Desde su despacho de la plaza de Cibeles, observa los últimos trabajos de montaje del escenario «La ola», que en apenas 48 horas ocupará Su Santidad el Papa Benedicto XVI.
-¿Por qué se eligió Madrid para celebrar la JMJ?
-La iniciativa fue del cardenal Rouco; él me llamó antes de proponerlo al Vaticano, para preguntar si la ciudad estaba dispuesta y si colaboraría en un acontecimiento tan importante. Le dije que estábamos absolutamente convencidos de que era una magnífica noticia para Madrid, y que comprometíamos nuestro apoyo en el sentido institucional, y también el apoyo logístico y técnico, porque considerábamos que era un acontecimiento que iba a beneficiar de forma extraordinaria a los ciudadanos.
-Ha habido duras críticas porque un gobierno laico participe en un acto confesional. ¿Qué opina?
-La Constitución define extraordinariamente bien cuál debe ser la relación de los poderes públicos con las confesiones en general, y especialmente con la Iglesia Católica, como consecuencia de la tradición histórica y de su implantación mayoritaria entre los españoles. El respeto por cualquier confesión religiosa tiene que estar en el código genético de cualquier responsable público, y también de cualquier ciudadano responsable. Eso significa dos cosas: primero, que todo elemento de agresividad, de hostilidad hacia una manifestación religiosa, sea o no aquella con la que te identificas, supone ya un indicio de intolerancia. Y segundo; la relación de los poderes públicos tiene que ser siempre de ayuda a que esas manifestaciones religiosas puedan tener un desarrollo pacífico. Creo que el papel de las administraciones públicas ha sido exquisito en la preparación de la JMJ. Y ahí quiero incluir no solo al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, sino también al Gobierno de España.
-Pero desde el PSOE han sido especialmente duros.
-Una de las cosas que más me ha sorprendido es el brutal divorcio, el doble lenguaje que se está hablando desde el Gobierno de España por un lado, y desde el PSOE por otro. El Gobierno de España no solo ha declarado la JMJ como un acontecimiento de interés general, con los beneficios fiscales que eso supone y con la obligación, que convoca a las tres administraciones públicas, de ayudar al éxito de su celebración, sino que ha prestado su apoyo logístico y sus propias instalaciones.
Y sin embargo, el PSOE ha levantado una bandera agresiva, impropia de lo que históricamente ha sido una tradición de tolerancia de parte del socialismo español, en relación con la religión. No tiene sentido que el Gobierno de España ceda los espacios del Instituto de la Juventud para alojar peregrinos, y que sus fachadas puedan ser soporte de mensajes de la JMJ, y que el PSOE critique que la Comunidad de Madrid haga en la Consejería de Educación lo mismo que ha hecho el Ministerio de Leire Pajín. Hay una contradicción, un doble lenguaje, que solo se puede explicar por la descoordinación que está atravesando el PSOE.
-¿Qué opina de la manifestación atea convocada?
-Hay que respetar siempre el derecho de manifestación, pero tiene que ser regulado en cuanto a los espacios por los que transcurre y los tiempos en que se celebra, para evitar conflictos. Soy contrario a que se haya autorizado la marcha atea en las mismas fechas y en los mismos recorridos por donde se van a celebrar los actos de la JMJ.Creo que la Delegación del Gobierno debía haberle dicho a los manifestantes que escogiesen otras fechas u otros lugares; la coincidencia me parece un error, y el Ayuntamiento informó en contra del mismo.
-Cuál va a ser el retorno económico de las jornadas en Madrid?
-El primer beneficio para la ciudad de Madrid es, sin duda ninguna, la promoción exterior. Va a haber 4.000 medios de comunicación de los cinco continentes acreditados para cubrir la JMJ. La difusión de la imagen de Madrid en todo el mundo va a tener un retorno extraordinariamente importante. Este no es el motivo que inspira la convocatoria, pero desde luego es algo que tenemos que considerar desde el Ayuntamiento.
-¿Se han cuantificado los beneficios?
-A largo plazo, la JMJ puede llegar a aportar entre 165 y 265 millones de euros al producto interior bruto. Habrá un gasto directo de los participantes de entre 150 y 250 millones de euros. Los participantes inscritos al final podrán alcanzar los 450.000, y van a generar ingresos de 100 millones de euros prácticamente con las cuotas de inscripción que han abonado. Pero como ha ocurrido en todas las precedentes Jornadas, el número de participantes siempre es muy superior al de inscritos: podría ser entre los 700.000, según el escenario más conservador, y el millón de personas. Esta participación adicional dará lugar a ingresos adicionales de entre 50 y 140 millones de euros. En todo caso, se va a producir una aportación directa al PIB de entre 100 y 160 millones de euros que, unido a los impactos indirectos inducidos, sumará ese impacto total sobre el PIB de entre 165 y 265 millones de euros.
-¿Quién se verá más beneficiado?
-Va a haber determinados sectores que van a tener un beneficio directo: por ejemplo, el sector hostelero. Más de 1.600 restaurantes de la región van a participar en el programa que permite alimentar a 400.000 jóvenes, y según anunciaba recientemente la Asociación Hotelera de Madrid, las reservas realizadas alcanzan ya el 60 por ciento de las 70.000 plazas, repartidas en hoteles, hostales y pensiones.
Sin duda, el objetivo de la JMJ y de la visita del Santo Padre, no es de ninguna de las maneras económico, pero cuando se ha abierto un debate sobre cuál es el coste que tiene para las administraciones públicas y para la sociedad, es muy importante que expliquemos a los ciudadanos que la JMJ tiene un retorno económico extraordinariamente positivo, que va a contribuir de manera importantísima a la promoción exterior de la ciudad de Madrid, y que va a ser uno de los factores de generación de empleo más importantes de la ciudad.
-En ocasiones se habla despectivamente de la juventud actual. ¿Esta cita va a mostrar su otra cara?
-Hay en estos momentos una situación que no tiene precedentes en el último siglo, y es que por primera vez los jóvenes piensan que van a vivir peor que sus padres. Por eso, los jóvenes que van a venir a Madrid, lo que van a formular de forma muy rotunda es una mirada exigente, crítica y esperanzada para el futuro. Ahí hay un grito en contra de la resignación, a favor de conquistar el futuro y no a través de una revolución, del conflicto, de la tensión, sino a través de la fuerza que da la juventud.
-¿Teme algún boicot del 15-M?
-No va a haber ningún grito que pueda lanzarse frente a unos jóvenes que vienen abiertos, a escuchar y compartir una ilusión que no excluye a nadie sino que convoca a todos. Todo lo que sean actitudes de ira que se enfrenten a esa alegría sin duda ninguna van a ser derrotadas.
-¿Ha hablado con el Papa?
-No, no hemos tenido ocasión. El jueves le entregaremos las llaves de oro de la ciudad de Madrid en la Puerta de Alcalá, siguiendo una tradición que inició mi antecesor Enrique Tierno Galván, cuando entregó las llaves a Juan Pablo II en su primer viaje a Madrid.
-¿Este es un ensayo de otros acontecimientos internacionales que puede vivir Madrid en el futuro?
-No es un ensayo; es un acontecimiento por sí mismo. Probablemente Madrid tardará muchas décadas en tener un evento de esta dimensión.