Llevo unos cuantos días que cuando me despierto no puedo por menos de preguntarme: ¿con qué barbaridad nos va a obsequiar hoy el Gobierno de España?
Aprobada la Ley Celaá de Educación, toca ahora la tarea de desarrollar la norma de manera que llegue por medio de unos reales decretos a la programación de los centros de todo el país. “Los borradores de Matemáticas, Educación Física, Artística, Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural y Lengua Castellana y Literatura tienen todos una perspectiva de género. En el caso de Educación infantil (0 a 6 años) se fomenta también el ‘descubrimiento personal de la sexualidad’ y ‘los juegos exploratorios estimulantes’… La asignatura de Valores Cívicos y Éticos establece para los alumnos de Primaria que uno de los saberes primarios ha de ser ‘la guía como ética de nuestras acciones. El significado de ‘bueno’ y ‘malo’ Normas, virtudes y sentimientos morales…” (ABC, 10 de agosto de 2021).
Para mí el primer gran problema es qué entendemos por bueno y malo. Ya en la contraportada de mi libro Relativismo e ideología de género escribí: “¿Y qué es la ideología de género? Su moral sexual, salvo en el caso de violación, que también desaprueba, es la misma que en la moral matólica, pero al revés. Es decir, es la moral del Diablo”. Y cuando alguien me preguntó: “En la Iglesia, ¿quién piensa lo mismo que tú?”, le respondí: “San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco”.
No nos olvidemos que la ideología de género se basa en el relativismo, en el marxismo y en el rechazo a la ley natural, rechazo que Rodríguez Zapatero expresó así: “La idea de una ley natural por encima de las leyes que se dan los hombres es una reliquia ideológica frente a la realidad social y a lo que ha sido su evolución. Una idea respetable, pero que no deja de ser un vestigio del pasado”. Lo que es Verdad y Mentira, Bueno o Malo lo decido yo, que para algo soy el Gobierno, y aunque la Constitución diga: “Art. 27-3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Pero es que para esta gente, para nuestro Gobierno, los hijos son del Estado y no de los padres.
San Pablo VI, encíclica Ecclesiam Suam nº 18: “El relativismo, que todo lo justifica y todo lo califica como de igual valor, atenta al carácter absoluto de los principios cristianos”.
San Juan Pablo II, encíclica Veritatis Splendor nº 101: “Existe hoy un riesgo no menos grave debido a la negación de los derechos fundamentales de la persona humana y a la absorción en la política de la misma inquietud religiosa que habita en el corazón de todo ser humano: es el riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético, que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad”.
Encíclica Fides et Ratio nº 80: “Incluso el problema del mal moral -la forma más trágica de mal- es afrontado en la Biblia, la cual nos enseña que éste no se puede reducir a una cierta deficiencia debida a la materia, sino que es una herida causada por una manifestación desordenada de la libertad humana. En fin, la palabra de Dios plantea el problema del sentido de la existencia y ofrece su respuesta orientando al hombre hacia Jesucristo, el Verbo de Dios, que realiza en plenitud la existencia humana. De la lectura del texto sagrado se podrían explicitar también otros aspectos; de todos modos, lo que sobresale es el rechazo de toda forma de relativismo, de materialismo y de panteísmo”.
Benedicto XVI, encíclica Caritas in Veritate nº 26: “El eclecticismo y el bajo nivel cultural coinciden en separar la cultura de la naturaleza humana. Así, las culturas ya no saben encontrar su lugar en una naturaleza que las transciende, terminando por reducir al hombre a mero dato cultural. Cuando esto ocurre, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación”.
El cardenal Bergoglio, en carta del 22 de junio de 2010 a las carmelitas descalzas de Buenos Aires sobre la aprobación de la ley del matrimonio homosexual en su país, escribe: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política, es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.
Francisco, exhortación apostólica Evangelii Gaudium nº 64: “El proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Además, al negar toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada”.
Por todo ello, para mí está claro que la ideología de género, la ideología del Gobierno, es, para un católico, inadmisible por diabólica. Lo que para nosotros es malo y pecado, para ellos es lo bueno; lo que para nosotros es lo bueno, como la vida, una positiva y prudente educación sexual, la educación en las virtudes humanas y cristianas, el matrimonio y la familia, es lo que ellos combaten.