Tiene 70 años de edad, enviudó hace tres años, no habla inglés, sufre lumbago y le duelen las rodillas... sin embargo nada de esto impide a Lolín Toribio, una abuela castellonense que pertenece al Camino Neocatecumenal a dejarlo todo para convertirse en una intrépida misionera e irse a evangelizar a Dallas, en los Estados Unidos.
«El Espíritu Santo sopla donde quiere y hace lo que quiere. A mi me lleva a Estados Unidos y ya está», señala Toribio que cruzará el charco para cumplir con un sueño acariciado por años: catequizar a la comunidad hispana en el país del Tío Sam.
Lolín pertenece desde hace casi 40 años a una comunidad del Camino iniciado por Kiko Arguello y Carmen Hernández. Durante su matrimonio, tanto ella como su esposo, se habían planteado en alguna ocasión ofrecerse como misioneros. Cuando hace tres años quedó viuda, volvió a presentarse voluntaria.
«¿Donde voy yo con 70 años, el lumbago y las rodillas que me duelen? La edad no me la quita nadie, pero tengo una experiencia. Cuando esté ahí, será Jesucristo quien vivirá en mi», afirma con ilusión la misionera.
Cuenta Lolín que ella «era una persona alejada de la Iglesia hasta que recibí la Buena Noticia del Evangelio: que Jesucristo había muerto y resucitado por mis pecados. Y como yo, hay mucha gente que necesita escuchar ese mensaje».
«Me voy porque el Señor me ha llamado. Poderlo dejar todo es gratis, no se trata ni de sacrificio ni de esfuerzos», señala Lolín explicando los motivos de su decisión.
Lolín, que partirá partirá el lunes, se siente apoyada por tosa su familia. Sus hijos y nietos saben perfectamente que, tras años de profundo compromiso, en los que ha estado prestando ayuda a los drogadictos, los presos y los necesitados, este es un reto que ´la abuela´ debe y quiere asumir.