En un mundo cada vez más secularizado, la Iglesia Católica (de acuerdo con un reciente informe del periódico vaticano, L'Osservatore Romano) mantiene un modesto aumento de fieles (aproximadamente un 1%) pasando de 1.376 millones en 2021 a 1.390 millones en el 2022.
Sin embargo, en Occidente, donde aumenta el número de personas que afirman no pertenecer a ninguna religión, la mayoría de las personas que aún se identifican como católicos, vive un pseudocatolicismo pues elige que dogmas creer y que enseñanzas seguir, olvidando que un verdadero cristiano es el que está bautizado, cree y profesa la doctrina cristiana y obedece a los legítimos pastores de la iglesia.
De ahí que, a pesar de que la iglesia enseña que el uso de la anticoncepción artificial es contrario al fin procreativo del matrimonio, en los Estados Unidos, aproximadamente el 87% de las mujeres católicas en edad fértil ha usado algún tipo de método contraceptivo .
A su vez, la generalización de la mentalidad anticonceptiva en la sociedad ha dado como resultado que, en Estados Unidos, a pesar de que la iglesia afirma que la vida humana es sagrada “desde la concepción hasta la muerte natural”, aproximadamente el 63% de los católicos opina que el tiempo que lleva un embarazo debe considerarse para determinar la legalidad del aborto, alrededor del 66% opina que el aborto debería ser legal si el embarazo es resultado de una violación y el 69% si la vida o la salud de la mujer embarazada están amenazadas.
Desafortunadamente, sólo uno de cada diez católicos opina que el aborto debería ser ilegal en todos los casos aunque si se limita la encuesta a los católicos que asisten a misa al menos una vez por semana se reduce el porcentaje de quienes están a favor del aborto al 32%.
Si una porción importante de católicos estadounidenses considera permisible eliminar a un ser humano bajo ciertas circunstancias, no es de sorprender que tampoco se observen las enseñanzas de la iglesia en otras cuestiones. De ahí que la mayoría declare que la Iglesia debería:
- permitir el uso de los anticonceptivos (83%);
- dar la comunión, tanto a los divorciados vueltos a “casar” como a las parejas que cohabitan (75%)
- y reconocer los “matrimonios” de parejas del mismo sexo (54%).
Además, la aceptación de la eutanasia es ya de, aproximadamente, el 70%, según ese sondeo en EEUU.
Los resultados relacionados con la práctica religiosa de los católicos estadounidenses no es mejor pues, de acuerdo con la última encuesta (2023) del Centro de Investigaciones Pew; solo el 28% asiste a misa semanalmente o con mayor frecuencia.
Asimismo, solo el 49% cree en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía y sólo un 13% se confiesa al menos una vez al año .
Lamentablemente, las encuestas realizadas en otras partes de occidente no presentan resultados muy diferentes. Así, la encuesta realizada en el 2014, por la cadena Univisión a 12.038 católicos en 12 países encontró que la mayoría de los católicos están en desacuerdo con las enseñanzas de la Iglesia sobre temas importantes como el divorcio, el aborto y la anticoncepción. Además, un importante porcentaje apoya el llamado matrimonio homosexual y la ordenación de mujeres .
Un resultado similar se obtuvo en la encuesta de 2018 llamada: “Ser cristiano en Europa occidental”.
Y aun en México, tierra de cristeros, solo una minoría de católicos en 2016 considera inmoral:
- las relaciones prematrimoniales (45%),
- el divorcio (32%)
- y la anticoncepción (28%).
Estas encuestas confirman lo que es bien sabido. Los llamados católicos de cafetería, que eligen, cual si de un menú se tratase, las enseñanzas de la Iglesia que desean creer o rechazar, actualmente son mayoría.
Esto, se debe, en parte, a que acomplejados por las múltiples leyendas negras, escandalizados por los comportamientos inmorales dentro de nuestras mismas filas y acobardados por nuestra propia debilidad y falta de fe; muchos católicos nos hemos preocupado más por ser aceptados por el mundo que por defender y proclamar la verdad.
Por ello, en lugar de transformar el mundo nos hemos dejado deformar por éste.
De ahí que los dogmas y enseñanzas de la iglesia, que elevan, guían e iluminan la razón, sean considerados, por muchos, como una imposición que debe ser impugnada o como una simple sugerencia que igual puede ser aceptada que rechazada. Al parecer, no queremos una religión que nos enseñe la Verdad, sino una religión que exalte nuestros sentimientos y reafirme nuestros errores.
Desafortunadamente, varios católicos (tanto laicos como religiosos) creen que es necesario que los dogmas y las enseñanzas perennes, evolucionen a fin de adaptarse a los tiempos “y a las necesidades del hombre actual”, como si el hombre de hoy fuese de un barro diferente al de Adán.
El resultado es que, actualmente, la gran mayoría de los católicos practican la religión a la manera de los protestantes pues se antepone la opinión a la Revelación y la voluntad individual a la autoridad.
Al parecer, olvidamos que Cristo es el mismo, ayer, hoy y siempre y que su Iglesia, parafraseando a Chesterton, hace una dogmática defensa de la humanidad frente a sus peores enemigos, esos ancestrales y horribles monstruos de los viejos errores que conducen a la sociedad directamente a la destrucción o a un abrupto precipicio, que es a donde nos dirigimos desde que decidimos seguir a Cristo, cada uno a nuestra manera, olvidando que sólo la Verdad es capaz de colmar el alma humana.
Chesterton nos recuerda que: “Existen diez mil razones para ser católico, aunque todas acaban resumiéndose en una sola: que la religión católica es verdadera”.
Pues ciertas son todas y cada una de sus enseñanzas, todos y cada uno de sus dogmas. Dogmas y enseñanzas que, a lo largo de la historia, han sido defendidos por innumerables mártires que prefirieron perder la vida antes que negar el más mínimo punto de la verdadera fe.