Este pasado domingo comenzó el tiempo de Adviento, una nueva oportunidad de preparar y dar la bienvenida al Señor Jesús de cara a la Navidad.
Sin embargo, como recuerda el padre Ed Broom, sacerdote oblato y experto en temas de espiritualidad, en realidad, la Iglesia invita en este tiempo a meditar sobre las tres venidas del Señor Jesús. De hecho, esta podría ser una meditación muy fructífera.
¿Cuáles son entonces las tres venidas del Señor Jesús?
Este religioso habla de ellas y de cómo prepararse para recibir a Jesús en Catholic Exchange.
Su primera venida
La primera fue la llegada del Señor Jesús nacido en la carne hace unos 2.000 años de la Santísima Virgen María en un establo en Belén. San Juan, en el Prólogo, lo recuerda con estas palabras: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. (Juan 1:14).
Su segunda venida
Jesús vendrá de nuevo y será al final de los tiempos. El hombre no conoce ni el día ni la hora, ni el momento ni las circunstancias. La voluntad de Dios, el Padre, determinará esos tiempos. Sin embargo, Jesús recuerda constantemente: “Estad despiertos y alerta porque no sabemos ni el día ni la hora. Vendrá como un ladrón en la noche". (Mateo 25:13)
Su presencia continua
El padre Broom explica que la tercera venida del Señor en realidad se produce ahora, mañana y constantemente, de una manera muy diferente pero muy real. Jesús viene por gracia. Dios es tan amoroso y generoso que viene a través de la gracia de muchas maneras y con diferente intensidad. Las siguientes son las venidas de Jesús por gracia: en oración, mediante obras de caridad y limosna (lea Mateo 25: 31-46), mediante penitencias y sacrificios hechos a Dios por la conversión de los pecadores.
Además, y de una manera mucho más poderosa, la gracia se comunica a través de la digna recepción de los sacramentos. Un sacramento es un signo exterior instituido por Cristo para conferir gracia. Más especialmente, la gracia se derrama en abundancia a través de la recepción frecuente y ferviente del Sacramento de la Confesión y el Sacramento de la Santísima Eucaristía.
Y a continuación, este oblato ofrece igualmente cinco ayudas sencillas pero eficaces para preparar el corazón para recibir al Emmanuel:
1. Confesión
Ed Broom propone que todos los católicos recurran al sacramento de la confesión en el tiempo de Adviento. “Limpiemos nuestra propia cueva interior de la suciedad, las telarañas, el mal olor, no de los animales sino del pecado. En palabras de San Pablo, ¡que seamos la fragancia de Cristo!”, asegura.
2. Palabra de Dios
San Jerónimo dijo: "La ignorancia de la Sagrada Escritura es la ignorancia de Cristo". En este punto, el sacerdote recomienda encontrar “un lugar tranquilo y un buen momento del día, con mucha buena voluntad, para encontrar al Señor en Su Palabra. Vive el Padre Nuestro: ‘danos hoy nuestro pan de cada día!’. Este pan de cada día es la Palabra de Dios. Jesús declaró esto muy claramente al rechazar la tentación del diablo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". (Mateo 4: 4)
3. Rezar más
Tan pronto como sea posible hay que rezar, recitar una oración. “¡Este es ciertamente un tiempo en el que debemos hacer un esfuerzo para orar más y pecar menos!”, indica el padre Broom.
Para ello, recuerda que “en realidad, una vida de pecado y una vida de oración profunda son diametralmente opuestas, como tratar de mezclar aceite con vinagre, o mezclar el fuego con una manguera, o combinar luz con oscuridad. Cuanto más frecuente y fervientemente oremos, más nos alejamos de la realidad del pecado”.
La oración en familia es propicia en este tiempo de Adviento
4. Ayuno, especialmente de la lengua
Hay muchas formas en las que se puede practicar el ayuno. Comer menos o incluso privarnos de alguna comida puede ser muy beneficioso. Jesús dijo: "Algunos demonios sólo pueden ser expulsados mediante la oración, el ayuno o la penitencia". (Mt. 17:21) Sin embargo, Ed Broom también agrega al ayuno de alimento, la abstención verbal de pecar con lalengua.
“¿Con qué frecuencia pecamos con nuestra lengua y ofendemos a Dios y a nuestro prójimo, e incluso con mayor frecuencia a los miembros de nuestra familia? Palabras vulgares, expresiones inapropiadas, sarcasmo amargo e ironía, mentiras piadosas, explosiones vociferantes, y hay que decirlo: chismes, chismes y, de nuevo, chismes”, afirma.
¿Por qué no entrar en el Adviento leyendo Santiago capítulo 3, el famoso capítulo sobre los pecados de la lengua?, se pregunta. Incluso llama a asumir este compromiso, siguiendo los consejos de San Bernardo, de abrir la boca sólo en tres circunstancias:
-Para alabar a Dios,
- Acusarnos de nuestras propias faltas
- ¡Edificar al prójimo!
5. “Maria cogita, Maria invoca”
Una de las características más destacadas de la Congregación de los Oblatos de la Virgen María es su amor tierno y confiado por la Santísima Virgen María. “El siguiente elemento esencial en el carisma de los oblatos es el dicho: Nunc Coepi ¡empezar de nuevo! Es decir, comenzaré de nuevo después de caer en pecado, ¡aunque sea mil veces al día!”, afirma Broom, precisamente oblato.
Pero además, añade que “el oblato vive en la atmósfera o medio espiritual de María, inhalando y exhalando María cogita, María invoca, que significa: Piensa en María, Invoca a María. Siendo fieles al espíritu del tiempo de Adviento, acompañamos a María, que con gran alegría y expectación anhela el nacimiento de Jesús su Hijo, Jesús nuestro Hermano Mayor, Jesús el Salvador del mundo”.
(Publicado originariamente en ReL diciembre de 2020)