Es innegable, todos tenemos perfiles de redes sociales, y cuando digo todos me refiero no solo a personas naturales como tú y yo, sino que aquí incluyo cualquier tipo de iniciativa colectiva. Hasta el grupo más sencillo y humilde tiene un perfil en alguna red social para mostrar las actividades que realiza. Nuestras parroquias, comunidades y movimientos no se quedan atrás en la misión particular de evangelizar en redes sociales, pero esta necesita ser tomada en serio, explica Sebastián Campos en Catholic Link.
Los invito a que, con sinceridad, hagamos una distinción: una cosa es tener un perfil en alguna red social (Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, etc) y otra cosa muy distinta es evangelizar en ella. Estar presente en algo no es sinónimo de formar parte de ese algo. Si no, cualquiera que se compra zapatillas es deportista o cualquiera que tiene un lápiz y un cuaderno es escritor. Hecha esta salvedad, no todo es malo e infructuoso, pues queda demostrado un sincero esfuerzo de buscar espacios para anunciar la buena noticia y para compartir la alegría de creer en Jesús.
A veces caemos en errores inconscientes, el mayor de ellos: pensar que las redes sociales funcionan igual que el diario mural de la parroquia. Busquemos nuevas formas para comunicar la Buena Nueva y al mismo tiempo miremos con objetividad aquellas prácticas que hacemos pensando en hacer apostolado, pero que no tienen nada que ver con este fin.
1. Estar en las redes sociales no es suficiente para evangelizar en las redes sociales
Para evangelizar lo principal es que comuniquemos "La Buena Noticia". Compartir la Buena Noticia de que, a pesar de nuestro pecado, Dios nos ama, nos reconcilia con Él a través de Jesús y este nos da la Vida Eterna. Lo más importante no solo es transmitir el mensaje, sino cuidar la forma en que lo hacemos.
Compartir mensajes de la Iglesia, actividades, fotos de nuestras actividades, argumentos para defender nuestras posturas, música, reflexiones espirituales, invitaciones a eventos, etc. Todo eso, sin duda es importante, pero más importante es preguntarnos: ¿De mis últimas publicaciones, con cuál anuncio el Evangelio realmente?, ¿cuál de esas significa un mensaje de amor de parte de Dios para quien la lee?
2. Seamos más que los noticieros de la Iglesia
Muchos de nuestros perfiles, sobre todo los comunitarios, esos de las parroquias y grupos; más que un medio de evangelización, parecen un canal de noticias. Eso es fantástico, pero no es sinónimo de evangelizar.
Basta con visitarlos, para enterarse de todo lo que ocurrirá y ocurrió, verás las últimas actividades del Papa, del Obispo, la más reciente actividad benéfica que se hizo en la parroquia, los lindos retiros, la próxima jornada de formación y así, una lista infinita de las muchas cosas que ocurren en la Iglesia. Si me preguntas, esto es importante, pero lamentablemente solo lo es para aquellos que formamos parte del grupo.
Pregúntatelo sinceramente: ¿a alguien que necesita consuelo y esperanza, le servirá de algo saber que el Obispo acaba de confirmar a 120 chiquillos?
3. Qué linda estuvo la actividad a la que no fui... pero, ¿qué más me comunica?
Una cosa es evangelizar, otra es compartir fotos de lo que hacemos, y cuando se trata de "álbumes de 300 fotografías de la última Eucaristía mensual para niños", pues tiene poco que ver con evangelizar en Internet y tiene más que ver con dar testimonio de aquello que nuestras comunidades hacen.
Insisto, es maravilloso tener registro de todo eso, sobre todo si mi hijo estaba en esa Misa, pero es incómodo cuando los perfiles en redes sociales hacen eso, pues parece que se trata de una campaña para demostrarnos lo maravillosas, entretenidas y refrescantes que son todas las actividades a las que no voy... Tal vez un tiempo en seleccionar las fotos más conmovedoras y que representen la solemnidad del momento podría comunicar mejor el amor de Dios.
4. Nos acompañamos, nos animamos, hacemos comunidad
Sin duda, este es uno de los "hábitos" más provechosos de la web. Pero no solo se trata de compartir conocimientos, contenidos y otras materias teóricas. También hay mucho de acompañamiento real, de conversaciones "uno a uno", de consejos, de preguntas y respuestas. Las redes sociales no solo son un muro donde pegamos informaciones, puede ser también una gran cafetería donde nos podemos sentar solos, en pareja o con un gran montón de amigos. Yo prefiero esto último.
