El Papa recibió ayer sábado en Madrid a sor Teresita, que es probablemente la monja que lleva más tiempo de vida contemplativa en todo el mundo: 84 años de clausura en el convento del Císter del pueblo español de Buenafuente del Sistal.
La religiosa, de 103 años, regaló a Benedicto XVI un ejemplar dedicado por ella misma del libro "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?" de Jesús García, que recoge los testimonios de ella y otras nueve monjas de clausura.
Nacida en Forondas (País Vasco, norte de España), sor Teresita (Valeria de nombre civil) ingresó en la clausura el 16 de abril de 1927, curiosamente la misma fecha en que nació el papa.
Esta coincidencia es la que ha permitido que pudieran conocerse hoy, según la dedicatoria, en la que la hermana centenaria asegura con "letra clara" que reza por él.
También incluye unos versos de la oración de san Bernardo para decirle: "mira la estrella, invoca a María".
La religiosa fue recibida por Benedicto XVI en la Nunciatura Apostólica, adonde llegó acompañada por la superiora del convento, madre María, y el capellán, Ángel Moreno, así como otra monja de los Sagrados Corazones.
Tras el encuentro, que duró unos minutos, la monja comentó a sus acompañantes que volvía "muy contenta" por haber podido conocer personalmente al pontífice.
La Nunciatura Apostólica la invitó expresamente a conocer al papa durante su estancia en Madrid para presidir los actos principales de la Jornada Mundial de la Juventud.
Es la segunda vez que estará fuera de su convento, ya que tuvo que abandonarlo durante la Guerra Civil al quedar el pueblo en zona republicana y debió marcharse a otro con algunas compañeras, aunque pudieron regresar un año y medio después.
La "decana" de la clausura mundial fue abadesa entre 1951 y 1972 y luego cocinera hasta los 95 años, momento en que tuvo que conformarse con ser ayudante de cocina, pues las fuerzas le flaqueaban, aunque hoy sigue entre los fogones.
A pesar de la edad, mantiene intactas las facultades mentales y apenas necesita un andador, así que no gasta pereza para levantarse a las cinco de mañana y acudir puntual a sus obligaciones religiosas.
"Me dio miedo entrar. Pero el Señor me ayudó. Yo venía ´zote´, no sabía nada de monjas, pero Él y santa Teresita me ayudaron, y entre ellos se las arreglaron para que no me acobardara", cuenta en el libro de su entrada en la clausura.
Al principio no quería saber nada de monjas, hasta que su padre les preguntó a ella y a su hermana si les gustaría ingresar en un convento, ya que en el campo les esperaba una vida de trabajo duro.