El Consistorio que se celebrará mañana, con la creación de seis nuevos cardenales, fue saludado con un fuego pirotécnico de conjeturas.
Sobre todo, fue la concesión de la púrpura al arzobispo estadounidense James Michael Harvey lo que dio lugar a hipótesis más o menos estrafalarias sobre la actitud futura de las máximas autoridades vaticanas.
El pasado 24 de octubre, al convocar al Consistorio, Benedicto XVI había anunciado para Harvey el nombramiento como arcipreste de la basílica papal de San Pablo Extramuros.
Esto hizo surgir inmediatamente la pregunta sobre a quién colocaría el Papa en el cargo crucial hasta ese entonces ocupado por Harvey, el de prefecto de la Casa Pontificia, es decir, el cargo de quien fija la agenda de las audiencias papales.
La mañana del 23 de noviembre, vigilia del Consistorio, el principal diario de la izquierda italiana, "il Fatto Quotidiano", con la firma del vaticanista Marco Politi, ha publicado un servicio con este título perentorio:
"El padre Georg Gänswein promovido y ‘removido’. La persona más fiel que tiene Ratzinger, involucrado en el escándalo Vatileaks, no será más su secretario personal".
En el artículo se daba por cierto que Gänswein habría sido despojado del rol de primer secretario de Benedicto XVI y al mismo tiempo incardinado como prefecto de la Casa Pontificia, hasta ese momento todavía a cargo de Harvey.
Pero la misma mañana, pocas horas después de la publicación del artículo en "il Fatto Quotidiano", un comunicado vaticano oficial convirtió en inverosímil ambas noticias.
En el comunicado, se informaba que el Papa había nombrado a Harvey como arcipreste de San Pablo Extramuros, con la consecuencia implícita que desde ese momento estaba vacante el cargo de prefecto de la Casa Pontificia.
Si entonces se había decidido realmente que Gänswein fuera destinado a este cargo, no se entiende cómo no le había sido asignado inmediatamente.
Si no aconteció esto, no es porque se haya decidido retrasar inexplicablemente días o semanas el nombramiento de Gänswein en el rol a su disposición de prefecto de la Casa Pontificia, sino simplemente porque este nombramiento jamás ha sido tomado en consideración por el Papa.
En efecto, es cierto que Gänswein permanecerá en su puesto, como primer secretario de Benedicto XVI.
Al permanecer en su actual puesto, es impensable que haya sido promovido como prefecto de Casa Pontificia y arzobispo.
Teóricamente es posible ocupar los dos cargos. Pero el precedente de Stanislaw Dziwisz, quien permaneció como secretario de Juan Pablo II y fue nombrado en los últimos años del pontificado también como arzobispo y "prefecto adjunto", no habla a favor de una repetición de ese modo de obrar, ya en ese entonces muy criticado por el exceso de poderes que se le atribuyó.
Al permanecer Gänswein en su puesto, junto al Papa, se derrumba también otra de las conjeturas: la de su inminente retorno a Alemania, como obispo de Ratisbona.
En cuanto a los contragolpes suscitados por el robo de documentos reservados en el apartamento del Papa, jamás se ha visto afectada la confianza de Benedicto XVI en su secretario.
Más bien, se han tomado medidas para garantizar más que en el pasado la inviolabilidad de la correspondencia personal de Benedicto XVI.
Al nuevo mayordomo del Papa, Sandro Mariotti – que reemplazó a Paolo Gabriele, quien está en la cárcel cumpliendo su condena – no le ha sido asignada ninguna “ubicación” en la sala de los dos secretarios pontificios. En esta sala, contigua al estudio del Papa, está prohibido ahora el acceso a otras personas.
Y desde el día del arresto de Gabriele, el 24 de mayo pasado, le está prohibido ingresar en el apartamento papal también a Ingrid Stampa, la gobernante alemana de Joseph Ratzinger desde cuando era cardenal, convertida después en su colaboradora, con un cargo en la Secretaría de Estado.
El hecho que Ingrid Stampa figure como la traductora y la encargada de la edición italiana del libro de Benedicto XVI sobre la infancia de Jesús, publicado días pasados, no es un signo de respaldo público respecto a ella. Es simplemente la continuación del trabajo que le fuera confiado antes que estallara el escándalo.
Un trabajo que no es impecable, como lo prueba el error ya señalado por www.chiesa en la página 136 de la edición italiana, en la que increíblemente se hace brotar el retoño del Mesías "del tronco muerto de Isaías", no del tronco de Jesé, padre de David, tal como dice la profecía bíblica y tal como se lee, correctamente, en la edición original alemana del libro.