El sábado fue un día especial para Sor Teresita. Se subió en la parte de atrás del vehículo de Don Ángel Moreno, capellán del convento de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal (Guadalajara), acompañada de la superiora, sor María, y se dirigió hacia Madrid para el encuentro más importante de su vida.
La esperaba en la Nunciatura nada menos que el Papa, intrigado por conocer a la monja que más tiempo lleva en clausura del mundo, 84 años, y que entró en ella el mismo día en que nació Joseph Ratzinger. Ha cumplido 103 años y mantiene la misma mirada de inocencia que tenía aquel día de 1927 en que cruzó los muros del convento, para no volver a cruzarlos (salvo fugazmente durante la guerra civil, por razones de seguridad y hasta una casa del pueblo) hasta este 20 de agosto de 2011.
"Rezo por usted todos los días", le dijo la religiosa cisterciense a Benedicto XVI, quien la tomó de las manos y le hizo una señal de la cruz en la frente a modo de bendición.
Sor Teresita "tiene una mente tan lúcida y una capacidad de comprensión tan grande que se mantuvo serena en todo momento", dijo don Ángel. Pero al mismo tiempo, explicó Sor María, estaba "muy emocionada y desbordada" por todas las atenciones recibidas, porque no sólo el ponfíce, sino varios cardenales y personal de la Nunciatura quisieron conocerla y agasajarla. Al Papa "se le iluminaba la mirada" al verla, cuenta la abadesa, y mostró una "especial ternura" en su trato.
Ella, por su parte, le contemplaba también como quien ve cumplido un sueño inesperado. Sor Teresita recibió del Papa un rosario blanco y le obsequió a su vez con un ejemplar del libro que le ha dado fama mundial, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, de Jesús García, donde recoge, en forma de entrevista, diez testimonios de mujeres que se han entregado a Dios como religiosas. Y lo abrió por el último de ellos, el que cierra el texto, el suyo propio, con una larga dedicatoria.