El programa empezó con otra necesidad: en 2016 le obligaban a quitar los objetos religiosos de una sala multiusos de un correccional, que pasaba a ser "neutra". "Quite de aquí estos objetos", le dijeron.
"Quizá deberíamos crear algunos objetos portátiles", pensó. Y se le ocurrió también que podía encargárselo a algunos presos, igual que lo había visto en programas de acogida. Y así organizó una hora de terapia artística cada martes, a la que se apuntaron unos pocos presos católicos, con materiales que donaba una parroquia.
"Si os soy sincero, no tengo ninguna capacidad artística", dice el diácono. "Pero me atraía que fueran capaces de expresarse con sus obras. Hablamos sobre nuestra relación con Dios y como expresarla en obras de arte. Ese es el núcleo del programa". Sin tener maestro de pintura, pero con unos presos ayudando a otros, los que sabían colorear ayudaban a los que eran mejores con esquemas y bocetos. Ahí nació todo un programa pastoral.
La revista de la diócesis, Catholic Transcript, cuenta (aquí) la experiencia de uno de los internos, Christopher Message, un hombre que se enganchó al alcohol, drogas y cocaína y luego fue pirómano. En uno de sus incendios murió un bombero. Fue condenado a 10 años de prisión y 5 de libertad vigilada. Ha cumplido ya 6 años y medio.
En la cárcel ha vuelto a la fe católica de su infancia que había abandonado y también ha apostado por la vía del arte, la música y la pintura. De niño incluso tocaba en el órgano de la parroquia a la que asistía cada semana con su familia adoptiva, recuerda. Pero no tuvo nunca formación pictórica. Aprende ahora con compañeros. También encarga libros sobre pintura. Ha leído dos sobre Caravaggio y le gusta su estilo de claroscuro, el contraste entre luz y negrura.
Ha leído el libro del monje Thomas Merton "Ningún hombre es una isla", en el que habla de la vocación de cada persona. Y Message cree que parte de su vocación es comunicar fe con pintura y música. Afirma que tiene 80 páginas de música escrita a mano, incluyendo 8 "sonatas para los santos".
"Asumo toda la responsabilidad por lo que hice, estoy avergonzado. Nunca antes había violado la ley. Buscaré ayuda profesional si surge algún problema… No volveré nunca más a las drogas y el alcohol. Tengo mi familia, amigos, la fe en Dios y el apoyo católico de la Iglesia cuando salga”, explica a la revista diocesana. "En prisión la Iglesia me ha llevado de vuelta a donde necesitaba estar, me ayudó a reconstruir mi fe".
Hace poco dudaba si hacer más retoques a un Cristo crucificado que pintaba. Lo mostró a un compañero. Enseguida vinieron más presos. "Allí tenía a 10 o 15 internos metidos en mi cubículo, todos contemplando fijamente el cuadro. Todo el mundo estaba en silencio, solo mirando". Todos llegaron a una conclusión: no había que añadir nada más.
Christopher Message quiere usar sus pinturas para expresar afecto por Cristo, María y los santos. Algunos de sus cuadros religiosos, y de los de otros presos, ya están en diversas parroquias. Hay párrocos que les hacen encargos. Message también regala cuadros a su madre, a su novia y al arzobispo Leonard P. Blair.
Pero para el diácono Torres lo más importante es que el arte y la espiritualidad se alíen a la hora de reconstruir estos hombres, especialmente para cuando salgan.
"Creo que los redirige de vuelta al centro de lo que ellos aprendieron de niños, las enseñanzas y la doctrina de la fe, y el amor a Dios y al prójimo", afirma el diácono Torres. Esta pastoral también refuerza "lo importante que es tener ese manto de espiritualidad como parte de la reintegración, para que puedan utilizarla cuando regresen a casa", agrega.
El diácono Torres explica que necesita más voluntarios para que le ayuden en programas de oración, preparación a sacramentos y encuentros de oración en prisión. Necesita especialmente voluntarios que hablen español que puedan acudir a las instituciones correccionales en Enfield, Somers, Niantic, Cheshire or New Haven (contacto Michael.Torres@ct.gov).