“La entrada de la Iglesia en el tercer milenio se realiza desde la conciencia de la necesidad de una nueva evangelización, en la que la restauración del Catecumenado por etapas ha de jugar un papel determinante”, dice monseñor Rico Pavés, actual responsable episcopal del catecumenado en España (“Origen y desarrollo del Catecumenado en la antigüedad cristiana”, p. 92).
A continuación se presentan seis razones que justifican la instauración y el impulso del catecumenado de niños en España como camino para la formación cristiana de los niños y preadolescentes, que alimenta y vivifica la propia fe mediante la conversión personal a Jesucristo:
1. Respuesta a la nueva realidad
Desde hace un par de décadas se inició en España un proceso que, con el paso del tiempo, se ha acrecentado y, previsiblemente, irá a más, dada la acusada secularización de la sociedad española: muchos niños no reciben ya el Sacramento del Bautismo al poco de nacer. Según las últimas estadísticas se estima que su número ronda el 50% de los niños nacidos en los últimos años.
Un número muy reducido de esos niños, bien por propia iniciativa bien por la de sus padres, solicita el Bautismo durante el período escolar (7-14 años). De esta manera, Dios nos hace una llamada para salir gozosamente al encuentro de esta nueva realidad y darle la oportuna respuesta. Ésta no es otra que el catecumenado de niños, reinstaurado por el Concilio Vaticano II, al que el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (a. 1976) dedica el capítulo V.
2. Respuesta a las indicaciones de nuestros pastores
La Conferencia Episcopal Española se ha ocupado, con frecuencia y desde hace tiempo, sobre el catecumenado de niños en edad escolar. Además de las referencias del documento La Iniciación cristiana. Reflexiones y Orientaciones (a.1988), volvió a tratarlo en las Orientaciones Pastorales para el Catecumenado (a.2002) y, de modo muy particular y pormenorizado, en las Orientaciones pastorales para la iniciación de niños no bautizados en su infancia (a.2004). En sus Programas pastorales, también se ha referido al catecumenado.
En fechas muy recientes, ha tratado ampliamente de él en la Instrucción Pastoral Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo (a. 2015). Finalmente, el último Plan Pastoral para el quinquenio 2021-2025, Fieles al envío misionero (a. 2021) aporta luces de fondo sobre el particular. Dios nos habla a través de nuestros legítimos pastores: los obispos.
Los autores del reportaje han publicado la serie de libros “Catequesis de orientación catecumenal” (seis libros para las catequesis con niños y preadolescentes). Para más información o compra aquí.
Y tenemos, además, la luminosa enseñanza del papa Francisco: “Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o 'kerygma', que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial (…). En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: 'Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte'". (“La alegría del Evangelio”, n. 164).
3. Respuesta al Directorio para la Catequesis
El último Directorio para la catequesis, publicado en 2020, además de recoger lo que decían los anteriores, amplía el panorama y hace una fuerte llamada a favor del catecumenado de niños, tanto del estrictamente tal -no bautizados que piden el bautismo- como en sentido analógico: bautizados pero con una formación y una vivencia cristiana deficientes (cf. n.62).
Por otra parte, promueve la catequesis de orientación catecumenal, la cual, aunque no asume al pie de la letra el catecumenado, recoge su estilo y dinamismo formativo. De este modo, ofrece pistas importantes sobre la catequesis kerygmática y mistagógica, que es la que está reclamando actualmente la pastoral catequética.
“Es importante –dice el Directorio para la Catequesis- que cada comunidad cristiana se acerque a las realidades familiares heterogéneas, con sus luces y sombras, para acompañarlas adecuadamente y discernir la complejidad de las situaciones” (cf. n. 234).
4. Respuesta alternativa a muchas catequesis actuales de Primera Comunión y de Confirmación
Pastores y catequistas de todas las diócesis se lamentan de la enorme desproporción que existe entre el esfuerzo empleado en la catequesis de Primera Comunión y en la de Confirmación con los frutos espirituales y pastorales que se obtienen. Un número bastante alto de niños abandona la catequesis e incluso la práctica religiosa dominical después de la primera comunión y son muy pocos los que perseveran tras la confirmación.
De ahí que bastantes sacerdotes y catequistas ven la necesidad de hacer un cambio pastoral en algunas catequesis actuales. Esta ya no puede ser –como ocurría hasta hace poco- algo parecido a una clase de Religión escolar. Se trata, más que de preparar a un determinado sacramento, de hacer verdaderos discípulos de Jesucristo. Lo cual comporta asumir la Palabra de Dios como elemento básico y revitalizar la fe en todas sus dimensiones: profesarla, celebrarla, vivirla y orarla.
El catecumenado de niños, tanto en sentido estricto como en su sentido analógico, puede convertirse en un valioso instrumento pastoral; pues el catecumenado requiere tiempo, etapas y ritos. Y una personalidad cristiana no se improvisa de la noche a la mañana.
5. Necesidad de implicar a los padres en ese proceso de orientación catecumenal
En el catecumenado de niños, como en toda otra actividad formativa que se realice con ellos, es imprescindible contar con los padres, porque la familia es el ámbito en el que los niños viven, crecen y se desarrollan en todas sus dimensiones. Ciertamente, al principio no serán muchos –a veces muy pocos- los que quieran implicarse. De todos modos, a nosotros nos corresponde echar la semilla y cultivarla, y que sea el Señor el que haga los milagros de la gracia que considere oportunos.
Por otra parte, el catecumenado de niños puede ser una ocasión muy adecuada para acercarse pastoralmente a los padres que hayan pedido el Bautismo de sus hijos, brindarles trato y amistad y, en la medida de lo posible, realizar con ellos un segundo anuncio de la fe, así como abrirles horizontes para que descubran el papel insustituible que tienen los padres en la educación de sus hijos.
Además, los padres que comienzan a interesarse por educar la fe en sus pequeños refuerzan su propia fe, aunque esta sea muy débil, pues la fe crece cuando se transmite (Benedicto XVI). Por otro lado, ¡cuántas veces la amistad y cercanía del niño con Jesús lleva a sus padres a volver a la Iglesia y a interesarse más por el Evangelio y por la vida cristiana.
6. Impulso a la alegría misionera de las parroquias
El catecumenado de niños en edad escolar, lo mismo que el de adultos, requiere la presencia e inserción en la comunidad parroquial. No solo porque los catequistas y sacerdotes son parte de ella sino porque el resto de los bautizados ha de sentirse implicado.
Engendrar nuevos hijos es esencial no sólo para la familia humana, sino también para la cristiana. La experiencia atestigua que los hijos traen siempre alegría a la familia. También la traen a la familia parroquial, tantas veces desanimada por la ausencia de jóvenes en las misas dominicales y demás actos de culto.
Por otra parte, la celebración de los diversos ritos del catecumenado con las familias y aún con comunidad: entrada en el catecumenado, entregas, escrutinios y celebración de los sacramentos en la Vigilia Pascual o en un domingo pascual próximo, es un recordatorio de la vocación apostólica propia de todos los bautizados. Además, pueden impulsar el espíritu misionero de los niños y de los mayores, especialmente de los abuelos respecto a sus nietos y a los amigos de sus nietos.
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