De vuelta a Argentina, fundó la Comunidad Belén, una asociación privada de fieles aprobada por su obispo Óscar Ojea con el llamado “a trabajar por la formación de laicos evangelizadores y la promoción de la unidad y la paz entre las religiones monoteístas”.
Pero la fama del padre Santarelli le viene por sus retiros, predicaciones y misas de sanación, que atraen multitudes a su parroquia de Santo Tomás Moro (www.parroquiasantotomasmoro.com). Sus encuentros en toda América Latina se llenan con rapidez.
Ahora está en España, hasta el 29 de enero, invitado por MisionMas (puede verse su programa y actividades en misionmas.wordpress.com), realizando retiros y encuentros con oración de sanación por los enfermos y necesitados, con el gesto de la imposición de manos.
Santarelli acaba de publicar un breve libro sobre el gesto de la imposición de manos (Imposición de Manos, www.editorialguadalupe.com.ar). Se trata de un gesto que la Iglesia usa en los sacramentos, pero también fuera de los sacramentos, para bendecir, pedir la intercesión de Dios, pedir la sanación de un enfermo o un avivamiento del Espíritu Santo en una persona.
El problema, considera Santarelli, es que muchos pastores (y laicos) lo usan demasiado poco.
"Donde la Iglesia deja un vacío, llegarán otros para cubrirlo", señala Santarelli. Si los pastores no usan el expresivo gesto de la imposición de manos, o renuncian a bendecir objetos, personas, usar signos como el agua bendita, etc... llegarán otras ofertas espirituales que sí lo harán.
Un ejemplo es el reiki, una técnica de "new age" incompatible con el cristianismo, que pretende hacer fluir una energía sanadora a través de las manos.
"Los reikistas tienen razón al menos en una cosa: ofrecen desarrollar sus capacidades espirituales. Cada hombre necesita ser acogido y ayudado a desarrollar ese potencial", señala.
Pero la forma católica de hacerlo es enseñar a orar unos por otros, también mediante la imposición de manos como gesto cristiano. "La imposición de las manos cristiana no tiene nada que ver con el reiki", explica.
"La imposición de manos podemos considerarlo un sacramental, un gesto no litúrgico. La fe del que lo usa es importante para su eficacia. También es importante su pureza de intención. ¿Estás pidiendo actuar a Cristo al imponer esas manos, estás buscando recibir a Cristo cuando pides la imposición?", detalla Santarelli.
Hay quien dice que tradicionalmente el gesto de imponer las manos para bendecir estaba reservado a la acción de un superior sobre un inferior: así, un padre o abuelo podía imponer las manos para bendecir y encomendar a Dios a su hijo o nieto cuando éste emprendía un viaje, o salía a trabajar al campo.
Pero Santarelli niega que sea necesariamente el gesto de un superior sobre un inferior. Pone un ejemplo de gesto corporal similar entre iguales en la Constantinopla del año 400: "San Juan Crisóstomo, cansado de ungir con aceite bendito a los fieles, bendijo unas lámparas de aceite y las dejó en varias casas, para que las familias mismas las usasen; una esposa podía ungir a un esposo enfermo, por ejemplo".
Santarelli da más detalles: "Tocar es un signo. También los fieles tocan iconos o imágenes santas. San Camilo de Lellis tocaba las llagas de los enfermos como una forma de recibir la gracia de Dios. También hoy hay esposos que rezan el uno por el otro y se bendicen usando el gesto de la imposición de manos. A mí el cardenal Bergoglio me pidió que le impusiese las manos y rezase por él: él era cardenal y yo sólo un sacerdote. No es sólo un gesto de superiores sobre quienes están bajo su autoridad".
Lo cierto es que desde su primera noche en el balcón vaticano y su petición de "recen por mí", el Papa Francisco no ha dejado de imponer manos y rezar por niños, enfermos y necesitados en general. Es un gesto que él ha popularizado. Y Santarelli tiene cierta parte del mérito en ello.
«En 2012 el entonces cardenal Bergoglio terminó una misa en Buenos Aires y yo le llevaba en mi auto a su alojamiento en el arzobispado. Él quería ir en metro, como siempre, pero le dije que así yo tenía oportunidad de hablar con un cardenal. Y conversamos de varias cosas, y también del gesto de la imposición de manos. El tema le gustaba mucho, hasta el punto de que estuvimos parados una hora, allí, sentados en el coche, delante del arzobispado, hablando de este gesto. Y al final me dice:
- ¡No nos vamos a despedir sin más! Hazme la oración de imposición de manos y reza por mí.
