Se va prolongando el oleaje del Dies Irae en los países árabes. A fuerza de golpes, manifestaciones y gritos de libertad. Por ahora son Egipto, Túnez y Libia los países que han cambiado su propia historia.
Las revueltas y rebeliones se han convertido en una sublevación popular que no pueden parar ni los cazas ni los tanques. Ha reventado la marmita del descontento y ha explotado la olla a presión de la dictadura. Después de años de tiranía democrática y esclavitud organizada.
La represión maquillada y la maldad feroz han pasado muchas veces desapercibidas, hasta que la revolución ha destapado la podredumbre oculta del régimen y la represión cruel de sus instigadores. En definitiva, el maquillaje no cambia lo esencial de las personas. A pesar de las luminosas apariencias. Esto es lo que ha ocurrido con Saif El Islam (“la espada del islam”), segundo hijo de Gaddafi. Estudiante en la prestigiosa London School of Economics (LSE), era considerado “la cara buena del clan Gaddafi” y aparentemente su atractivo interlocutor. Lo habían presentado como “el reformador” que cambiaría el futuro de Libia y trabajaría por las libertades del pueblo. Nada más lejano de la cruda realidad de un hombre corrupto, embaucador y marrullero. Había creado una red de excelentes contactos en el tablero de sus enredados y secretos juegos financieros. Con interlocutores en el campo de los negocios, las finanzas y la política. En los países europeos, asiáticos y africanos. Sin olvidar las organizaciones islámicas, las asociaciones musulmanas y los movimientos islamistas.
Pero, a pesar de la apariencia externa de las gafas de diseño, la camisa blanca y el traje oscuro, Seif El Islam no había cambiado substancialmente. Estaba animado por los principios de una ideología dictatorial que ha visto con buenos ojos la masacre cruel de los ciudadanos libios, el bombardeo indiscriminado de la población indefensa y la decisión de combatir con sus huestes y mercenarios hasta el final. A sangre y fuego, contra la inesperada rebeldía de los ciudadanos libios. A estos su padre Muammar los ha llamado “ratas”, “drogadictos” y “delincuentes”. Un vocabulario que refleja los antros, cavernas y celdas de un líder considerado verdugo por su propio pueblo.
La tesis doctoral de Seif El Islam en la LSE ha sido declarada nula. Contiene numerosos plagios. No es trigo limpio, ni tampoco harina del molino del autor. El Director de la LSE, Howard Davies, ha presentado su dimisión y ha tenido el coraje de admitir un “error de juicio” al haber establecido lazos de colaboración con el régimen del coronel Gaddafi a favor de la LSE.
De hecho, Davies había visitado Libia para asesorar al Gobierno libio en temas relacionados con las finanzas y la economía. A raíz de esa visita el hijo del coronel prometió dos millones de libras esterlinas a la LSE con una primera partida de ₤300.000 para becas, estudios e investigación. Sus donaciones las consideraba como “limosnas” para los indigentes, ya que Seif El Islam era considerado el patrón absoluto de la Libyan Investment Authority (LIA), el coloso financiero del Gobierno de Gaddafi. Las oficinas de la LIA estaban situadas en el elegante distrito de Mayfair en Londres. Era la única sede fuera de Libia. Con intereses y participaciones en bancos, compañías petrolíferas, instituciones financieras y hasta inversiones en equipos de fútbol, periódicos y editoriales. A la Libyan Investment Authority (LIA) la conocían con el nombre de “la madre de todos los fondos”. En Libia se sigue combatiendo “la madre de todas las batallas”. Por los derechos humanos de una nación.