Con ocasión de la elección, ceremonias y primeros actos del nuevo papa, ha habido que oír en las televisiones especialmente públicas, al menos las que yo he visto, alguna que otra maldad o tontería, “marca la casa”, producto de la ignorancia o mala fe que suelen engendrar esas fábricas de gastar a manos llenas el dinero de los contribuyentes. No es que las TV privadas, salvo alguna que otra excepción, sean más rigurosas y documentadas en temas religiosos. El medio parece que no da mucho más de sí.
En cuanto se supo el cardenal elegido en el cónclave, TVE repitió continuamente en sus informaciones de aquella tarde, incluso al día siguiente, que el entonces arzobispo de Buenos Aires no se había enfrentado a la dictadura militar, sin aclarar nunca de donde procedía la maligna especie, propagada como un reguero de pólvora. Otras noticias fueron más allá, añadiendo que se había desentendido de dos religiosos de su misma orden, la Compañía de Jesús, secuestrados por los militares. Dos jesuitas extranjeros que, dicho sea de paso, habían aterrizado en Argentina para redimir al mundo.
Ante estas informaciones insidiosas, “Libertad Digital” ha publicado hace pocos días un artículo muy esclarecedor del periodista de origen argentino, Eduardo Goligorsky, bajo el título de “Acoso peronista al Vaticano”. En él, aparte de hacer una pequeña historia de las recurrentes malas relaciones del peronismo con la Iglesia católica, destaca que el promotor de este escándalo (ovejunamente seguido por TVE, donde todavía pesa mucho la herencia de los zapateristas Pepa Bueno, Fran Llorente y cía.) Horacio Verbitsky, en el diario “Página 12”, “el Pravda del kirchnerismo”, según Goligorsky.
Verbitsky formó parte del aparato de inteligencia de la guerrilla montonera con el nombre de guerra de el Perro. “Hoy el Perro ladra al Papa, acusándole de connivencia con la dictadura militar”, según el referido artículo de “Libertad Digital”. El Perro ladra, y hoy en España hay quienes se hacen eco de sus ladridos.
A su vez, Telemadrid, que dio una buena cobertura –como TVE, Intereconomía y Canal 13, todo hay que decirlo- del cónclave y la elección del nuevo Papa, no podía dejar de meter la pata simplemente por ignorancia, tan común en estos medios superficiales. Así, una moza que narraba en voz en off alguno de aquellos acontecimientos, dijo que el entonces arzobispo de Buenos Aires, solía “dejar su limusina” y desplazarse por su gran “arquidiócesis” en transporte público.
Sorprendente, porque yo no sé si hay algún mitrado en el mundo, ni siquiera el Papa, que viaje en limusina, y mucho menos el de la capital rioplatense, sobradamente conocido por su extrema austeridad. Claro que a lo peor, la dicha narradora no sabe que es una limusina. Nosotros, es decir, mi mujer y yo, sí vimos en cierta ocasión una limusina blanca, enorme estacionada ante la catedral de la Inmaculada de Denver (Colorado), que acabábamos de visitar. Pero de ella no subía o bajaba el arzobispo residencial, a la sazón el cardenal Staford, ni ningún otro dignatario eclesiástico, sino una novia de origen italiano, a juzgar por la lengua que hablaban los numerosos invitados que la esperaban, acompañada por sus damas de honor y los pajecillos que sostuvieron la inmensa cola del traje la contrayente. Ciertamente todo un espectáculo fascinante pero ornamental, básicamente social, no estrictamente religioso. En todo caso, pedir matices u objetividad a ciertas cajas tontas, es como pedir peras al olmo. De todos modos debemos estar preparados para afrontar nuevas maldades relativas al papa Francisco, difundidas por los peronistas o el laicismo rabioso del extremismo izquierdista o los focos masónicos, siempre dispuestos a dañar a la Iglesia católico.