Josué Fonseca, fundador "porque ya no quedaba más remedio" de la comunidad Fe y Vida (www.feyvida.com) , coorganizadora del Encuentro de Nueva Evangelización 2014 del pasado fin de semana en Valladolid, habló sobre todo del liderazgo cristiano y de la comunidad cristiana, partiendo de su experiencia personal, y con la perspectiva que da ser historiador especializado en comportamiento religioso, ser profesor de instituto y universidad, haber sido “salvado en una comunidad” y haber fundado otra.

Un chico le invitó a una oración
“Yo era de familia no creyente, de izquierdas, un ambiente alejado de la fe y me sentía muy perdido a los 17 años, cuando un chaval me invitó a una oración… Con ese chico y otros más conocí la fe. Ese grupo me escuchó y me dio ánimos en los momentos duros y me acompañó durante 4 años con paciencia. Esa comunidad me salvó la vida… y con el tiempo, trabajando con jóvenes, entendí que eso era lo que tenía que hacer yo también”, explicó en el ENE.

“Fundas una comunidad porque no queda más remedio”
Josué, que ha viajado por Francia conociendo a los fundadores de otras comunidades católica, cita a uno de ellos: “la comunidad es una vivencia venida de otra parte”.

En parte, significa que un fundador crea una comunidad a partir de lo que él ya ha vivido. En parte, significa también que la crea porque se lo impone la realidad o la necesidad.

“Igual que lo normal y sano para un niño es ser engendrado y criado por un padre y una madre en una familia –hay otras formas pero no es lo mismo- lo normal para ser engendrados en la fe y crecer en ellas es estar en una comunidad. Creo que es necesario para el cristiano tener una comunidad. Animo a todos a tener una: ¡busca unos hermanos que te levanten cuando estás mal, que tú les ayudes a ellos, un grupo que pueda enseñar y evangelizar y esté ligado a la Iglesia a través del obispo!”

Dicho esto, advierte que “en realidad nadie puede fundar por iniciativa propia una comunidad; es Dios quien te lleva ahí, la fundas porque no queda más remedio”.

En su caso, sucedió así.

Los jóvenes que querían rezar
“Yo hablaba de Dios y la oración y daba mi testimonio a unos 30 jóvenes del instituto público. Me dijeron: hagamos una oración aquí, como eso que cuentas. Pero era un centro público, así que me los llevé a una oración en el campo, en un sitio aislado, con vacas… Eran jóvenes nórmales católicos, es decir, de los que no iban a misa desde la primera comunión. Nunca había visto nada como esa oración: ellos lloraban y se arrepentían. Telefoneé a un cura de otro pueblo: ‘toma el coche y ven que hay que confesar a muchos chicos’. Y se confesaron.”

“Luego me reuní con ellos una vez a la semana, a orar juntos. Y me llamaban a todas horas, se quedaban a dormir en casa… Y al año siguiente otra hornada de chavales, y al siguiente lo mismo. El grupo crecía. Yo estaba recién casado y siempre había chicos de estos por mi casa. Venían chicas con su pijama a casa, se metían en la cama con mi mujer a contarles sus problemas, y yo me tenía que ir a dormir a otro sitio. Era bastante surrealista pero era necesario acoger a esos chicos. Una vez hicimos una nochevieja de 40 personas en un piso de 30 metros”.

“Finalmente, cuando ya tenía unos 50 de estos, fui a mi obispo y le dije: ‘señor obispo, yo no soy párroco ni padre de estos chicos, pero a sus parroquias no los puedo mandar porque ni ellos van a ir ni en ellas los van a entender… Un cura de hecho les ha regañado diciendo que qué hacen orando 2 horas seguidas, que si no tienen nada mejor que hacer’. El obispo me dijo: ‘yo estaré contigo, sigue con ellos’. Vino a una reunión, conoció la situación. Y años después nos aprobó canónicamente como asociación”.

Así nació Fe y Vida. Unos 15 de aquellos chicos estaban en el ENE -ya como padres de familia- en diversos cargos de servicio y responsabilidad: sin ellos, el encuentro no se habría podido realizar.  

Qué es y qué no es comunidad

Josué considera que la diferencia entre un movimiento y una comunidad es que “el movimiento insiste más en la metodología, y tiende a usarla igual en todos los países, mientras que la comunidad insiste más en la relación entre las personas, y tiende a ser más pequeña”.

