Ya se acerca a su recta final el Año Jubilar Ignaciano, por la conversión de San Ignacio. El 31 de julio tendrá lugar la clausura en Loyola. En todo el mundo se ha celebrado con conferencias, tandas de Ejercicios, publicaciones y algunas cartas pastorales...
Pero en junio, el mes dedicado al Corazón de Jesús, vale la pena meditar sobre su relación con San Ignacio. ¿Qué relación tuvo San Ignacio con la devoción al Corazón de Cristo? ¿Por qué la Compañía de Jesús tuvo la misión a través de San Claudio de la Colombiére, director de Santa Margarita María de Alacoque, de extender el culto al Corazón de Jesús para toda la Iglesia?
José María Alsina, superior de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, reflexiona sobre esta relación. Este verano predicará una tanda de Ejercicios de Mes desde el Corazón de Cristo: del 10 de julio al 10 de agosto, en la casa de Espiritualidad del Burgo de Osma (Soria). Aún quedan algunas plazas.
Alsina ofrece 10 puntos desde los que podemos ver en los Ejercicios de San Ignacio una verdadera escuela del Corazón de Cristo.
10 lazos del Sagrado Corazón en los ejercicios ignacianos
Si bien es cierto que San Ignacio no conoció el culto al Corazón de Jesús tal cual lo conocemos modernamente -especialmente a través de las revelaciones de Paray le Monial y el Magisterio de los Papas de los últimos tiempos- los Ejercicios ignacianos son un marco perfecto para comprender con hondura el sentido y la profundidad teológica de esta devoción. Hay 10 aspectos que así lo constatan.
1.- La devoción al Corazón de Jesús nos muestra la centralidad del misterio de Cristo como núcleo de nuestra fe. San Ignacio desde el Principio y Fundamento está invitándonos a mirar al Corazón de Cristo como lugar donde se realiza la alabanza, la reverencia y el servicio perfecto al Padre. En el Corazón de Cristo encontramos la fuente y el modelo de la “indiferencia” ignaciana en la que bebemos y aprendemos a hacer uso de las criaturas “tanto cuanto” nos conducen al fin para el que hemos sido creados.
2.- La primera semana de Ejercicios tiene como fin el aborrecimiento afectivo y efectivo del pecado. Para ello San Ignacio nos introduce en la escuela del Corazón de Cristo, finalizando las contemplaciones al pie del Crucificado, tratando con mucho afecto al Señor crucificado y preguntándole “como un amigo a otro amigo, como un siervo a su señor”. ¿Qué he hecho por por Ti, qué hago por ti, qué debo hacer por ti?
San Ignacio y San Luis Gonzaga adoran al Sagrado Corazón, imagen clásica de la devoción jesuita al Sagrado Corazón en el siglo XVIII, pintada hacia 1770.
3.- El centro de los Ejercicios está en las contemplaciones de los misterios de la vida de la infancia y vida pública del Señor. Estamos en la segunda semana. Todas las contemplaciones estarán precedidas por la petición del “conocimiento interno de Cristo”. Se trata de entrar en ese amor cordial con Jesús desde la contemplación interna de sus misterios.
4.- La escuela de los Ejercicios es una escuela de discernimiento. Para ello San Ignacio va ofreciendo una serie de meditaciones y documentos en los que el Ejercitante va a encontrar luz para conocer la voluntad de Dios y elegir aquello que Dios quiere para él.
La meditación del Rey temporal, las dos banderas, las reglas de discernimiento, la meditación de los binarios y los grados de humildad tiene como característica común una mirada.
La mirada se dirige al Corazón de Cristo que es precisamente a quien hay que elegir al final de este proceso. No se trata tanto del qué elegir como a quién elegir, y ese quién tiene un centro que es su Corazón. Es por amor y desde el Amor que el Ejercitante va a ir conociendo la voluntad de Dios.
5.- Hay un elemento de la devoción al Corazón de Jesús que se nos revela en la tercera semana, momento en el que el ejercitante es invitado a adentrarse en el misterio del “dolor con Cristo doloroso”. Este elemento es el de la compasión y reparación.
La comprensión de la pasión de Cristo según San Ignacio en los Ejercicios impulsa al ejercitante a entrar en todo el misterio de la “com-pasión del Señor” y provoca un deseo de amarle por lo que no le he hemos amado y no le aman los hombres. Este es el sentido de la reparación pedido por el Señor a Santa Margarita María
6.- Los Ejercicios están acompañados en todo momento por una serie de “reglas” llamadas “adiciones” que van dando las pautas al ejercitante y al director de Ejercicios para ir adecuando el cuerpo y el espíritu a todo el proceso de los Ejercicios. Estas “adiciones” a veces se han leído desde una perspectiva “metódica” y “voluntarista”, como si la efectividad dependiera de los medios. Para salvar el peligro de este planteamiento, la perspectiva de los Ejercicios según San Ignacio apunta en todo momento a poner los medios al servicio del fin que es identificarnos con los sentimientos del Corazón de Cristo.
7.- La meditación de la Resurrección de Jesús y de las apariciones conducen al Ejercitante al gozo con Cristo gozoso. Este gozo es entendido por San Ignacio como fruto del encuentro del corazón del ejercitante con el Corazón de Cristo, fuente de caridad de la que proviene todo verdadero gozo.
8.- El itinerario de los Ejercicios finaliza con la “Contemplación para Alcanzar Amor”, de la que brota el agradecimiento y la ofrenda de “la memoria, el entendimiento y voluntad” al Corazón que es fuente y origen de todo bien. El fruto de esta ofrenda es la Consagración de la propia vida en disponibilidad para “en todo amar y servir a su Divina Majestad”.
9.- El marco vital en el que el ejercitante debe de contrastar la veracidad de su discernimiento es la Iglesia. San Ignacio nos ofrece las “reglas para sentir en la Iglesia” modo concreto en el que el corazón del ejercitante adecúa sin equívocos y con toda verdad con el Corazón de Cristo que hoy y siempre late y laterá en el corazón de la “Santa Madre Iglesia Jerárquica”, como la llama San Ignacio.
10.- La experiencia ignaciana está atravesada por el recurso constante a la Virgen María. Una y otra vez se nos invita a lo largo de los Ejercicios, particularmente en los coloquios, a acudir a la Virgen, para “que nos ponga junto a su Hijo”. María para San Ignacio es el camino seguro para que el que hace Ejercicios conozca la voluntad del Señor y la quiera con todo afecto. Es fácil ver en este aspecto la invitación a sintonizar desde el Corazón de María en el Corazón de Cristo.