En los dos últimos años Cádiz y Ceuta han dado pasos para convertirse en un referente en la Nueva Evangelización, que San Juan Pablo II definía como “un nuevo ardor, un nuevo lenguaje, unos nuevos métodos”.
El domingo el obispo Zornoza, habló brevemente sus escuelas diocesanas de evangelización, que han servido para poner en cientos de personas en deseo de ser evangelizadores. También habló de los 3 primeros intentos de crear escuelas de discipulado, es decir, de formación de discípulos, personas que caminan con Jesús como maestro, acompañados de cristianos maduros, creciendo en la fe. "La escuela de discipulado de jóvenes funcionó mejor, por tener menos inscritos y estar más acompañados. Las otras escuelas, con demasiados miembros, han de mejorar", advirtió como conclusión de este primer tanteo.
Pero en su ponencia principal el viernes el obispo se centró en definir los enemigos de la Nueva Evangelización y en ofrecer la ruta para vencerlos.
El gran enemigo, avisó Zornoza, es el conformismo. Coincide en esto con el padre Zanotti, el famoso cura evangelizador de Marsella, que ha publicado un librito llamado “Al diablo con la tibieza” que Zornoza recomienda (está editado sólo en francés: "Au diable la tiédeur").
El obispo señaló que este conformismo entre sacerdotes y católicos en general mezcla individualismo, autopreservación, autorreferencialidad y endogamia, todo revuelto en una resignación y pasividad tóxica. De forma rotunda, proclamó: “Hay que decir a la porra con el conformismo, es nuestro peor enemigo”.
“A veces hablo con chicos que hacen skateboard en la plaza de la catedral”, explicó el obispo describiendo su conversación.
- ¿Has hecho la comunión? –les dice el obispo en cierto momento.
- Claro- dicen los jóvenes en la plaza.
- ¿Y la confirmación?
-¿Y eso para qué vale?- dicen ellos.
-Hombre, pues para ser amigo de Jesús- responde el obispo.
-Es que en la comunión te dan regalos. Dígame usted alguien que haga la comunión para ser amigo de Jesús- le responden al obispo.
Zornoza da algunos datos que ha tomado del reciente libro de Scott Hahn en español La evangelización de los católicos "que recomiendo porque es sintético, de sensatez apabullante, sencillo. Un 52 por ciento de católicos practicantes piensan en Dios como una fuerza impersonal, sólo un 5 por ciento declara que ser católico implica ser un discípulo de Cristo. En Cádiz me dice alguno ‘pues mi iglesia está llena en misa’. Ya, tu pueblo tiene 20.000 habitantes y en tu parroquia está llena con doscientos. ¿Y el resto? Los niños hacen la comunión por primera y última vez. Los confirmandos prometen servir a Dios y al día siguiente desaparecen. Las cifras nos hacen pensar: realmente hay una crisis de fe”.
El obispo pidió un ardor, el “nuevo ardor” por evangelizar que pedía Juan Pablo II, que le hace pensar en el San Francisco Javier de la novela El oriente en llamas, de Louis de Wohl, que veía arder el mundo y él ardía de ganas por llegar a la gente que necesita ayuda y salvación, como tantos santos…
Lamentó que haya quien critique la Nueva Evangelización y diga que es “una moda”, “cosa de extranjeros”, “es sólo una etiqueta”…
“Esos que critican siguen haciendo lo de siempre, pero luego ven que lo de siempre no funciona, y entonces se cansan y buscan echar la culpa a otros… que si los padres de familia, que si los otros curas, etc…”
“Estamos en un mundo nuevo, pero eso no debe paralizarnos. Imagínate que te mandan a un barrio de Pekín. ¿Qué haces allí para evangelizar? Pues no tienes ni idea, pero lo que sí sabes es que no te vas a quedar encerrado esperando a que vengan a ti, vas a probar cosas”, puso como ejemplo.
