Para salir de la situación de crisis cultural que atenaza a Italia, hace falta un renovado sentido de responsabilidad y una nueva generación de políticos católicos. Lo afirma el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), cardenal Angelo Bagnasco.
En una entrevista a L’Osservatore Romano, el purpurado ha vuelto sobre lo anticipado por Benedicto XVI en 2008, durante su viaje a Cagliari, y luego repetido por su secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, informa Zenit.
«La afición por la cosa pública -señaló el cardenal- está disminuyendo y se enrarece cada vez más el consenso en torno al bien común, privilegiando cada uno bienes de pequeño alcance y sin perspectiva ninguna».
«Por esta razón también yo me referí a un “sueño” para evocar una dirección de marcha hacia la que caminar», añadió recordando un mensaje lanzado con motivo del discurso de apertura de la Comisión Permanente Episcopal de enero pasado.
«En la apertura -añadió- me refería a “una generación nueva de italianos y católicos que, aún con las dificultades de la cultura actual y preparándose para estar sensatamente dentro de ella, sientan la cosa pública como importante y alta, en cuanto capaz de marcar el destino de todos, y por ella están dispuestos a dar lo mejor de sus pensamientos, sus proyectos, sus días”».
«Pienso que en torno a este tema neurálgico de nuestra sociedad, que llama en causa al testimonio de la Iglesia, hace falta el concurso activo de todos», subrayó, añadiendo que «como obispos italianos nos empeñaremos en una reflexión específica al respecto».
Respondiendo a la pregunta de si existe en Italia sobre los temas éticos un problema de representación política de las posiciones católicas, el presidente de la CEI comentó que «más que un problema de representación política existe un problema de coherencia personal».
«Creo -subrayó- que cada vez más hacen falta fieles laicos capaces de aprender a vivir el misterio de Dios, ejercitándose en los bienes fundamentales de la libertad, la verdad y la conciencia».
«Como ya dije en la citada apertura de en ero pasado -añadió-, “aumenta la urgencia de hombres y mujeres capaces, con la ayuda del Espíritu, de encarnar estos ideales y de traducirlos en la historia no buscando la vía menos costosa de la conveniencia partidista, argumentada de todos modos, sino la vía más verdadera que despliega mejor el proyecto de Dios sobre la humanidad, y por ello capaces de suscitar al mismo tiempo la admiración de los demás, incluso de quien se mueve por lógicas diversas”».