Gianni Alemanno, el alcalde, dijo que las nuevas parroquias, financiadas con la colaboración del Vicariato de Roma, otras diócesis y donaciones de terrenos del Ayuntamiento de la ciudad, «no serán solo centros de culto, sino también centros sociales para los suburbios de la ciudad». «Somos muy conscientes – afirmó – de que las parroquias son a menudo lugares de encuentro y de identidad en los barrios de la ciudad».
Es difícil imaginar que Roma, una ciudad en la que uno puede visitar una iglesia diferente cada día del año, necesite más iglesias. Pero hay parroquias, como la de Santa María Reina de la Paz en Tor Vergata, un suburbio de la ciudad, que lleva esperando más de ocho años para encontrar un hogar permanente. Ahora sus parroquianos podrán por fin tener uno, dijo Alemanno, una vez se hayan aclarado las complejidades del proyecto.
Pero no todo el mundo está brincando de alegría por las noticias. Los miembros de otras confesiones cristianas y religiones objetan que ellos deberían recibir terrenos, también. Alemanno se ha comprometido, por tanto, a «encontrar una manera de darles terrenos». La pertenencia religiosa, dijo, es un «valor universal», y por lo tanto responder a sus demandas es «siempre un enriquecimiento para la sociedad».
Esta respuesta es característica de Alemanno, que ha sido uno de los alcaldes actuales de Roma más favorables a la Iglesia y a las religiones. Antiguo fascista reformado, ha sido coherente en su apoyo a las preocupaciones de la Iglesia, no sólo en relación con cuestiones prácticas, sino también en sus batallas con el laicismo radical.