La beatificación de Juan Pablo II, que ha atraído a un millón y medio de fieles, y que ha sido seguida por canales de televisión de todo el mundo, ha constituido un "poderoso regreso" del papa Karol Wojtyla, que de este modo sigue su obra de evangelización desde el Cielo, constata el portavoz de la Santa Sede.
Para explicar cómo ha sido posible este fenómeno, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, cita las palabras del cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario de Wojtyla durante cuarenta años, quien en la vigilia del 30 de abril, en el Circo Máximo de Roma, dijo: "Cuando vi el ataud que contenía su cuerpo sacado de la tumba abierta pensé: ´¡Vuelve a estar entre nosotros!´".
En el editorial del semanario "Otava Dies", el padre Lombardi explica cómo esas palabras del actual arzobispo de Cracovia recogen "los sentimientos que invadieron el corazón de los que estaban presentes en ese momento, y también de aquellos que han querido, una vez más desfilar conmovidos junto a los restos mortales del nuevo beato, en la Basílica, junto a la tumba de Pedro, como sucedió en los días de su muerte".
"Ciertamente, para los creyentes, Juan Pablo II ha seguido siempre vivo y presente, pero no se puede negar que los días de la beatificación han constituido un poderoso regreso en medio al pueblo de Dios en oración y en fiesta", reconoce el portavoz vaticano.
"Por ello han sido días de gracia. Y así compren demos el significado y la importancia de cada beatificación, pero en particular de ésta, en la vida de la Iglesia católica", aclara.
El sacerdote sigue constatando que "entre la multitud que permanecía desde la noche, a la espera de acercarse a la Plaza de San Pedro, había muchas familias jóvenes, con niños nacidos en esta década, niños que ciertamente no han conocido al Papa Karol Wojtyla, pero que son los herederos de las generaciones de ´sus´ jóvenes".
"Juan Pablo II era consciente de que tenía la misión de introducir la Iglesia en el Tercer Milenio y, al final del Gran Jubileo, le dijo a todo el pueblo de Dios: ‘Duc un altum!´, ¡Rema mar adentro! La Iglesia se adentra en el mar profundo del Tercer Milenio, pero sabe que puede contar con el apoyo de un intercesor eficaz, que la invita a no tener miedo", subraya el padre Lombardi.
Y concluye con la súplica a Juan Pablo II que Benedicto XVI improvisó al concluir su homilía en la beatificación: "Sigue sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Tantas veces nos has bendecido. Hoy te rogamos: ¡Santo Padre, bendícenos!".