"Cuando pienso en la muerte de mi madre… desgastada por la persecución, la pobreza y la enfermedad, en gran parte su consecuencia, esforzándose en transmitirnos a nosotros, pequeños, la Fe, y recuerdo el minúsculo cuarto que compartía con nosotros en las habitaciones alquiladas de un cartero en Rednal, donde murió sola, demasiado enferma para recibir el viático, me es muy duro y amargo comprobar que mis hijos se apartan [de la Iglesia]" (Carta de J.R.R. Tolkien a su hijo Michael, 9-10 de enero de 1965, publicada con el número 267 en la selección oficial de Humphrey Carpenter).
Al pensar en la situación actual de Irlanda vienen a mi mente estas palabras de J.R.R. Tolkien. La madre de Tolkien sufrió enormemente por convertirse ella a la fe católica, al ser desposeída y desheredada por su familia. Ya había perdido a su marido y tuvo que luchar por sacar adelante a dos hijos pequeños, así que de la pobreza se hundió en la miseria como consecuencia de su adhesión a la Fe. Al recordar dichas líneas, me parece que sirven como una metáfora para Irlanda.
Irlanda, la Madre Patria, sufrió persecución, pobreza y, en buena medida como consecuencia de ellas, la enfermedad (la Gran Hambruna de la patata), en su lucha por transmitir la Fe a sus hijos. Se mantuvo firme durante siglos, negándose a rechazar la fe a pesar de los tiránicos esfuerzos de poderes extranjeros para obligarla a conformarse a convicciones religiosas y filosóficas foráneas. Como proclamaba una célebre canción rebelde, era “el país más desdichado” ["the most distressful country"], pero también uno de los más heroicos. Por eso resulta tan duro y amargo cuando sus hijos se desvían.
El tenor irlandés John McCormack (1884-1945) interpreta la canción tradicional The Wearing of the Green, donde se encuentra el verso citado por Pearce. Pincha aquí para leer la letra.
Y no hay duda de que sus hijos se han desviado.
Tras pelear durante siglos por conquistar su soberanía nacional, consiguiéndolo finamente después de décadas de violentos combates que culminaron en una brutal guerra civil, sus hijos abdicaron de ella muy barato, rindiendo su soberanía a la Unión Europea, un poder imperial que es, como mínimo, tan hostil a la Fe como lo fue el Imperio Británico: y todo por treinta monedas de [euro]plata. En ese sentido, los hijos no solamente se han desviado de su madre, sino que la han traicionado con un beso de Judas.
¿Qué sentido tuvo luchar por la independencia de la Madre Patria respecto a Londres, si sus hijos la venden tan barato a Bruselas?
Tras resistir la Madre Patria la plaga del infanticidio que ha barrido el mundo, declarando el aborto una abominación, y por tanto ilegal, ahora sus hijos han decidido que matar a los niños es un derecho constitucional de todas las libertinas y caprichosas hijas de la Madre Patria.
Tras luchar la Madre Patria luchó por preservar la identidad irlandesa y la forma de vida irlandesa, incluido el esfuerzo por restaurar la antigua lengua gaélica, la insistencia de la Unión Europea en la apertura de fronteras ha conducido a niveles de inmigración que están haciendo a Irlanda menos reconociblemente irlandesa cada año que pasa.
En cuanto a los seis condados de Irlanda del Norte que siguen formando parte del Reino Unido, podemos decir que los denominados “católicos” de Irlanda del Norte se han apartado de la Madre Patria aún más que los del Sur. El Sinn Fein, más conocido para mi generación como “el brazo político del IRA”, es una organización declaradamente marxista y fanáticamente laicista, que odia todo lo que tiene que ver con la Iglesia católica y apoya la matanza de niños en el vientre de su madre como en tiempos justificaba matar niños con las bombas que ponían sus miembros. Es el partido protestante unionista del norte, declarada y valientemente provida, quien merecería el apoyo y los votos de los católicos de bona fide. Y, sin embargo, la mayor parte de los “católicos” tribales del norte siguen votando al Sinn Fein, a pesar de –o, podríamos decir, a causa de– su posición anticatólica sobre el aborto y otros temas. La triste y vergonzosa realidad es que la tribu “católica” del norte de Irlanda parece preferir a los anticatólicos hijos de los terroristas antes que a quienes enseñan y predican la fe católica en su plenitud y verdad. ¡La Madre Patria tiene que encontrar muy dura y amarga la desviación de sus hijos!
¿Y qué hay de San Patricio? ¿Qué le parecería todo esto al santo patrón de Irlanda? Las serpientes que él expulsó de las playas de Irlanda han regresado. De nuevo hay que vencer a las serpientes y matar a los dragones. Quizá deberíamos rezar para que San Patricio se una a San Jorge, santo patrón de Inglaterra. Quizá deberíamos rezar para que estos guerreros celestiales ayuden a los verdaderos hijos de Erin y de Albión a derrotar a las serpientes que gobiernan a sus desdichados países con sus lenguas viperinas y sus venenos letales.
¡San Patricio y San Jorge, rogad por nosotros!
Publicado en The Catholic World Report.
Traducción de Carmelo López-Arias.