Las últimas encuestas del CIS indican que ha aumentado en España el número de personas que se declaran católicas. Un dato que puede sorprender en una época de secularización aparentemente imparable. Se puede explicar aduciendo que la crisis económica es una ocasión propicia para que las personas que están acuciadas por la necesidad, se acuerden más de Dios. También se explica, sin duda, por la ejemplar tarea que llevan a cabo muchas personas e instituciones de Iglesia con los más débiles y necesitados.
Pero sería un tanto superficial despachar la cuestión apelando a que, como dice el refranero, «nos acordamos de santa Bárbara cuando truena». Sí es cierto que la actual concepción consumista de la vida conduce a una grave deshumanización. Por eso, nuestros ideales han de orientarse a un crecimiento en el ser y no en el tener.
Nuestro estilo de vida ha de tener un punto de austeridad y de solidaridad en la línea de esta plegaria que recoge el Libro de los Proverbios, dirigida a Dios (30, 7-9): «Dos cosas te pido, no me las niegues antes de que muera. Tenme lejos de la mentira y del engaño y no me des ni pobreza ni riquezas. Dame aquello de que he menester. No sea que harto te desprecie. O que necesitado, robe y blasfeme del nombre de mi Dios». Es una preciosa oración en la que se pide a Dios sinceridad y honradez para las relaciones con Él, con los demás, y con los bienes creados.
Estamos padeciendo una crisis económica, que en el fondo es una crisis de valores; más aún, yo diría que la raíz profunda es una crisis de fe y de esperanza, que nos aleja de Dios y de los hermanos y nos hace más vulnerables a la tentación de la codicia y del egoísmo. Ojalá aprendamos la lección de adoptar un estilo de vida más profundo en la fe, más austero y solidario, que nos ayude a volver la mirada a Dios y al hermano.
Monseñor José Ángel Saiz Meneses Obispo de Terrassa
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