Para declarar beato a Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI ha apostado por el rigor. Los encargados de investigar escrupulosamente su “vida y milagros” han tenido que documentar hechos concretos que demuestren que fue un santo. Para eso, interrogaron a 114 personas, tanto a favor como en contra de la beatificación.
Para eso, interrogaron a 114 personas, tanto a favor como en contra de la beatificación. Se trata de 35 cardenales, 20 obispos, 11 sacerdotes, 5 religiosos, 3 monjas y 36 laicos, 3 no católicos y 1 judío. Cada uno respondió 129 preguntas. Entre ellos había varios jefes de Estado y políticos, 2 patriarcas ortodoxos, el primado anglicano y una personalidad del mundo judío.
Además, seis historiadores dedicaron 16 meses a reconstruir minuciosamente su vida como hombre, como sacerdote y como Papa.
Con las conclusiones se redactaron tres volúmenes que expertos del Vaticano revisaron antes de proponer al Papa Benedicto XVI que beatificase a Juan Pablo II.
Según el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, "el proceso de beatificación consiste en estudiar la vida de una persona y examinar la heroicidad de sus virtudes, especialmente las tres teologales, fe, esperanza y caridad; y también las éticas y morales de la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza”.
Juan Pablo II sube a los altares sólo 6 años y un mes después de su muerte. A pesar de la extremada velocidad, el Vaticano insiste en que se han respetado escrupulosamente todos los pasos.
“El privilegio para la Causa de beatificación de Juan Pablo II ha sido no tener que estar en lista de espera, porque tenemos cientos y cientos de causas de beatificación pendientes”, precisa el purpurado italiano.
El otro protagonista de este proceso es el sacerdote polaco Slawomir Oder, quien ha dirigido la investigación. Por eso, puede decirse que es quien mejor conoce a Juan Pablo II.
El postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II, el sacerdote Slawomir Oder señala que “él mismo decía que no se puede entender su personalidad desde fuera sino desde dentro. Por eso, la clave de lectura de este personaje es su fe. Fue un hombre de Dios. Esto es lo que mejor le define. Fue auténticamente un hombre de Dios, un hombre que realmente creía, que estaba enamorado de Cristo y de la Iglesia”.
El postulador también investigó el milagro necesario para celebrar la beatificación. Se trata de la curación inmediata e inexplicable de la monja francesa, Marie Simon-Pierre, quien sufría un alto grado de Parkinson. Esta enfermedad le había obligado a abandonar su trabajo como enfermera en la de maternidad de un hospital de Arles, en Francia. En junio de 2005, tras haber pedido a Juan Pablo II una mejora, el Parkinson desapareció totalmente.
“La fama de santidad es una constante en la vida de Juan Pablo II. Cuando estaba vivo la gente lo consideraba un santo. Muchos dicen que han recibido gracias especiales de Dios cuando pidieron a este Papa que rezara por ellos”, señala Oder.
De los 263 papas, sólo 81 son santos y 9 de ellos beatos. El último Papa beatificado es Juan XXIII. Ahora Juan Pablo II se suma a ellos. Para ser declarado santo deberá hacer un nuevo milagro después de la beatificación. Por eso no sirve ninguna de las curaciones extraordinarias señaladas hasta ahora.