Lo que está claro es que no basta con ser una comunidad “canónicamente” para funcionar como una comunidad real.

Mi parroquia es un pueblo de Cantabria, donde en misa estamos mi esposa, mis hijos, 22 señoras y yo. Soy el rey, como el gallo en el gallinero: las señoras me quieren mucho, leo las lecturas, etc…”, bromea Josué. “Resulta que muchas señoras están peleadas entre ellas. Hay dos en concreto que no se hablan con nadie del pueblo porque con los años se han ido peleando con todos. Pero van a comulgar, ¡eh!, porque ¡qué tendrá que ver una cosa con la otra, buena cristiana sí que soy! Aunque jurídica y teológicamente eso sea una comunidad, en la realidad no lo es”.

Y da una base bíblica para enmarcar qué es una comunidad: Hechos 2, 42-47. Una comunidad hace eso.

1- Comparte la enseñanza de los apóstoles,
2- acude a la fracción del pan,
3- la oración conjunta,
4- comparten bienes y posesiones,
5- acuden al templo –especifica el texto- con corazón sincero, no sólo como ritual;
6- además da testimonio, evangeliza
7- y eso le hace crecer -“Dios agregaba al número de los que se salvan-“.

Eso es una comunidad.



Criar un cristiano adulto cuesta 10 años
Respecto a la Nueva Evangelización, Josué ve que tras el “primer anuncio” y una primera experiencia de encuentro con Cristo, el cristiano necesita crecer en la fe, ser “discípulo”.

“Criar un cristiano adulto cuesta 10 años de trabajo, yo lo he vivido con docenas de jóvenes”, advierte. “Te llaman con sus problemas, te cuentan que les cuesta rezar, o problemas con la castidad, u otros temas… ¿Qué vamos a crear los cristianos para sostener a la gente en la fe? Un amigo cura se pasó horas confesando jóvenes en la JMJ de Madrid y me dijo: ‘esos chicos están muy perdidos’. Vale, ¿quién les va a ayudar, dónde vamos a meter para que sean discípulos a esas personas que se convierten o al menos muestran interés?”

Al final, para evangelizar, sea con métodos de primer anuncio o acogiendo en grupos y comunidades, se necesitan “líderes”, no refiriéndose solo a obispos ni a párrocos (aunque deberían ejercer como tal) sino a muchas otras personas. Ese fue el tema del taller de Josué en el ENE.

¿Qué es un líder?
Él dio su propia definición: “Liderazgo es la capacidad de motivar, coordinar y dirigir eficazmente a un grupo de personas hacia un objetivo común”.

-Motivación: indispensable, porque “lo es todo, fijémenos en la selección española en el Mundial, buen equipo y jugadores pero sin motivación porque ya lo habían ganado todo; y a Brasil, una vez le marcan dos goles, se hunde su motivación… y le meten 7 en casa. Un líder sabe motivar”.

-Coordinación: que consiste en reconocer los talentos de las personas y ponerlos al servicio del objetivo común

-Objetivo común: consiste en “saber dónde vas; si el líder no sabe dónde va, todo será un desastre”.

Bill Haydels, pastor en Willow Creek, Chicago, megaiglesia de 20.000 personas con mayoría de jóvenes, un gran teórico del liderazgo “que tiene más de 60 años y ya dice lo que le da la gana, como un obispo emérito”, dice: “Un líder lleva a la gente de la situación A a la B… y ¡consigue mantenerla allí!”.

Un cura de pueblo explicó a Josué que “a mí siempre me ha ido bien porque siempre lo he explicado todo a mis feligreses”. El buen líder dedica tiempo a explicar las cosas. Los norteamericanos dedicaron recursos y al cineasta John Ford para filmar documentales durante la Segunda Guerra Mundial con el tema: “por qué luchamos”; lo explicaron al pueblo, y ganaron. La guerra de Vietnam no supieron explicarla, y perdieron, señala Josué. 

“Si no convences, no te siguen. En nuestra época, ya no convencen ni el deber, ni la autoridad ni el sentido de la responsabilidad… para convencer hay que apelar hoy al entendimiento y al corazón”, asegura Josué.

