Más a la izquierda todavía, como aconsejaba el conde de Romanones a Alfonso XIII, viéndole jugar al tenis: “Más a la izquierda, majestad –le decía-, más a la izquierda”. Y tanto se fue a la izquierda que esa izquierda envalentonada lo puso en fuga el 14 de abril de 1931, saltándose la legalidad a la torera y el rey dando una prueba majestuosa de valor, no fuera cosa que le ocurriera como al zar de todas las Rusias en 1917.
Debo decir que a mí no me ha sorprendido el discurso de Pérez Rubalcaba en el acto de proclamación solemne de su candidatura a encabezar las listas pesoístas en las próximas elecciones generales. Ni me ha sorprendido, ni me ha decepcionado, esto es, que todo lo he visto ajustado al más estricto perfil del personaje y de este socialismo batueco empeñado, al parecer, en el suicidio político colectivo de todos ellos. No se adivinó, en las palabras de P.R., ni el menor asomo de reforma ni modernización del producto, sino todo lo contrario, más impuestos y más gasto público, la fórmula segura para aumentar la ruina del país, y por consiguiente, aún más paro y mucha mayor desconfianza de los inversores extranjeros, imprescindibles para superar el tremendo bache actual, provocado principalmente por la incompetencia de los gobiernos de ZP, de los que el nuevo adalid ha sido pieza clave. Si estas son las recetas milagrosas que tiene el nuevo líder socialista, como anunció recientemente, para crear empleo, aviada va esta desdichada España, caso de que el electorado le permite ponerlas en práctica.
Porque todo ello lo adobó con un lenguaje demagógico y populista para consumo de masas indocumentadas, propio de políticos milagreros y encanallados, cuyos remedios suelen ser siempre peores que la enfermedad. Que si la “gran” banca, que si el mercado sin control, que si los paraísos fiscales, que si las grandes fortunas, que si los especuladores... O sea, lo de siempre, los argumentos facilones de los demagogos para enardecer a los auditorios ayunos de todo rigor analítico. Claro que en este tipo de discurso populista a lo Hugo Chavez, R.P. no está sólo. Algunos plumillas católicos con acomodo en tertulias y prensa escrita, a veces compiten con los vocazas de izquierda diciendo melonadas semejantes a los otros, en un ejercicio supremo de ignorancia supina de la ciencia económica.
Precisamente lo que necesita España en la gravísima enfermedad que nos agobia, es todo lo contrario de lo que predica Rubalcaba: menos impuestos, menos grilletes que atenacen los mercados, menos intervencionismo estatal, muchísima menos burocracia paralizante, más garantías y facilidades a los inversores y emprendedores, nacionales o extranjeros, en fin, más libertad a todo el mundo para generar más actividad y, por lo tanto, más empleo. Pero P.R. no empleó una sola vez la palabra libertad, según las crónicas que he leído: libertad individual, libertad de empresa, libertad de movimientos por encima de barreras autonómicas, etc. ¿Cómo podemos esperar un canto a la libertad que tanto favorece el bien de las naciones y de las personas, de un individuo que viene siendo director general y sobre todo ministro, casi casi desde que hizo la primera comunión y acaso la última? El espíritu liberal, libertario, hay que mamarlo y, sobre todo, practicarlo.