El diario habla con estos surfistas, que relatan como aplican la nueva evangelización a través de las olas y las tablas de surf. Hacen presente a Dios en un ambiente en el que hasta ahora no estaban muy presentes. “Somos un puente entre la iglesia y la playa: Servimos a la Iglesia alcanzando la playa, lugares donde no siempre les es posible llegar”, afirman desde su web.
Este movimiento surgió en Australia en 1983 de la mano de Brett Davis, surfista y además cristiano que quiso unir los dos grandes pilares de su vida. Rápidamente, se fue extendiendo pues el vacío en el mundo del surf era enorme y en 1999 se hizo internacional estando presente en la actualidad en 35 países, entre ellos España.
Fue en 2011 cuando los Christian surfers iniciaron su andadura en España y en este momento existen grupos en Galicia, Asturias, País Vasco, Cataluña, Valencia, Andalucía, Baleares y Canarias, es decir, prácticamente en toda la costa litoral del país exceptuando Murcia y Cantabria.
El director de este grupo en España, Marc Pradales, profesor de surf y estudiante de Teología, afirma a El País que “de lo que se trata es de amar al prójimo, de dar servicio a los demás, en nuestro caso dentro de la comunidad del surf”.
En España, los 'christian surfers' son de momento unos cincuenta pero su capacidad de atracción es alta
Este grupo, en el que hay católicos y protestantes, pretende hacer coherente la cultura que rodea al surf con los valores del cristianismo. Y ellos bromean siempre al recordar el Evangelio cuando dice que Jesús caminó sobre las aguas.
Pradales reconoce que en España son apenas cincuenta miembros pero no están preocupados por el número. “Con más gente implicada podríamos servir mejor, pero la cantidad es algo secundario”, asegura.
Entre sus actividades además de surfear está el hacer de voluntarios para dar clases de surf a personas con movilidad reducida o realizar labores como la limpieza de las playas, pues “creemos que Dios es el creador del mundo, y por tanto, de las olas”.
Sin embargo, su principal labor es otra. La cristiana surfera Tamiris Rahim asegura que “sólo queremos llevar la buena noticia a las playas” y es s que “hemos conocido a Jesús y eso ha impactado nuestras vidas”.
Esta joven reconoce que “hace unos años la imagen que había de de la comunidad del surf no era demasiado buena, se veía a los surfistas como hippies consumidores de droga, pero en realidad el surf es una práctica muy sana que aparta a los jóvenes de otras actividades más perjudiciales”.
Es precisamente en este ambiente en el que estos cristianos penetran. “El surf es un estilo de vida centrado en uno mismo, mientras que el estilo de vida de Jesús está centrado en los demás”, agrega Marc Pradales. Pero para este grupo el genuino ‘christian surfer’ es aquel que no convierte el surf en un “ídolo” sino que antepone a Dios antes que a su afición por las olas.
Además, son conscientes de la importancia de esta especie de apostolado en la sociedad actual. “Vivimos en la posmodernidad, se quiere vivir en una España poscristiana y el cristianismo se ve como algo histórico, algo del pasado, pero no lo es. Nosotros seguimos creyendo en que Jesús existió, pisó nuestro planeta, y resucitó. Y compartimos los valores que enseñó”, explica el director del grupo en España.
Su presencia en este mundo no deja de llamar la atención. Pradales cuenta que “muchas veces, en la playa, la gente ni sabe que somos cristianos, cuando se enteran les sorprende y nos hacen muchas preguntas, el interés por conocernos suele ser más grande que el nuestro por darnos a conocer”.
Para acabar el reportaje, El País les pregunta si los cristianos cogen mejores olas pero la respuesta de Tamiris Rahim es clara: "Pues no, en realidad cogemos las peores, porque cedemos las mejores al prójimo”.