El obispo avisó de que hay que combatir “las cuatro Ds: depresión, desmotivación, desafección y desconfianza. La desafección es falta de amor a la Iglesia, porque sin amor a la Iglesia es difícil evangelizar. Son esas posturas constantes de crítica negativa, maledicencia, politiqueo… Por eso Francisco predica muy a menudo, casi con empeño personal, contra el chismorreo”.
Zornoza habló luego de su vicario general “que no creía en estas cosas de la Nueva Evangelizacion, pero acudió al ENE y a encuentros a conocer más, y cambió completamente”.
Por eso, pidió una metanoia –cambio de mentalidad, conversión- y también penthos, que es la palabra griega que habla de conversión permanente, con compunción, a veces con lágrimas… y corrección de rumbo.
El ardor que quiere lo ve en el cura amenazado de muerte de la película “Calvary”. “Ese cura se mete en todos los fregados, habla con un médico ateo, con la gente de la gente de la taberna, le incendian la iglesia… En cierto momento este cura dice a su vicario tibio y metódico: ‘Habría sido usted un perfecto contable en una compañía de seguros’. Es un cura que ha de dar la vida por Cristo y sus ovejas, con ardor”.
Evangelizar en esta época, enumeró el obispo de Cádiz, requiere 4 elementos:
1- Conversión: nadie será evangelizador sin entregar su vida a Cristo
2- “Ardor”, celo y pasión: no basta con mejorar la organización, el activismo o el marketing.
3- Ser discípulos misioneros… y eso requiere discipulado, el gran tema del Encuentro ENE.
4- Hace falta comunión con la Iglesia, entre los hermanos: la nueva evangelización no la pueden hacer francotiradores. Por desgracia, admitió, “hay hoy una gran crisis de acompañamiento en la Iglesia”.
El obispo animó a sacerdotes y laicos a “esforzarse en el bien posible, todo el bien posible, con generosidad. ¿Ir a los drogadictos es exagerado? Depende… ¿no te pone Dios esa pasión insistente en tu corazón? Si lo pide Dios, ¿no será posible que hagas ese bien?”
Animó a dar fruto sin buscar “relumbre”, como el almendro, “que florece sólo 15 días y el resto del año es bastante feo, sí… pero da muchas almendras”.
Exhortó a “ser pastores, no gestores. Necesitamos comunidades vivas, aunque sean pequeñas, porque la comunidad viva atrae a la gente”.
Y añadió: “Para evangelizar se requiere también una visión, para saber, en grupo, hacia dónde queremos ir. Los grandes trabajos se hacen por la perseverancia, que requiere pasión. Pedro y Juan dicen: no tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo te lo doy: amigo, echa a andar. Kempis decía semper incipe: empieza de nuevo, vuelve a empezar”.
La segunda gran ponencia del viernes corrió a cargo de Josué Fonseca, profesor de instituto e historiador especializado en Historia de la Iglesia, fundador de la Comunidad Fe y Vida (www.feyvida.com), co-organizadora del Encuentro de Nueva Evangelización. (Su blog en ReL es "Inversiones en esperanza"). El tema, el central del evento, fue el discipulado.
Josué admitió que el diccionario de la Real Academia Española no recoge “discipular” ni “discipulado”, pero considera que la palabra es útil porque es una buena traducción de lo que pide Jesucristo en el final del evangelio de Mateo en griego: “Id y haced discípulos”…
“Los primeros cristianos tenían muy claro lo que era discipular y el discipulado, que pronto llamaron ‘catecumenado’. Había varios pasos en los que se evaluaba al neófito antes de ser bautizado. Se tomaban el discipulado muy en serio. Era época de persecuciones y querían asegurarse de que los aspirantes al bautismo eran de fiar, gente convencida. Ese método generó mártires santos, y esos martirios, entonces como hoy, suscitaban conversiones”, explicó como historiador.
