Es la historia de una polémica anunciada: el rifi-rafe entre socialistas y nacionalistas sobre los nuevos contenidos de Educación para la Ciudadanía que incluye el “Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia”.
El Gobierno Vasco anuncia como uno de los objetivos de esta educación contra la violencia que los alumnos “sientan empatía hacia los que la sufren y no hacia los que la provocan". Así que, a partir de septiembre, los alumnos vascos de la E.S.O. aprenderán a empatizar el sufrimiento ajeno gracias al material escolar que se está adaptando y, sobre todo, a los testimonios de las víctimas del terrorismo en las aulas. Ni qué decir tiene que la AVT aplaude la iniciativa con la que colabora seleccionando testimonios.
Como era de esperar, el PNV ha puesto el grito en el cielo pues dice desconocer los contenidos propuestos —que se basan en una remodelación de los elaborados por el anterior ejecutivo: "el PNV ya advirtió de que permanecería vigilante y realizaría un seguimiento detallado de la aplicación que el Ejecutivo pudiera hacer del Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de la Violencia", donde ha enmarcado el Gobierno Vasco la iniciativa presentada.
Más allá de las connaturales discrepancias entre gobierno y oposición, creo que la disputa pone de relieve indudablemente tres cuestiones de hondo calado social.
Primeramente, evidencia el carácter intrínsecamente adoctrinador de Educación para la Ciudadanía ¿o creen ustedes que gobierno y oposición iban a echarse los trastos a la cabeza por los contenidos del currículum de matemáticas?. Como avisábamos desde el movimiento objetor a EpC, “si no rechazas hoy esta Educación para la Ciudadanía, la rechazarás mañana”. Educación para la Ciudadanía, tal como está configurada en España es, fundamentalmente, vehículo de adoctrinamiento político y moral. De ahí los cambios de contenido que suceden inevitablemente a los cambios de gobierno.
Por otra parte, me parece completamente errada la metodología para enseñar a los jóvenes el valor de la paz y el rechazo de la violencia. El recurso a la empatía y a los aspectos emocionales es un método tremendamente manipulador y extensamente utilizado por los totalitarismos. La empatía no es un motivo racional para obrar éticamente. Precisamente los movimientos terroristas explotan la empatía y los argumentos emocionales e irracionales para extender su dominio social. No utilicemos métodos que pueden volverse en contra nuestra a la primera de cambio ¿o no sabrá provocar empatía la desconsolada madre de un preso, la hermana de un militante terrorista muerto en un tiroteo, el joven supuestamente torturado en una detención por kale-borroka?
Finalmente, adoptar medidas extraordinarias para enseñar a los jóvenes el valor de la paz y el rechazo a la violencia viene a legitimar la postura de aquellos que sostienen que existe un “conflicto vasco” de naturaleza específica. En el País Vasco, como en el resto de España, se educa para la paz enseñando racionalmente (no emocionalmente) que uno debe hacer el bien y evitar el mal; que matar, torturar, maltratar o perseguir a una persona es algo intrínsecamente malo mientras que procurar la concordia, la armonía y la resolución pacífica de conflictos son bienes deseables. El abc de toda ética. De una ética racional que debe aprenderse en casa desde pequeñitos sin necesidad de esperar a que el gobierno de turno decida por nosotros qué es lo que está bien y qué es lo que está mal por medio del correspondiente adoctrinamiento emocional.
Mariano Bailly-Baillière Torres-Pardo
Padre Objetor a Educación para la Ciudadanía
Padre Objetor a Educación para la Ciudadanía