- No -le dije- hágalo usted, que como obispo tiene la plenitud del sacramento del orden.
- No, no, te pido que lo hagas tú -insistió Bergoglio. Así que recé por él con este gesto.»
Tiempo después Bergoglio le contaría que en varias ocasiones, usando el gesto de la imposición de manos, había sentido un calor especial.
Varias veces el cardenal Bergoglio acudió a los encuentros conjuntos de carismáticos católios y protestantes organizados una vez al año por la plataforma CRECES ("Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo"). En estas citas el cardenal impartió alguna predicación, tomó mate con pastores y sacerdotes... y recibió arrodillado ante el Espíritu Santo oración de intercesión por parte de los pastores evangélicos, con el gesto intercesor de que ellos apoyen la mano sobre su hombro, presentándolo al Señor. (El momento quedó reflejado en la foto bajo estas líneas)
Hubo quien criticó el gesto, porque podía parecer que daba algún poder o autoridad "especial" a los pastores protestantes. Pero Adrián Santarelli, que estuvo presente en ese momento, recuerda que no se trata de nada especial. "Son simplemente cristianos bautizados que rezan por otro cristiano bautizado, es el poder del bautismo que compartimos católicos y protestantes", señala. "Es perfectamente lícito para un católico que un protestante, cristiano por el bautismo, como él, rece por él, también con este gesto de intercesión que usa las manos".
Cuando Santarelli terminó su libro sobre la imposición de manos tuvo ocasión de regalarle un ejemplar al cardenal a quien había aplicado el gesto... regalo que le entregó cuando éste ya era el Papa Francisco (en la foto bajo estas líneas).
Después, las manos del Papa han asombrado al mundo. Por ejemplo, cuando las impuso a un hombre mexicano que reaccionó mostrando alguna influencia presuntamente demoníaca. "Aunque ha de quedar claro que, como bien explicó el Vaticano, aquella imposición de manos no era un exorcismo, sino sólo una plegaria de bendición o una oración de liberación", detalla Santarelli, quien especifica que "un exorcismo es otra cosa, es un ritual completo, siguiendo un texto litúrgico estipulado".
Otro gesto que dio la vuelta al mundo fue su abrazo a un hombre con el rostro terriblemente deformado. "Fue como San Francisco de Asís con el leproso… Esas manos, ese contacto físico, dio dignidad a ese hombre, porque si el Papa le mira, ¡todos les pueden mirar!"
Santarelli recuerda también con afecto como el ya Papa Francisco impuso las manos y rezó sobre un amigo suyo enfermo de cáncer, un hombre que se había convertido recientemente.
Por lo tanto, el Papa y Santarelli coinciden en el uso de este gesto poderoso y expresivo.
Santarelli da, eso sí, algunos consejos pastorales sobre la imposición de manos fuera de los sacramentos.
El primer consejo es no dogmatizar con los detalles. Hay quien dice que las manos deben tocar e incluso apoyarse firmemente en la persona a la que se bendice (son los mismos que piden que el agua bendita empape bien, y que el aceite bendito sea abundante).
Otros dicen que hay que extender las manos y brazos hacia la persona pero sin llegar a tocar... bien por razones culturales, bien para evitar algún "contagio" de "algo maligno". "¿Quién sabe por cuántos brujos o quiromantes ha pasado esa persona antes?", apuntan.
Unos consideran que sólo una persona con don especial o preparación debe hacer el gesto: así se reconocería la diversidad de carismas.
Otros, por el contrario, consideran que todos en el Pueblo de Dios pueden y deben hacerlo, por ejemplo uno a otro en círculo, o en parejas unos a otros ya que "donde dos o más se reúnen en mi Nombre allí estoy yo". Además, así se evitarían divismos y quedaría claro que es Dios, no tal o cual persona, quien actúa.
Otros son más radicales y dicen que lo mejor es no usar el gesto para evitar que se le atribuya un valor mágico: que se alcen las manos al cielo y cada uno implore a Dios por su cuenta. Otros proponen que se impongan las manos en el hombro o en la espalda, no en la cabeza. Por último, personas con el don de sanación tienden a tocar alguna parte del cuerpo que el Espíritu Santo les indique.
