Sin fuerza espiritual, la Iglesia se convierte en una simple obra humana. Es lo que el mundo quiere, porque mientras la Iglesia exista se siente continuamente interpelado por ella, incluso cuando calla. He ahí la causa de por qué algunos cristianos se sienten incómodos incomodando al mundo, valga la redundancia. Aspiran a ser como él.
Pero la Iglesia, lo sabemos todos, es Una y Santa, instituida por Jesucristo. Constituye el estadio superior de la humanidad en su catolicidad, esto es en la globalización de la fraternidad de los hijos de Dios. Realizar esto es muy difícil, en el plano personal y especialmente en el colectivo, el político, pero es una de las grandes tareas cristianas y de su necesidad depende el futuro de la humanidad. Y a la vez es una tarea imposible sin la fuerza espiritual de la Iglesia.
La Iglesia alcanza mucho más allá de los límites de la tierra y del momento actual. Atraviesa la historia, civilizaciones y culturas, de manera que muchas de ellas que parecían orgullosamente poderosas hoy yacen enterradas en el polvo, y en algunos casos lo que se conserva de ellas es gracias a la propia Iglesia. Debemos tomar conciencia de esta superioridad sin orgullo, que significa no dejarse amedrentar por la cultura del momento histórico determinado, y mirar con relativismo cristiano la cultura de cada civilización. Inculturizar significa hacer inteligible la Revelación de Jesucristo a cada cultura en concreto, y no ajustar la Revelación a los parámetros de dicha cultura. Aporta la buena nueva de la palabra de Dios contenida en los evangelios y de la fuerza de los sacramentos.
La Iglesia alcanza el cielo con la Comunión de los Santos y hace posible que el cielo descienda cada día sobre nosotros en la Eucaristía. Nos da conciencia de que somos hijos de Dios creados a su imagen y semejanza, algo literalmente extraordinario y que merece ser vivido de manera exultante, y que estamos a Él unidos por la Alianza renovada en Jesucristo.
Todo esto es demasiado grande para nuestras capacidades, pero es lo que somos, y viviendo de acuerdo con ello es la única forma para realizarnos plenamente. Nuestra tarea es vivir tal realidad, colectiva e individualmente y en términos reales. Toda esta grandeza que sólo es posible si a su vez la Iglesia se muestra grande espiritualmente y nos enseña e insufla esta grandeza.
Publicado en Forum Libertas.