La fe se ha apoderado del Retiro. A la alegría y jovialidad que se vive diariamente en este parque madrileño se ha unido la esperanza con la que han desembarcado cientos de peregrinos para «abrir nuevos horizontes y descubrir cómo sienten a Dios en otros lugares del mundo», explica Daniela, una joven italiana que ha llegado de Nápoles.
Hoy comienzan oficialmente todas las actividades del recinto, sin embargo, los preparativos llevan semanas fraguándose. La madre Teresa de Calcuta fundó hace más de 60 años las Misioneras de la Caridad y, ayer, varias de las hermanas, se encargaron de inaugurar las actividades conmemorativas que se han preparado en El Retiro.
A mediodía se realizó la ceremonia de apertura de la capilla que han instalado al lado de la Rosaleda y a donde podrán acudir todos los visitantes que quieran rezar al Santísimo Sacramento. «Hemos escogido el 15 por su valor simbólico –es el día de la Anunciación–», explica el hermano Jorge. Él predica en México y le acompañan cinco sacerdotes más. «Somos Misioneros de la Caridad y venimos de Cuba, Japón, Kenia y Estados Unidos», dice. La eucaristía está teñida de blanco y ribeteada en azul: los colores del hábito de las Hermanas.
La multiculturalidad no sólo se percibe por los diferentes tonos de piel, el intercambio de idiomas –inglés, español y latín– es un ejemplo más de la pluralidad de la Jornada Mundial de la Juventud. «Todos venimos a encontrarnos con Jesús, a ampliar nuestro papel en la Iglesia», afirma el padre Brian, portavoz de los Misioneros de la Caridad. «Los jóvenes necesitan sentir más la fe», añade. A pocos metros de la carpa, numerosos voluntarios preparan los 200 confesionarios donde sacerdotes de todo el mundo asistirán a los feligreses a lo largo de todo el día.
Más adelante, los 68 «stands» de la Feria Vocacional ocupan gran parte del paseo de Carretas. Varias religiosas de la institución San José de Gerona ultiman detalles: «Queremos transmitir nuestro carisma y esperamos que surjan muchas vocaciones», sugiere una de las hermanas. Es una esperanza que se extiende entre sus vecinos. «Queremos demostrar que ser cristiano no es aburrido, por eso vamos a llenar el paseo de música.
Damos testimonio de alegría», afirma sonriente Maximiliano. Su aspecto no lo refleja, pero a pesar de su juventud– no supera los veinte– hace tres años que sirve a Dios. «Recibí la llamada en Tierra Santa, mientras rezaba en Nazaret», explica orgulloso, aunque también reconoce que no toda su familia se alegró de «mi santa locura». Su padre le retiró la palabra durante tres años.
Dos casetas más adelante espera con energía Fray Richard, un religioso venezolano que prepara «un espectáculo único para el sábado. Cantaremos al Señor con ritmos de rap, reggaeton y salsa. Será una ceremonia única », explica. Jóvenes de más de 20 países le acompañarán.