Al catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla y diputado nacional de Vox, Francisco José Contreras, le han suspendido la cuenta de Twitter. No hay que extrañarse de que le hagan esto a una autoridad, porque se lo hicieron a Donald Trump, el tipo más poderoso (supuestamente) del mundo, aunque no del mundo mediático, como se vio.
El hombre medieval descubrió la democracia de ultratumba, esto es, "que no hay cosa fuerte, / que a Papas y a emperadores / y a prelados / así los trata la muerte / como a los pobres pastores / de ganados". El hombre postmoderno está descubriendo la democracia de lo políticamente correcto, que anula por igual a todos los que se atrevan a discrepar del Absoluto Relativismo. No se libra ni el POTUS ni el Potito.
¿Y qué ha dicho Contreras tan merecedor de la muerte mediática? Que los hombres no pueden quedarse embarazados. Ya se ve que, haciendo honor a su apellido, no se ha arredrado y se ha atrevido a decir una cosa tan a contracorriente. No sé adónde podría ir a parar, si no le frenan. ¿Sería capaz de afirmar que dos más dos son cuatro o que el agua moja? Y degenerando podría atreverse a susurrar que la hierba es verde, afirmación que, según profetizó Chesterton, terminaría exigiendo que sacásemos las espadas, o bien para defenderla o bien para cortar las cabezas de quien se atreva a tener esa falta de respeto tan inmensa con los daltónicos.
No tengo ningún inconveniente en que alguien afirme por su cuenta y riesgo que es posible y hasta deseable que los hombres se queden embarazados o que la hierba es fucsia. Creo que lo interesante es discutirlo, contrastar si los hechos de la naturaleza y la genética tienen algo que aportar, y sacar, luego, algunas conclusiones civilizadamente. Echar a alguien antes de que se pueda argumentar resulta bastante chocante, si se piensa.
No sé si me echaran también de Twitter. No me haría gracia porque tengo admirables leídos y generosos lectores en esa red social, incluso buenos amigos. Pero si no se puede decir que las mujeres son las que se quedan felizmente embarazadas y los hombres -en el sentido más eidético del género- no, me parece que tendré que acatar mi expulsión, pues no sólo lo pienso, sino que creo, que, con todo respeto -lo cortés no quita lo valiente- para quien tenga una opinión contraria, es algo que se tiene que poder decir sin miedo y defenderlo. Ah, y también lo de la hierba.
Publicado en Diario de Cádiz.