Tan cercanos nos sentimos, que las redes sociales nos permiten sentirnos cerca e incluso establecer amistades, con personas que nunca hemos visto frente a frente. Nos ayuda a conocer más sacerdotes y que estos nos den testimonio de su vocación y sobre todo, nos permiten acompañar a aquellos que más necesitan de esperanza, consuelo y amor. Aprovecha esta oportunidad.
5. Hablamos y no nos ponen atención. Escoge con cautela el momento y el lugar
¿Te ha pasado que compartes la imagen de una actividad o evento y luego de unos días no tiene ni un solo "me gusta"? Sin duda es incómoda esa sensación de haberle hablado al aire sin obtener respuesta. Pero tranquilo, quizás no es problema de tu mensaje, sino que del lugar donde decidiste publicarlo. He visto recordatorios para la reunión de coordinación de agentes pastorales, pero publicados en "Twitter". Seguro cientos de personas lo vieron, es decir, yo lo vi y no tengo nada que ver con esa reunión que no solo se hizo en otra ciudad, sino, en otro país.
Otras veces, vemos personas frustradas porque nadie confirma que "asistirá" a tal o cual evento organizado por el grupo. Difícilmente alguien nuevo irá, si los únicos que ven sus publicaciones son sus amigos de siempre, esos mismos que están organizando la actividad a la que se invita.
¿Quizás para la reunión de coordinación es mejor un grupo de Whatsapp no? Y al mismo tiempo, para que la gente vaya a tu evento, no es tan buena idea poner todas las fichas a un evento en Facebook y esperar a que el salón se llene de gente nueva.
6. Los que confunden WhatsApp con su muro de Facebook
Sin duda WhatsApp cambió la forma en que nos comunicamos, sobre todo porque tenemos "grupos" con las personas que forman parte de nuestro trabajo, de nuestros proyectos y por supuesto, los de la Iglesia.
Es lindo cuando el grupo de WhatsApp de "los de la Iglesia" es una instancia para saludarse, desearse un buen día y mantenerse conectados con las vidas de los demás, además de intercambiar mensajes de trabajo pastoral y tareas de cada uno.
Lo incómodo (y que hace que muchos silenciemos los grupos por un año, y ojalá se pudiera hasta la eternidad, hasta la segunda venida de Jesús) es que algunos usan esta red social como su muro de Facebook y envían imágenes, noticias, videos, canciones y un montón de cosas, que, además de dejar nuestros teléfonos sin memoria, hacen que terminemos detestando ese "grupo de WhatsApp" porque al final de cada día tenemos cientos de mensajes por revisar y pocos tienen que ver con el objetivo que tiene ese grupo.
Cuidemos la comunicación dentro de la Iglesia, para que no nos pase que terminamos por ignorar todo lo que nos dicen y que también nos ignoren a nosotros cuando decimos algo.
7. La jornada mundial de las frases "Cliché"
"Ven a vivir nuevas experiencias", "Jesús te espera", "Conocerás nuevos amigos", "Talita Kum, Joven Levántate", "Una experiencia que no olvidarás".... ¿Te suena todo esto? Es como el cuento de Pedrito y el lobo: lo hemos repetido tanto que ha perdido el valor. Yo no digo que sea mentira, pues de verdad Jesús nos espera, pero estas frases están tan utilizadas en nuestros post, afiches, lemas y todo lo que comunicamos, que ya nadie nos cree.
Es probable que logremos captar más la atención si nos detenemos un poco a pensar y le pedimos al Espíritu Santo que nos sople ideas nuevas y frescas para cautivar a más corazones. Comunica tu experiencia de encuentro más que las frases que has escuchado hasta el cansancio.
8. El que busca peleas con todo el mundo... las encuentra
¿Han visto esas publicaciones que incitan a respuestas agresivas? Está demás decir que no hay nada de buena noticia (evangelización) en ello, solo se busca calentar los ánimos.
Es como si estuvieran moviendo los brazos y ajustando los guantes para pelear. Yo incluso pienso que tienen links guardados esperando los comentarios de los que no están de acuerdo, sobre todo si se trata de temas morales. Esas discusiones que no hacen más que alejarnos los unos de los otros y que no solo aleja a los que discuten sino a todos, no tienen ningún sentido.
Es claro que el rol del profeta es anunciar y denunciar, pero al mismo tiempo debe preguntarse antes de publicar algo: ¿edifica, construye, da esperanza, es una Buena Noticia, quien lo lea recibirá algo de parte de Dios? Quizás, aunque sea verdad lo que quiero compartir, no ayude a nadie.
Este artículo fue publicado en Religión en Libertad el 30 de agosto de 2018