe es el asunto del que algunos llaman ya el G8 cardenalicio. Sobre esto el péndulo ha oscilado entre el entusiasmo de quienes ven una redefinición democrática de la Iglesia y el escándalo de los que no se recatan a la hora de acusar de una demolición del papado. Mons. Becciu responde que "se trata de un órgano consultivo, no de toma de decisiones, y realmente no veo cómo la elección del Papa Francisco pondría en duda el primado". Sin embargo aclara que "se trata de un gesto de gran importancia, que quiere dar una señal clara acerca de las formas en que el Santo Padre ejerce su ministerio". Preguntado sobre si la función de aconsejar no resulta un tanto genérica, responde que "debe ser interpretada desde una perspectiva teológica" y que en la historia de la Iglesia "asesorar tiene una función de importancia absoluta para ayudar al superior a discernir... a entender lo que el Espíritu pide a la Iglesia en un momento histórico determinado". Para los enfadados, Mons Becciu reserva este comentario: "sin esta referencia (al papel del consejo) no se entiende nada sobre el verdadero significado de gobierno en la Iglesia".
La otra cuestión abordada se refiere al IOR, el Instituto para las Obras de Religión, y a la leyenda urbana de que podría ser suprimido. Una vez más Becciu habla directamente en nombre del Papa en la entrevista, para decir que Francisco "se sorprende de que se le atribuyan frases que nunca ha dicho y que se tergiverse su pensamiento".
Sobre el IOR, el Papa realizó una mención durante una homilía sin papeles en Santa Marta, en la que recordó que "la esencia de la Iglesia consiste en una historia de amor entre Dios y los hombres, y cómo las diferentes estructuras humanas, incluida la IOR, son menos importantes". Así pues se trataba de una invitación a no perder de vista la naturaleza esencial de la Iglesia, referida al IOR porque en la Misa participaban varios empleados de dicho instituto. Pero en ningún caso de un anuncio de demolición. Y es que últimamente algunos demoledores confunden la realidad con sus pensamientos.
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