Los días 6, 7 y 8 de diciembre de 2002 tuvo lugar la constitución de la Convención de Cristianos por Europa (CCE), que tenía como finalidad hacerse presente en el ámbito europeo y en el de cada estado, como testigo activo de los ciudadanos cristianos de la Unión que reclamaban que el nuevo tratado, calificado sin demasiada razón de “Constitución europea”, reconociera una obviedad: los fundamentos cristianos de Europa y la importancia de la concepción cristiana en la cultura europea.
El próximo 8 de diciembre se cumplirán 20 años desde que se constituyó la Concenciónn de Cristianos por Europa (CCE) con el objetivo de respaldar a los ciudadanos que exigían el reconocimiento por parte de la Constitución europea de los fundamentos cristianos de Europa y la importancia de la concepción cristiana en la cultura europea.
Los objetivos de la Convención de Cristianos por Europa que se inició en Barcelona fueron promover un proceso de movilización de los laicos y elaboración de contenidos y constituir un marco organizador de encuentro, trabajo, oración y acción conjunta de católicos implicados en la vida pública.
La iniciativa, promovida por e-Cristians, tuvo lugar en la Universidad Abat Oliba-CEU y fue apoyada por el entonces arzobispo de Barcelona, Cardenal Ricard Maria Carles, así como por una activa e inicial participación de la Asociación Católica de Propagandistas. El proyecto, presentado en la Secretaría de Estado gracias a la gestión del Cardenal de Barcelona, fue aceptado como una iniciativa positiva en el marco de la autonomía de los laicos.
En su vigésimo aniversario, la organización convocante de la Convención conmemora el acto de inauguración y a los distintos intervinientes de la misma como Alfonso Coronel de Palma, presidente de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU y presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Monseñor Faustino Sainz de Muñoz , nuncio Apostólico ante las Comunidades Europeas, Monseñor Ricard Maria Card. Carles, arzobispo de Barcelona o el presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol.
Entre los ponentes principales, destacó la presencia de Marcelino Oreja Aguirre, presidente del Instituto de Estudios Europeos de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU y ex secretario general del Consejo de Europa, Cesare Mirabelli, presidente emérito de la Corte Constitucional de la República Italiana, Guzmán Carriquiry, subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos, Manuel Silva, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Catalán Convergència i Unió en el Congreso de los Diputados, P. Thomas Williams, L.C., decano de la Facultad de Teología Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Monseñor Luis Clavell y Ortiz-Repiso, rector emérito de la Universidad de la Santa Croce, Iñigo de Oriol Ybarra, presidente de Iberdrola, Roberto Formigoni, presidente de la Región de Lombardía, y el arzobispo de Tarragona y primado, Lluís Martínez i Sistach.
150 invitados, representación europea, 9 universidades católicas...
A lo largo de un día y medio y en grupos de trabajo, se preparó lo que iba a ser el Manifiesto de Barcelona, que se debatió en plenario, en el que estaban presentes 150 invitados, a lo largo de más de dos horas hasta a su aprobación final. Los participantes pertenecían a movimientos y organizaciones de la Iglesia, académicos profesionales y especialistas, miembros de la Convención Europea, eurodiputados, altos funcionarios de la Unión, del Consejo de Europa, del Comité de las Regiones y del Comité Económico y Social. Responsables y dirigentes políticos de los Estados miembros. Profesionales de la comunicación y de la cultura.
Vale la pena destacar algunas de las organizaciones por su diversidad de orientación en el seno de la Iglesia: el Comité Central de los Católicos Alemanes, las Semanas Sociales de Francia, diversas organizaciones polacas, la Asociación Católica de Propagandistas, la Federación de Cristianos de Cataluña, Focolares, Regnum Christi, Comunión y Liberación, Movimiento de Trabajadores Cristianos, la Unión Católica de Trabajadores y la Acción Social Empresarial. En otro orden, Diputados del Parlamento Europeo procedentes de Francia, España -muchos de Cataluña-, Portugal, Italia, Alemania, Hungría y Eslovenia, así como parlamentarios estatales desde España, Italia, Irlanda, Polonia y Portugal. También nueve universidades católicas de primera fila y una larga lista de fundaciones y grupos más específicos.
El Manifiesto merece ser leído y meditado y, a pesar de los 20 años transcurridos, sigue siendo un texto vivo e inspirador de la acción de los cristianos en Europa.
La asamblea fue clausurada con las intervenciones de Josep Miró i Ardèvol, presidente de e-Cristians, Carles Duarte i Montserrat, secretario general de la Presidencia de la Generalitat de Catalunya, Monseñor Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico en España, Iñigo Montero, presidente del Consejo de Estado, y Ricard Maria Cardenal Carles i Gordó, arzobispo de Barcelona.
También en la clausura se celebró una Misa en la Catedral de Barcelona oficiada por el titular de la diócesis, y culminó con una recepción ofrecida por la Generalitat de Catalunya en el Pati dels Tarongers.
La Convención escogió a un presidente en la persona de Josep Miró i Ardevol, y una comisión de Coordinación, que celebró varias reuniones, una de ellas en la sede de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. En un segundo plenario se celebró la II Asamblea en Cracovia.
Las gestiones con los estados miembros y la Comisión Europea fueron el marco de su actuación, siendo necesario hacer valer la entrega por parte de Josep Miró i Ardèvol y el vicepresidente italiano, Giorgio Salina, junto al grupo de diputados del Parlamento Europeo que coordinaron la iniciativa de 650.000 firmas recogidas de toda Europa. Fue el 10 de diciembre de 2003 en el Palacio Chigi de Roma, dado que correspondía a Italia la presidencia de turno de la Unión Europea.
El acto de entrega fue presidido, por parte italiana, por Gianfranco Fini, vicepresidente del gobierno y delegado por los temas relacionados con la Constitución Europea.