El obispo Francisco Simón Conesa, que tomó posesión de la diócesis de Menorca hace algo más de dos años, anima a mantener abiertas las iglesias tanto tiempo como se pueda, y también a organizar entre los parroquianos grupos encargados de acogida para mostrar el templo a los curiosos y visitantes.
Menorca tiene sólo 90.000 habitantes (es una de las diócesis españolas más pequeñas) pero recibe 700.000 turistas cada año. En un día cualquiera de agosto se pueden contar más de 220.000 personas. La isla cuenta con una veintena de parroquias: ¿logrará mantenerlas abiertas y acogedoras para esta multitud de visitantes?
A continuación, publicamos íntegro el artículo del obispo Conesa.
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Abrir las puertas de nuestros templos
por Francisco Conesa, obispo de Menorca
Un signo de que somos Iglesia de puertas abiertas es mantener las puertas de nuestros templos abiertas el mayor tiempo posible.
Es triste encontrar que muchas iglesias abren sólo el tiempo indispensable para que se puedan celebrar los actos de culto.
Durante el resto del día, los feligreses no tienen la oportunidad de entrar al templo para rezar o realizar una visita al Sagrario. Una iglesia que, por sistema, tiene las puertas cerradas da la impresión de algo que está muerto.
El Papa Francisco escribió en Evangelii Gaudium que “uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas” (n. 47).
Y en una de la audiencias dijo que “las iglesias, parroquias e instituciones con las puertas cerradas, no se deben llamar iglesias, se deben llamar museos” (9-9-2015).
Sé que es difícil mantener abiertas todo el día las puertas de las iglesias, porque el temor a que se produzcan robos o se deterioren las cosas, recomienda que no se deje el templo sin vigilancia, y los sacerdotes no pueden estar todo el día pendientes de ello.
Por eso, para mantener abiertas las puertas, se requiere la ayuda de los seglares.
Me consta con satisfacción que hay parroquias que han formado un grupo de seglares que se van turnando para tenerla abierta.
En la antigüedad existía un oficio singular dentro de la comunidad que se llamaba “ostiario” (de la palabra latina “ostium”, que significa “puerta”). El ostiario era el que abría las puertas y acogía a la gente. Hasta la reforma del Concilio Vaticano II era una de las órdenes menores que se recibía antes del presbiterado.
Hoy sería necesario revitalizar este servicio eclesial: que hubiera personas dispuestas a tener abiertos los templos, a acoger, escuchar y atender a todo el que lo requiera, para que todos puedan sentir que la Iglesia es casa acogedora.
En las orientaciones para la pastoral del turismo que emitió recientemente el Consejo de Pastoral de la Diócesis se recomienda ser hospitalarios y brindar al visitante una acogida cordial, tratándole con dulzura y respeto.
Se sugiere también la formación de grupos de acogida: “sería conveniente que algunos miembros de nuestras comunidades se encargaran del ministerio de acogida, saludando en nombre de la comunidad a las personas que vienen a nuestras celebraciones y acogiéndolas en la misma”.
Las puertas abiertas de nuestros templos son un signo precioso de lo que quiere ser nuestra Iglesia. ¡Ojalá encontremos fórmulas para mantenerlas abiertas!
+ Francisco Simón Conesa Ferrer
Obispo de Menorca