Aunque Josué reconoce que hay líderes lícitos pero tóxicos, recomienda no enfrentarlos –al menos en contextos cristianos- y dedicarse a servir de otra manera. “Saúl era un líder que llegó a ser tóxico y David, que era un líder natural no levantó la mano contra él, porque era ungido del Señor; David se fue a otros asuntos, aunque al final los jefes de las tribus le irán a buscar y lo reconocerán”, señala.

Los 5 aspectos propios del liderazgo cristiano eficaz

Según Josué Fonseca:

1 – Uno sólo debería ser líder tras un proceso de discipulado
No puedes dar lo que no has recibido, recuerda. Es muy difícil discipular si antes no has sido discipulado, no puedes mandar si no aprendiste a obedecer. En muchos ambientes de iglesia hay enfados personales en gente inmadura, a la que han colocado en posiciones de liderazgo.

No se puede colocar a bebés espirituales (o personas muy inmaduras) en posiciones de liderazgo porque “es que son los que se apuntaron” o “los que se ofrecieron”.

El líder debe poder discipular, y sólo podrá si ha sido discipulado antes.

2- El líder cristiano debe rendir cuentas a alguien

Quien tiene alguien a su cargo ha de responder ante un superior. O al menos un igual.

“Yo soy el Fundador de Fe y Vida pero si el consejo de Fe y Vida me dice que no a una cosa, me aguanto. Si no tienes a quien someterte, puedes acabar muy mal. Hice 1.700 km para conocer al fundador de la comunidad de Bienaventuranzas en una ermita… y tiempo después me enteré de escándalos en esa comunidad, líderes adúlteros… Eso pasa cuando un líder no rinde cuentas a nadie. El fundador de la comunidad Camino Nuevo y dos líderes más de comunidades francesas de derecho pontificio quedan cada 2 meses en un encuentro conjunto con Jean Vanier, de la Comunidad del Arca, para contarse sus miserias, tenciones y errores. El líder ha de tener con quién confesarse y con quién compartir dudas”.

3- El líder cristiano respeta el campo de otros líderes cristianos

Para inspirar lealtad, los líderes tienen que haber sido leales a su vez a sus líderes, viviendo un contexto de lealtad y honor. Excepto en casos de clarísima injusticia, un líder cristiano no debe dejar solo a su superior, sólo porque se equivoque. El principio de honor implica respetar el campo de actuación de otro líder. No hay respeto cuando hay confesores que interfieren en la dirección de líderes laicos lícitos. O cuando un párroco no respeta el espacio de otro párroco.

4- El líder cristiano busca el crecimiento del Reino, no de su grupito

Un líder cristiano busca hacer crecer el Reino de Dios, no su grupo, sus manías, su movimiento… El líder sirve a la Iglesia, busca predicar a Cristo, no a su movimiento.

5- El líder cristiano sabe que lo primero son las personas, no los objetivos.


“Una misión al espacio es exitosa cuando la tripulación vuelve sana a casa”, dice Gene Krantz, el director de la misión del Apolo XIII. A un líder no le importa que se hunda la parroquia, la estructura, el movimiento… si así consigue salvar a la persona.

6- El líder cristiano sabe que pagará un precio

El liderazgo cristiano, que implica servir a los demás, significa perder cosas. Un líder laico, por ejemplo, perderá tiempo para su familia, promoción en su trabajo, verá disminuir o desaparecer su tiempo libre… Un líder lo está haciendo bien si el día que le retiran el liderazgo dice: “¡bien, qué alivio!”

Líderes y Nueva Evangelización
La Iglesia está descubriendo o rediseñando buenos y nuevos métodos para evangelizar que funcionan bastante bien, y siempre se pueden ir mejorando.

El punto débil no son los métodos sino las personas: es un fallo dar liderazgo a quien no puede liderar.

En 2 Timoteo 2,2 el apóstol dice a Timoteo, obispo joven: “Lo que te he enseñado enséñalo a otros capaces de enseñar a otros”. Evangelizar es, hoy, formar cristianos, hacerlos madurar y prepararlos como evangelizadores. “Si engendras ‘hijos en la fe’, nuevos cristianos, pero no los educas y haces madurar eres como un play boy que engendra hijos en la fe y los abandona. Necesitan comunidad y discipulado”, insiste Josué.