En el curso de la cumbre de Paris “Conferencia de Apoyo a la Nueva Libia” el presidente del Consejo Nacional Transitorio (CNT), Mustafa Abdel Jalil (Bayda 1952), ha afirmado que dentro de ocho meses el país tendrá una nueva Constitución. Además, hace algunos días declaró que Libia es un país musulmán y la Sharia será la fuente principal de la legislación nacional. Si es verdad que la espina dorsal de la “primavera árabe” es el cambio de “sujetos de un régimen” a “ciudadanos de un estado” con derechos humanos y libertades civiles, el anuncio de las nuevas constituciones (Egipto, Libia y Túnez) o la reforma de la misma (Marruecos) deja muchos interrogantes y numerosas incógnitas que despejar.
El presidente del CNT se ha apresurado a decir que todo el mundo será tratado con respeto e igualdad en Libia. Sin embargo, será la futura Constitución, y no las promesas personales, la que marcará la hoja de ruta legal de los derechos y deberes de los ciudadanos y emigrantes en Libia.
Identicas declaraciones hemos escuchado de la boca de Abdul Hakim Belhaj en la entrevista concedida a France 24. Acaba de ser nombrado por el CNT comandante militar de Trípoli. Ha sido el estratega del asalto final a Bab al-Azizziyya, hasta hace unos días fortaleza segura y escondite dorado del déspota libio. Belhaj es un noto islamista y antiguo emir del Grupo Libio Islámico de Lucha (Libyan Islamic Fighting Group). Combatió en Afganistán en 1988 y fue detenido en Malasia después del ataque terrorista del 9/11. Entregado a Libia, en vez de ser llevado a Guantánamo fue encarcelado en la infame prisión de Abu Salim. Llevaba 20 aňos en la oposición contra Gadafi, pero afirma rotundamente que su grupo nunca aceptó las ofertas de Al Qaeda. Aguas revueltas de la política y barrizales peligrosos del terrorismo internacional. Aňos en los que el tirano libio buscó la amistad institucional de Occidente. Más por oportunismo politico que por convencimiento democrático.
Belhaj ha comparado la toma de la sede oficial de Gadafi con la rendición incondicional de la ciudad de la Meca al Profeta del Islam. Un sello islámico de gran significado tanto en Libia como en la visión del jihad global. La gesta histórica de Mahoma y sus fieles seguidores en la Meca (Arabia Saudí) tuvo lugar el aňo 630 de la era cristiana (aňo 8 del calendario islámico) y el asalto estivo de Belhaj con los rebeldes libios en Trípoli (Libia) en agosto del 2011 (en el mes de Ramadan del 1432 del calendario islámico).
Como si fuera el abandono de la ideología del Libro Verde y la bienvenida al espíritu del Corán, considerado origen de ayuda divina y fuente inefable de victoria. Lo dice el texto sagrado del Islam: Ida yá’ nasru Allah wa al fathu (“Cuando llegan la victoria y la ayuda de Allah”, Corán 110, 1). La referencia divina la mencionó Gadafi en Septiembre 1969 y lo ha hecho Belhaj en Agosto 2011. En la euforia popular de la conquista de la capital libia todo indica que la victoria contra el implacable dictador libio en el mes de Ramadán ha sido interpretada en clave musulmana con referencias, grafitis, pintadas, declaraciones y gritos de victoria.
Surgen las dudas sobre la libertad religiosa de las minorías en Libia, y en particular de los cristianos, en la redacción de la nueva Constitución. No nos llevemos a engaňo: los derechos de las personas no se pueden convertir en concesiones del gobierno de turno. Nadie quiere vivir sin libertad religiosa, ni los libios y los musulmanes que viven en Espaňa o en los países europeos, ni los emigrantes cristianos, o de otros credos religiosos, que viven o vivirán en la era pos-Gadafi en Libia. Sin el paso fundamental y revolucionario de la separación del poder político y de la autoridad religiosa en los nuevos textos constitucionales, dificilmente se respetarán y consolidarán los derechos humanos y las libertades individuales. En cualquiera de los países árabes de mayoría musulmana.