Al llegar Benedicto XVI a Berlín este jueves, sabía que no jugaba en casa, en la católica Baviera, sino en la región más descristianizada de Europa central. El 60 por ciento de la población de la ciudad se declara no religiosa, por no decir directamente atea. Sólo un 9% se declaran católicos, y de ellos los practicantes son una minoría que no llega al 17%. En mayo de 2010 el diario laicista inglés The Guardian la declaraba "la capital atea de Europa".

Teniendo en cuenta la tradición anticatólica de buena parte de la Alemania protestante, los terribles casos de pederastia de décadas pasadas descubiertos en los dos últimos años (aunque no solo en el clero católico, sino también en el protestante y en escuelas laicas de élite), la potente subcultura anti-sistema, homosexualista y anarquista local y la fuerza del "catolicismo disidente" (anti-Papa y anti-Magisterio) en el país, y sabiendo que el alcalde de la ciudad (que va a gobernar por tercer mandato) no solo es gay sino también militante del homosexualismo político, cabía esperar una gran movilización contra Benedicto XVI.

No ha sido así: todas estas fuerzas juntas han logrado reunir 9.000 manifestantes, según fuentes de la Policía berlinesa (nada sospechosas de papistas) citadas por el tampoco sospechoso The New York Times.

Nueve mil manifestantes anti-Papa es una cantidad "discretita" para una ciudad bien comunicada con 3,5 millones de habitantes; 4,4 millones si se cuenta la zona metropolitana Berlín-Brandemburgo.

The Telegraph ha publicado un vídeo con la marcha, con escenas que no impresionarán a los españoles acostumbrados a las multitudes inmensas de las marchas por la vida, por la familia, la libertad educativa o la gran concentración festiva de peregrinos de la JMJ en Madrid.

Con todo, 9.000 manifestantes es lo mejor que ha conseguido sacar a la calle el ateísmo grosero militante en lo que llevamos de pontificado, e incluso de siglo.


Cuando Benedicto XVI visitó Santiago y Barcelona en 2010, el anticatolicismo militante apenas congregó 2.500 personas en Barcelona y 200 en Santiago. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), hay en Cataluña unos 600.000 mayores de 15 años que se declaran ateos. Sin embargo, a pesar de la alianza de 74 entidades laicistas radicales, homosexualistas o directamente cristianófobas, apenas consiguieron reunir 2.500 manifestantes en la Plaza Sant Jaume de Barcelona.


En Galicia, que también recibió a Benedicto XVI, la manifestación anti-Papa no solo hizo el ridículo por pequeña, sino por violenta. Apenas juntó a 200 personas en la Alameda de Santiago de Compostela, según la Policía Nacional. Al intentar salir de la zona para la que tenían permiso, cruzando Porta Fazeira, 50 de ellos (uno de cada cuatro) se enzarzaron violentamente con la Policía.


El 19 de septiembre de 2010 en Londres, a pesar de un mes de bombardeo mediático antipapal en la prensa británica y de convocantes famosos del "nuevo ateísmo" como Christopher Dawkins, apenas acudieron unas 3.000 personas a la manifestación, según la Policía londinense. Hay que tener en cuenta que la muy descristianizada región de Londres tiene 20 millones de habitantes, 7 millones en la ciudad. Todo un pinchazo. En ese sentido, Berlín, con una cuarta parte de esa población, ha sacado tres veces más personas a la calle.


Por último, en agosto, durante la JMJ de Madrid, una alianza de anarquistas, comunistas, grupos homosexualistas, laicistas y antisistema en general consiguió sacar a las calles unas 5.000 personas. De nuevo, España dio la campanada y los anticatólicos recurrieron a la violencia. Las imágenes de laicistas cuarentones gritando a niñas católicas de 14 años dieron la vuelta al mundo. Peregrinos franceses de 17 años presentaron denuncias por acosos y humillaciones en los tribunales madrileños. La prensa internacional ha publicado las imágenes de activistas homosexuales insultando y gritando a chicas de 16 años que rezaban el rosario de rodillas. Incluso atacaron a la Policía: 8 detenidos y 11 heridos, el episodio más violento del laicismo europeo.


La manifestación anticatólica del jueves en Berlín utilizó toda la parafernalia grosera habitual: acusar al clero católico de pedófilo, blasfemar contra la Virgen y Dios, burlarse de la moral sexual católica, disfrazarse de Papa, recurrir a comediantes disfrazados de Hitler, ánimo de injuriar... Igual que en Madrid los laicistas decían protestar solo contra el supuesto "gasto público" en la JMJ, los de Berlín en las ruedas de prensa decían estar solo en contra de la presencia "religiosa" del Papa en el Parlamento (pese a que es un Jefe de Estado invitado por el Jefe de Estado alemán). Pero eso es solo una excusa: los carteles y los mimos de la manifestación de Berlín, como la de Madrid, eran simplemente insultos groseros contra los católicos, su organización y sus creencias.

Sin embargo, al celebrarse en una zona aislada y bien vigilada por la Policía, no se registraron incidentes.

Berlín, capital del ateísmo, heredera de dos dictaduras descristianizadoras (la nazi y la comunista), con un 60% de no creyentes, sacó 9.000 personas a la calle: es el mejor tiro del ateísmo militante. Más no pueden movilizar.