La decimocuarta tertulia de Supergesto abordó una cuestión que afecta al meollo de la acción misionera: ¿en qué consiste el éxito de la misión? ¿Cuáles deben ser sus verdaderos frutos? ¿Deben los misioneros obsesionarse con los resultados? ¿O deben confiar en el poder de la fe y la oración?

La "tensión" por los frutos

El sacerdote Fran Pinilla, de la diócesis de Bilbao, moderó un debate al respecto en el que participaron: Lucas Calderón, joven misionero que ha estado en Malawi, Camboya y muy pronto en Perú; Mónica Marín, de la asociación Jatari, que ha estado en Rumanía y en Perú, además de numerosos lugares de España; y Quique de Arteaga, sacerdote madrileño con experiencia en Rumanía y Turquía y próximamente en Polonia.

El punto de partida es una aparte contradicción. Por un lado está el Evangelio, cuando Jesús dice: "Por sus frutos los conoceréis " (Mateo 7, 16). Pero por otro lado están historias como la de Charles de Foucauld, que tras una vida de trabajar en la misión con los bereberes, aseguró no haber conseguido que ni uno solo de ellos se convirtiese. ¿Con qué debe entonces quedarse un cristiano o una persona que vaya a la misión? ¿Hasta qué punto hay que obsesionarse con los frutos que da el servicio a la Iglesia? 

“Es un tema que tanto en misión como en las parroquias produce cierta tensión”, explicó Pinilla, que puso un ejemplo muy típico en las parroquias: “Llevo toda la vida de catequista, han pasado un montón de niños por mí… ¿y dónde están?”. Quique, el otro sacerdote, respondió que, según su experiencia parroquial, “tener el templo lleno o vacío me da igual, porque puedo tenerlo lleno de gente que va a la fiesta, y no porque esté buscando a Cristo”.

No hay que obsesionarse

Mónica, por su parte, dijo que a Jatari llegan personas de todo tipo de movimientos, "y vienen con realidades muy particulares”, por lo que “hacer balance de qué es fruto y qué no lo es” es una tarea complicada. Se sintió identificada con el ejemplo citado de Charles de Foucauld: muchas veces "somos como él, que no vemos esos frutos, aunque estén”. Por ello ofreció dos consejos: cuando los frutos sean evidentes, "no nos los apropiemos"; y cuando no se vean, pongámonos "a buscarlos, pero sin obsesionarse".

Lucas apostilló que ver los frutos también es bueno, "porque motiva y porque el Señor a veces te permite verlos para que puedas seguir con tu labor, pero sin apropiártelos ni ponerte la medalla”.

También hay que saber identificar los frutos, que no consiste en seguidores o en likes en las redes sociales, dijo Arteaga: “El primer fruto es la fidelidad. Vas a dar fruto si estás unido a la vid”. Se refería a la necesidad de la oración, y puso un ejemplo tomado de la vida de la Madre Teresa de Calcuta: cuando una hermana de la congregación propuso recortar tiempo de la oración para dedicarlo a las tareas del día, ella dobló el tiempo de oración.

La tertulia de Supergesto sobre cómo se miden los éxitos en el ambito misional.

Por eso, añadió Quique, aunque ver los frutos guste, a veces “se nos cuela la mentalidad del mundo; es necesario cambiar el ‘chip’ del mundo por el ‘chip’ del Evangelio”.

La app de Supergesto

Supergesto es heredera de la revista misionera homónima, que dejó de imprimirse pero ahora resucita cada quince días en forma de tertulia donde influencers católicos y jóvenes con experiencia misionera dialogan sobre temas actuales de la misión.

A estas tertulias se añaden otros contenidos como podcast misioneros, artículos de formación y recomendaciones culturales. Recientemente se ha creado la app Supergesto para facilitar la interacción a través del móvil.