Con sus 150 años de vida, «L’Osservatore Romano» es uno de los mas antiguos e influyentes periódicos del mundo. Lo es no por tener una difusión grande en ejemplares sino por contar con un editor único, el Papa. Es ésta la gran fuerza de nuestro diario, nacido en un momento crítico para el papado cuando la misma Iglesia de Roma parecía en peligro por los acontecimientos ligados a la unificación política de Italia. El periódico nació en 1861, justo hace un siglo y medio, por una iniciativa privada. Durante los últimos diez años del poder temporal de los Papas defendió con claridad, nunca con excesos, las razones católicas y del Pontífice. Esto se resume en los dos lemas latinos que desde el primer número de 1862 lucen en nuestra cabecera: «Unicuique suum» y «Non praevalebunt». El primero, que significa «a cada uno, lo suyo», es un principio de justicia, sacado del derecho romano y por tanto laico. El segundo, «no prevalecerán», alude a que las fuerzas del mal no tendrán la última palabra. Está extraído del Evangelio. Siempre el periódico ha sabido unir estas dos dimensiones, política y laica por un lado, y religiosa por el otro. Y en la cabecera hoy se define como un un diario político religioso.

Tras su primer cuarto de siglo, el periódico fue adquirido por la Santa Sede, lo que le dio más autoridad. Autoridad que creció enormemente en el siglo XX por la línea de imparcialidad mantenida durante la I Guerra Mundial y por el servicio a la justicia y a la verdad que logra llevar a cabo en el período más sombrío del siglo XX, cuando crecen los totalitarismos. De esta época el periódico salió con una reconocida autoridad e independencia.

Hoy «L’Osservatore Romano», fiel a su historia, trata de ser lo que siempre ha sido, un periódico que no sólo informa sino que también forma. Un periódico que ofrece como nadie noticias sobre la Santa Sede, publicando los textos papales, al tiempo que posee una dimensión internacional muy amplia, con una atención no sólo al catolicismo, sino también a las demás Iglesias y confesiones cristianas, en especial orientales. También entra en el debate cultural, de la bioética y de la defensa de la persona humana, buscando siempre un camino de amistad hacia todos, con «hermandad de palabras y de relaciones», como dijo el cardenal Montini antes de ser elegido Papa. Es lo que ha recomendado también Benedicto XVI para que esta amistad abra el mundo a la presencia de Dios.


Giovanni Maria Vian
Director de «L´Osservatore Romano»