En las comunidades del Arca (www.larche.orglas personas con discapacidad son el centro del hogar, desde donde irradian ternura y nos llaman a una relación transformadora, explicó la francesa Nadine Tokar en Madrid, durante el acto de presentación en la capital española de esta red de comunidades católicas de acogida y convivencia.

Nadine Tokar ha dedicado más de 40 años de su vida a esta organización que trabaja con personas que tienen una discapacidad intelectual.


Centró su intervención en la necesidad de amar y ser amado que tiene todo ser humano. “Es nuestra sed más grande como ser humano, tengamos o no una discapacidad” dijo al público asistente que se congregó para conocer la Fundación Arca de Madrid, que nace con la esperanza de poder inaugurar su primer hogar-taller en 2014.

“El Arca consiste en aceptarnos como somos y reconocer que pertenecemos a una humanidad común”, añadió.

Dejarse amar es un riesgo. Es volverse vulnerable, dependiente. Es decir al otro: Tú eres mi alegría. Es difícil dejarse amar porque tenemos una imagen negativa de nosotros mismos y por eso nos escondemos. Pero los que tienen una deficiencia intelectual no pueden escaparse a través de los libros, las ideas, los estudios. Tienen un corazón sensible que busca ante todo la relación, el amar y ser amado”, señaló.

"Y es en esa relación donde descubrimos nuestras propias limitaciones y podemos revelar al otro sus dones y su belleza, donde la persona herida puede recobrar su dignidad y aceptar que su vida tiene valor: No soy capaz de creer en mí, pero sí en la esperanza que tienen en mí”. Se trata, según Nadine, de una relación que transforma y de la que nace la paz. 


“Eso es a través de una vida muy sencilla porque en el Arca lo que vivimos es muy pequeño, lo cotidiano de una familia, nada extraordinario, una rutina que a veces nos puede fastidiar, aún sin perder el sentido de lo que hacemos. Es como la vida oculta de Jesús en Nazareth”.

“Somos comunidades donde cada uno puede descubrir su belleza y ejercer su pequeño don. Nuestra vocación es acoger la vida, perder el tiempo con las personas… hay un lazo misterioso entre la fragilidad del discapacitado y el don de la vida que es fuente de una gran fecundidad”.


“Creo que el Arca, humildemente, es uno de esos lugares de humanización de nuestro mundo, no como una pirámide sino como un cuerpo donde cada uno tiene su lugar, en donde el más frágil es necesario, en donde uno puede decir al otro: yo te necesito. Yo creo que es nuestro camino hacia la paz”, añadió Nadine.

El Arca de Madrid inició oficialmente su andadura, legalmente constituida como Fundación, con un encuentro abierto que tuvo lugar el domingo, 22 de septiembre en la Fundación Carmen Pardo-Valcarce, en el madrileño barrio de Montecarmelo.

Previamente a la conferencia de la que fuera directora de las comunidades del Arca de Latinoamérica durante más de 30 años y actual miembro del Centro de Espiritualidad de La Ferme (en Trosly, Francia), se celebró la Eucaristía, presidida por el jesuita Xavier Ilundáin, en la que los discapacitados y los niños tuvieron un lugar destacado.


También intervinieron Gemma Marcé y Magda Arand, de las comunidades del Arca en Catalunya. Marce, responsable de hogar, destacó el valor terapéutico del amor y señaló que los acogidos en El Rusc estaban ya con tratamiento preventivo (lo que supone menores dosis de medicación), un mérito que incluso la sanidad pública les había reconocido.

El Arca es una Federación internacional de comunidades formadas por personas con y sin discapacidad intelectual que han optado por vivir, trabajar y crecer juntas.


Fundada en 1964 por Jean Vanier, está presente en 36 países, y sus más de 145 comunidades en los cinco continentes reúnen a unas 4.000 personas, que comparten su vida en hogares, talleres o centros de atención diurna.

Desde 1977 está presente en Cataluña, donde cuenta con dos comunidades, El Rusc (Tordera) y Els Avets (Moià), que suman cuatro hogares y dos talleres. En estos se asiste a un total de 50 personas, gracias a 40 personas que trabajan con compromiso comunitario y casi 100 voluntarios y amigos.

En marzo de 2013, tras varios años de trabajo preparatorio, un grupo de 25 personas, muchas de ellas vinculadas a la asociación hermana Fe y Luz, constituyeron la Fundación El Arca de Madrid con el objetivo de crear entre dos y tres hogares con capacidad hasta 21 personas acogidas y 18 asistentes y fundar así una comunidad que dé respuesta a la necesidad de ser amado que tiene todo ser humano y que permita el crecimiento integral de todos sus miembros a través de las relaciones mutuas en familia y la confianza en Dios.