"La realidad es que en el Pueblo de Dios veremos emplear todas esas fórmulas y no debemos dogmatizar sobre ello. Jesús mismo a veces curaba a distancia, otras imponiendo manos y otras usando saliva y barro. Un criterio importante es que no hagamos que la persona se sienta mal o incómoda", comenta Santarelli, muy pragmático.
"En mi caso, suelo hacer la imposición con una cruz", detalla. Es decir: su mano no toca a la persona, es la cruz que lleva en la mano lo que toca. Y lo que se toca no siempre es lo que luego se va a sanar. "Yo una vez toqué en oración la espalda de una chica, pero ella sintió como un fuego en otro lugar del cuerpo, fue al médico y allí le localizaron un cáncer. Yo suelo sentir como un hueco en alguna parte del cuerpo de la persona, y la mano se me va allí de forma automática", explica.
Santarelli tiene consejos para pastores y para feligreses.
A los pastores les recuerda que Jesús dio un mandato en Marcos 16,18: imponer las manos para sanar enfermos y para confirmar con gestos poderosos la Palabra de Dios. "Si un pastor por miedo al gesto no impone las manos, está incumpliendo este mandato", comenta.
Para los feligreses, su petición es que lleven una vida de sacramentos, una vida cristiana, porque "hay gente que se cura, se va a su casa y ya no vuelve por la iglesia… hasta que recae, claro. A la gente hay que decirle que si Dios les sana es para que cambien de vida, como signo de vida nueva. El signo debe ir acompañado de formación. Para empezar, debemos insistir en que todas las misas sanan y son santas. No es admisible que nuestros parroquianos vayan sólo a nuestras misas de sanación y no acudan a las del domingo".
Siendo un entusiasta de la imposición de manos, cree que no debe usarse el gesto en nadie que se niegue a él... ni siquiera en el sacramento de la unción a enfermos inconscientes o moribundos, si consta que no lo habrían querido recibir.
"Si un señor está cerrado a los sacramentos, dejemos que Dios le alcance y le dé la salvación por otros caminos, confiemos en los medios de Dios. Lloremos por él y oremos por él, como Jesús lloraba por Jerusalén. Probablemente Dios ve que esa persona no le rechaza a Él, sino a una falsa imagen de Él. Pero, eso sí, si quiere el sacramento de la unción de los enfermos, éste implica el contacto físico, el uso de las manos", dice Santarelli.
Volviendo al reiki, que también usa el contacto físico con las manos pero siguiendo un ritual (zonas específicas del cuerpo, una posición de relajación, etc...) que no tiene nada que ver con la fe cristiana, Santarelli se muestra muy crítico.
"Para empezar, la mitología del reiki es mentira. ¿Existió ese tal monje Usui, su supuesto iniciador, que no sabemos si era monje budista o católico? Ni siquiera sabe nadie donde está su tumba, y eso que dicen que murió hace poco, en 1900. Debería haber más datos de él. Pensemos cómo la Iglesia sí documenta bien los detalles de la vida de cualquier santo de hace dos, tres, cuatro siglos...", compara el padre Adrián.
"Además, el reiki exige una iniciación y una simbología… y el uso de ambas cosas cosas choca con el cristianismo, porque tenemos nuestra propia iniciación: el bautismo y la confirmación. El reiki pide una relación de discípulo y maestro, pero el cristiano ya tiene un maestro, que es Jesús. En realidad, en el reiki te enganchas espiritualmente a algo que no sabes qué es".
Por otra parte, el padre Santarelli ha seguido varios casos de personas implicadas en reiki. A algunos no les pasa nada malo. A otros sí.
"Conozco una señora que es cristiana, que hace reiki en su casa sin cobrar, que ella dice que invoca a Jesucristo, que el Espíritu Santo le protege y que no le pasa nada malo... ya veremos", apunta.
"Pero conozco otra persona que desarrolló dependencia por su maestro reiki, que le manipulaba. Otro que con el reiki empezó a exprimentar perturbaciones, enfermedades donde no las había... y su maestro le decía que era culpa suya por ser débil. Y la mayoría de reikistas pasan a experimentar también con piedras, magias, energías y acaban en macumbas y esoterismos. Allí donde hay santería, invocación de espíritus, religiones africanas, etc... ¿qué impide a un santero o invocador vudú hacer un curso de reiki e ir por ahí imponiendo manos? Tengamos cuidado con esto, cuidado a qué nos abrimos".
Para ver el itinerario del padre Adrián Santarelli en España: misionmas.wordpress.com