Una señora provecta ha adquirido en Miami un bebé gestado por otra mujer; y los loritos sistémicos se han puesto enseguida a ‘debatir’ (o sea, a lanzar paparruchas). Los loritos liberales postulan la legalización de los ‘vientres de alquiler’, siempre que el ‘progenitor subrogante’ y la madre de alquiler alcancen un acuerdo entre ‘libres e iguales’ (como el putero y la puta sin rufián). Los loritos progresistas, en cambio, ponen el énfasis en la madre de alquiler ‘invisibilizada’ y ‘mercantilizada’. Pero enseguida han surgido loritos de consenso (con los inefables peperos al frente) que proponen una gestación subrogada ‘altruista’. A la postre, los loritos sistémicos se pondrán todos de acuerdo; y lo resolverán con una gestación subrogada pública y gratuita (o sea, a costa de nuestro bolsillo).
Este debate majadero vuelve a confrontarnos con el cáncer de la subjetivización del Derecho. El Derecho tiene que discernir la realidad material de la llamada ‘gestación subrogada’, una práctica aberrante que priva a los niños de una filiación completa; y que, además, emplea técnicas que exigen la ‘fabricación’ de embriones que luego son ‘descartados’ por su sexo, por su salud genética, etcétera, de tal modo que sólo es implantado en el útero de la madre de alquiler el más prometedor. Una vez discernida la aberrante realidad material de la ‘gestación subrogada’, se puede desde luego hacer una aproximación a las circunstancias concretas del caso, que pueden agravar aún más la aberración: así, por ejemplo, que la madre de alquiler actúe forzada por la necesidad; o que el comitente sea una mujer provecta que en breve dejará huérfano a ese niño que desea fabricar, etcétera.
El Derecho tiene que ser discernimiento sobre la naturaleza material de las acciones humanas, no mera gestión de subjetividades; de lo contrario, acaba consagrando la ‘libertad del querer’ hegeliana, que se guía por el puro deseo personal. Las pretensiones maternales de las señoras provectas no pueden convertirse en fundamento de ninguna ley, tampoco los altruismos de ninguna señora en edad fértil; pues del Derecho no es un instrumento para la realización de voluntades individuales, sino para enjuiciar la naturaleza de las acciones humanas. Ocurre, sin embargo, que los loritos sistémicos, liberales, progresistas o de consenso, se niegan a aceptar la naturaleza de las cosas (su realidad óntica); y, para ello, recurren a diversos emotivismos cretinos. Así, el Derecho deja de ordenar la sociedad según la justicia, para dedicarse a permitir que cada quisque realice sus proyectos, deseos, apetitos y anhelos… aunque sean desordenados. O sobre todo si son desordenados, pues esta corrupción del Derecho tiene como único objeto que las acciones más aberrantes obtengan protección legal. Los vientres de alquiler no serán tampoco una excepción; aunque, mientras los loritos sistémicos alcanzan el consenso, alimenten con ’debates’ a las masas cretinizadas.
Publicado en ABC.