Pero en la Edad Media las cosas cambiaron. “En España sabemos por San Isidoro y San Ildefonso que en su época visigótica el catecumenado duraba ya apenas una cuaresma, 40 días. En el s.X desapareció completamente”.
La tesis de Josué es que la religiosidad medieval y posterior fue muy superficial, pese a lo que muchos piensan, que apenas hubo un barniz de religiosidad sobre la gran mayoría de la gente. "Sí, hubo santos, porque Dios suscita santos en todas las épocas, pero no había cristianos maduros, por falta de discipulado", insiste.
Para la Nueva Evangelización y la nueva época que la Iglesia ha de afrontar necesita laicos maduros y eso requiere discipular laicos. Señala el escándalo de que haya laicos dirigiendo catequesis, grupos juveniles, Cáritas y mil entidades parroquiales o diocesanas pero que no tienen fe o viven abiertamente en situación de pecado y rebeldía. Sin fe, sin ortodoxia, sin madurez, “dan malos ejemplos… ¿y los ponemos de líderes, ejemplos, para nuestros niños, adolescentes, jóvenes?”
Josué recordó 3 pasos lógicos para cualquier proyecto, también eclesial:
a) Al organizar cualquier cosa eclesial, plantéate: ¿qué quieres conseguir con esta actividad, servicio, curso…? O, más concreto… ¿qué es un cristiano, qué tipo de persona quieres lograr?
b) ¿Cómo lo vas a conseguir?
c) Evalúa una vez lo has puesto en marcha si conseguiste los objetivos. Para eso hay que ver formas de medir y evaluar. Esta fase de evaluar nunca se hace en la Iglesia: se hacen planes pastorales, etc… sin evaluar nunca. Un plan que tiene como objetivo “aumentar el amor a Nuestro Señor y la confianza en Dios”… ¿cómo se mide si se alcanzó el objetivo? Las empresas, insistió, trabajan con objetivos concretos y evaluables, y se esfuerzan por alcanzarlos.
Como el obispo Zornoza, animó a cambiar de mentalidad. “¿Tiene sentido hacer unas jornadas a las que van los de siempre, excepto unos cuantos menos porque mueren por edad, a escuchar a los de siempre decir lo de siempre? Y si preguntas ¿por qué lo hacéis? Te responden: porque se ha hecho siempre. Pero si no llega a más gente, ¿para qué?”
El ministerio de alabanza de la comunidad Fe y Vida dirigió las oraciones con música contemporánea de alabanza
“La Iglesia en España está muy mal valorada”, recordó. “La gente piensa que nuestro producto es malo, cuando la realidad es que es el mejor, pero ni siquiera piensan en probarlo. Hay que mejorar nuestra imagen de marca. La solución la vemos en algunas casas de coches, que tenían mala imagen y no vendían. ¿Qué hicieron? Sacar menos productos y centrarse en mejorar la marca. Una vez mejorada la marca, puedes crecer”.
Por ejemplo, señaló que en un tema tan importante como el diálogo con el mundo de la Cultura, “¿estamos formando católicos capaces de realizar ese diálogo?”
Detalló que formar discípulos, discipular, no es buscar una iglesia “de los puros y perfectos”, pero sí de gente madura en Cristo. “Todos somos unos pobres desgraciados, pero sí queremos ser cristianos. No se puede minar a la Iglesia igualando a la baja, como vemos que pasa en la Iglesia Anglicana, algo que me duele. Van minando las exigencias de la moral y la vida cristiana, hasta que al final desaparecerá esa iglesia o gran parte de ella. Es la sal que pierde sabor y sirve solo para que la pisoteen. La Iglesia debe buscar que sus fieles lleguen a ser maduros en la fe de la iglesia”.
