ETA ha ganado, al menos, esta batalla de la propaganda electoral. Sin ofrecer nada a cambio que no haya “ofertado” en otras numerosas ocasiones anteriores con sus tristemente famosas treguas trampa, incluso “indefinidas”, ha conseguido que todos los medios informativos, absolutamente todos, le dediquen espacios y tiempos tan desmedidos, que ni el más rumboso de los partidos o de los negocios mercantiles, habría logrado jamás pasando por taquilla.
El nuevo comunicado de ETA en el que anuncia “el cese definitivo de la lucha armada” hay que entenderlo en el marco de la campaña electoral en el que todos los grupos políticos están metidos ya hasta el cuello. ETA entra en campaña apoyando a Bildu, o a su nueva franquicia llamada para esta ocasión “Amaiur”, o a la marca que venga al caso siempre sea una reproducción de Batasuna, y de paso echarle una manita al desfondado PSOE, con cuyo trato le va muy bien, para alcanzar, siquiera, dos objetivos: meter un puñado de diputados pro-etarras en el Congreso y acaso también en el Senado, y evitar que el PP logra la mayoría absoluta. De esta forma Mariano Rajoy se vería obligado a pactar constantemente con los nacionalista de todo pelaje cualquier medida legislativa que se proponga y echar el freno a toda política contundente anti terrorista que intentara emprender.
La euforia desmelenada con que los medios “progres” han saludado el comunicado de ETA, negociado y pactado con el Gobierno, según denuncia Jaime Mayor Oreja, delata el verdadero objetivo de la entrada en escena, a menos de un mes de las elecciones generales, de los asesinos de la banda etarra. Mas por mucho que aplaudan hasta con las orejas “El País”, “Público”, “El Periódico de Cataluña”, la SER y compañía, nada cambia en el fondo –en el fondo y en la superficie- la triste realidad que sufrimos, porque aquí seguimos bailando todos al son de la terrible música que imponen las pistolas y los coches bomba, aunque lleven tiempo sin matar. ¿Y por qué tendrían que seguir matando si pueden conseguir lo mismo
de Gobiernos traidores y entreguistas sin necesidad de exponer a la acción de la Justicia a sus matarifes ni aumentar su mala fama de crueles asesinos?
Estos días nos ha sido dado leer y escuchar los más disparatados y escandalosos ditirambos sobre el comunicado etarra, porque nada ha cambiado, absolutamente nada, en el panorama terrorista, ni siquiera la escenografía. Tres delincuentes –el terrorismo en un gravísimo delito- encapuchados como de costumbre al modo del Ku-Klux-Klan pero con chapela, perdonando la vida a los acollonados –como diría Luis María Anson- españolistos, poniendo condiciones totalmente inaceptables por un Estado serio y legítimo, para dejar de asesinar a quienes se les antoje y puedan. Pero de entregar las armas, ni siquiera un simbólico tirachinas, ni disolverse, nada de nada, ni una sola palabra. Muchísimo menos pedir perdón a las víctimas de su barbarie. Hasta ahí podríamos llegar. Ellos no quieren perdones ni dádivas graciosas. Ellos quieren, en todo caso, ser reconocidos como luchadores de una causa justa y loable. Y hasta ser recompensados por ello. Como sus ancestros carlistas, que al final de cada guerra pactaban la rendición integrándose quien quisiera en el ejército liberal, conservando grados y haberes alcanzados durante el “conflicto”.
Que nadie se equivoque. Mientras los etarras no entreguen las armas ni se disuelvan, todo lo que prometa esta banda de asesinos carece de valor. Sus palabras no son más que juegos florales, música celestial si no fuera tan infernal, ofertas de trueques a los vendepatrias, capaces de las mayores felonías con tal de conservar un algo de poder. En esas estamos, y el PP tendrá que andar muy despierto e hilar muy fino, si no quiere verse de nuevo desbordado o zancadilleado por un socialismo en cuyos principios, si tiene alguno, no entra el concepto de España ni los sentimientos religiosos de los españoles.