–Sí, claro. Lo principal es nuestro convencimiento de partida: como hizo Jesús con la samaritana, tenemos que salir al encuentro del hombre y de la mujer de nuestro tiempo, allí donde habiten. Y es obvio que una buena parte de la población, especialmente los jóvenes, residen fuera de la sociedad real: su morada está en las llamadas redes sociales.
–El refranero dice aquello de: «Lo bueno si breve, dos veces bueno». Y de hecho, nuestra misma tradición refranera es una prueba de que se puede decir mucho con pocas palabras. Por el contrario, existe el riesgo de hablar mucho de forma abstracta, sin concretar y sin aterrizar. Hemos de huir de esto último si queremos llevar a cabo una Nueva Evangelización.
–No lo creo, más bien todo lo contrario. Existe una gran preocupación en nuestros mayores por la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Muchos de ellos sufren al comprobar que sus hijos no han cogido el relevo de la fe.
–Me ha llamado la atención que la incorporación del Santo Padre a Twitter ha derivado, en mi caso concreto, en un notable aumento de seguidores. Me he acordado de aquello de: «El mejor líder no es el que tiene más seguidores, sino el que suscita más líderes». Nos lo podemos aplicar todos. Pensando en ello, recientemente lancé el siguiente «tuit»: «Dios prefiere los pequeños logros realizados en comunión, que las grandes proezas hechas por libre».
–Las redes sociales pueden tener un influjo notable en la configuración de la nueva cultura. Y el ambiente cultural en el que habitamos tiene gran influencia en el posicionamiento religioso.