Declaró irrenunciable fomentar “una espiritualidad centrada en la conversión: eres cristiano si has entregado tu vida a Cristo, me da igual si tienes o no hecha la Confirmación. Eres cristiano cuando dices seriamente: “Señor, lo que tengo te lo doy, te entrego mi vida”. No creo en esa pastoral que dice que no hables de Jesús, que hables de otras cosas, que dejes a Jesús para mucho más adelante… porque luego resulta que ese momento nunca llega”.
Además, insistió en que para discipular y evangelizar “hay que formar gente de oración, sin oración no consigues nada. Sin relación viva con Dios en la oración no hay fe”.
Pidió cuidar los detalles y la imagen al evangelizar. “La gente mundana hoy en día se guía por la primera impresión”. Por eso, un cristiano evangelizador ha de poder cuidar cosas como su vocabulario, su capacidad de acoger, amabilidad, sonrisa, modales…
Lamentó que los curas, en vez de estar “haciendo discípulos”, como pidió Jesucristo, estén convertidos en “máquinas de hacer misas”, sobre todo en zonas rurales.
Suelen ser además los más jóvenes los que tienen más trabajo sacramental que acaba “quemándolos” hasta desanimarlos.
“Un cura joven me dijo: ‘soy una máquina de decir misa, doy misa en 22 pueblos, no hago ni catequesis, ni formo a nadie, sólo misas. En un pueblo vienen 8, en otro al lado 10, les digo que vengan al pueblo de al lado… y no quieren. Pero no les podemos abandonar’.”
Pero Josué comenta: “Pues la tienda Carrefour les ha abandonado durante siglos, está a 20 km más lejos… y ellos van. La iglesia no abandona a esa gente de pueblos si cambia el modelo de atención: esa gente son iglesia”.
Pero el mandato de Jesús -hacer discípulos- en muchas zonas significará hacer menos misas para los que no quieren ser discípulos. “Seamos sinceros y hablemos de lo que queremos conseguir”, añadió.
Insistió en unas ideas ya planteadas en anteriores ediciones del ENE, como que “la Iglesia del futuro en Europa, con en los primeros siglos, dependerá de su unidad con el obispo, el papel del obispo será cada vez más importante, y los movimientos y comunidades deben –como era al principio- estar muy cercanas al obispo. El obispo es el cordón con la eclesialidad. No soy nada clerical, pero esto es así”.
Por último, insistió en que el discipulado implica ayudar a la gente a descubrir y ejercer sus dones. “Imaginemos que mueres y llegas al Juicio y te dicen: ¿no sabías que eras profeta, cómo es que estabas tan callado? Y respondes. ‘Ah, no lo sabía… ya pensaba yo que me quedaba con ganas de hablar…”
Josué describió a continuación las 5 herramientas para “hacer discípulos”, como manda Cristo:
1- La vida espiritual del individuo: “sin oración no habrá discípulo de Jesús”
2- Acompañamiento: “hay que fomentarlo”
3- Tener comunidad: “En una comunidad te conocen, saben tu nombre. Y dentro de la comunidad, un grupo más pequeño, una célula, un entorno seguro donde puedes expresarte. Da mucho crecimiento en la fe y bastante rápido. También la comunidad sirve para acompañar a los sacerdotes y combatir su soledad”.
4- La confesión: confesarse… y fomentar que los curas confiesen. Una confesión que incluya escucha y atención.
5- La eucaristía: discipula “cuando se hace entre hermanos comprometidos en una comunidad real de hermanos que se conocen y se aman”.
Advirtió que “a veces hay decepciones, cuando dedicas horas, meses, años a discipular a un joven, una chica… y se te va, se aleja de la fe. Es muy frustrante. Pero no hemos de tomarlo personalmente… aunque lees en las Cartas de Pablo que le pasaba eso y que le dolía. También Jesús en la Cruz se vio abandonado de sus discípulos. Pero, en cambio, cuando ves que uno de tus discípulos da fruto y transmite la fe, eso es lo más grande que hay: no hay nada más grande que eso, hablo por experiencia”, concluyó..