“Hagan lío”. La primera vez que el Papa Francisco dijo estas palabras fue en Río de Janeiro durante el encuentro con sus compatriotas argentinos en la catedral de esa ciudad el pasado 25 de julio. Después se lo volvió a repetir a los jóvenes el 28 de agosto en Roma: “Hagan lío” porque, “donde hay jóvenes, tiene que haber lío”. En Brasil el Papa Francisco se lanzó también a explicar con pocas palabras la hoja de ruta de su pontificado: “Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, si no salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!”, expresó con energía.
Y es que son muchas las ocasiones en las que ha hablado de la necesidad de una Iglesia misionera en la que todos arrimemos el hombro para buscar a los alejados y a aquellos que realmente no la conocen.
Acercar a los alejados
El 7 de abril pasado, al final del rezo del ángelus y desde el balcón del apartamento papal, Francisco realizó un caluroso saludo “a los numerosos miembros de movimientos y asociaciones presentes en este momento de oración, en particular a las comunidades neocatecumenales de Roma, que inician hoy una misión especial en las plazas de la ciudad. Invito a todos a llevar la Buena Nueva en todo ambiente de vida, ‘con dulzura y respeto’. Id a las plazas y anunciad a Jesucristo, Nuestro Salvador”.
Estas palabras del Papa dieron el pistoletazo de salida a la iniciativa de evangelización que el Camino Neocatecumenal se encargó de realizar en 10.000 plazas de 120 países en todo el mundo. Bajo el nombre de “Gran Misión”, durante cinco domingos del tiempo pascual, esta realidad eclesial ofreció una serie de catequesis y testimonios en los que se daba respuestas a preguntas como “¿Quién es Dios para ti?”, “¿Has experimentado en tu vida que Dios existe?”, “¿Para qué vives?”, “¿Qué es la Iglesia?”.
Preguntas que hacen referencia a la propia experiencia del hombre y que han dado no pocos frutos. Según algunos cálculos, unas 200.000 personas podrían haber escuchado el anuncio del kerigma en las plazas y muchas de ellas se habrían acercado de nuevo a la Iglesia o, al menos, observado cómo se hacía realidad la parábola de la oveja perdida.
“No buscábamos llenar las plazas”
“Creo que la Gran Misión ha sido algo muy importante para todos los que hemos participado”, dice Jesús, un joven de 23 años que vive en Sevilla. En su opinión, “ha sido un impulso de energía para las parroquias que han participado y el hecho de salir a las calles, mostrar quiénes somos y lo que predicamos, que es a Jesucristo, ha sido para todos un salir de nuestra comodidad”, y un “donarse al otro”. Algo también destacable es “el hecho de que alguna persona se haya acercado a conocer a Jesucristo a través de esta iniciativa del Camino con motivo del Año de la Fe”, cuenta a ReL Jesús, que también explica que “no buscábamos que se llenaran las plazas, tan sólo hacer el servicio del cristiano, evangelizar y esperar los frutos que Dios quisiera”.
Un vídeo que muestra cómo se desarrolló la misión
El sentir de Jesús es muy parecido al de otros jóvenes y adultos que participaron de la Gran Misión en todo el mundo. Por ejemplo Diana, de Bogotá, casada y con dos hijos recuerda que evangelizar de esta forma “no ha sido fácil porque se pasa mucha vergüenza”. Sin embargo, “es importante que se vea que no solo los católicos estamos encerrados en las iglesias, sino que tenemos una vida normal y que estamos en la calle, como ha pedido el Papa”.
Como estos testimonios hay muchos más y la productora española 100%Audiovisual ha elaborado un vídeo (ver abajo) en el que en poco más de seis minutos se dan muestra de algunos de ellos además de lo que ha supuesto esta iniciativa en las ciudades de Madrid y Logroño.