Tristemente, cuando se escucha o se sabe que una mujer fue violada y quedó embaraza, incluso en la adolescencia, la «solución» más fácil es «que aborte». Es lo que se promueve y, en la mayoría de los casos, es también el desenlace fatal de hechos de esa naturaleza.

Pero los milagros de amor siguen existiendo y se convierten en historias engarzadas de diferentes personas que pasaron por un contexto como esos, pero cuya respuesta fue preferir la belleza de la generosidad al oscuro mal del egoísmo.


Liliana Rebolledo tiene hoy 33 años. A los 13 fue víctima de una violación y quedó embarazada. ¿Qué sucedió después? Intentó suicidarse. El doctor le dijo que dado que su matriz no estaba desarrollada, él hablaría con la madre de Liliana para que no tuviera al niño. «Yo tuve mi niña a los 13 años, producto de una violación. Me salvó la vida mi hija, haberla tenido en circunstancias tan difíciles. En mi caso nunca fue una opción el aborto, nunca fue considerado. Fue una situación difícil pero ella fue lo que me motivó a seguir viviendo», afirma.

El escuchar los latidos del corazón de su hija, que ahora tiene 20 años, fue lo que la llevó a pensar en que ya no estaría sola, que tendría alguien por quien vivir, alguien a quien cuidar. Sí, mucha gente se burló de Liliana y le decían que la violación la había echado a perder. Pero Liliana no se arrepiente y ha sido ella misma quien contó la historia a su hija.

«¿Cómo es posible –pregunta Liliana– que piensen que estos seres humanos (los no nacidos) no tienen derecho a vivir?». Y agrega: «El problema no es el embarazo. El problema es ¿qué está pasando para que niñas tan pequeñas queden embarazadas a temprana edad?». 

El 19 de mayo de 2010, la cámara de diputados brasileña escuchó uno de los testimonios a favor de la vida más contundentes. Se trataba de la historia personal de la diputada Fátima Pelaes. 

La madre de Fátima sufrió estupro en una cárcel mixta y, habiendo quedado embarazada, decidió rechazar el aborto a donde la avocaban. El fruto de ese acto de valentía ante la propuesta del aborto era Fátima quien claramente dijo a los presentes:«¡Nací tras un estupro, no puedo estar a favor del aborto!».

El testimonio personal de la diputada Fátima Pelaes contribuyó decididamente a que Brasil no despenalizara el aborto este 2010.

Monseñor Víctor Galeone es obispo de San Agustín, Florida. Tiene vida gracias  a que su madre rechazó abortarlo.

Cuando en 1935 la madre de monseñor Galeone, Rita, acudió al servicio social para pedir ayuda, pues sabía que tendría su cuarto hijo y su esposo estaba sin empleo, la trabajadora social le recomendó el aborto. Y algo más: la amenazó con retirarle las ayudas del gobierno, pues en ese momento era tiempo de crisis, en caso de no seguir lo que le decía. Rita recibió el apoyo de su esposo y rechazaron asesinar a su hijo.

Monseñor Galeone escuchó la historia de labios de su madre en 1970, cuando él expresó su deseo de irse como misionero a Perú: «Por primera vez en mi vida comprendí lo que significa el regalo de la vida, y lo precioso que es», declaró el obispo a la revista St. Augustine Catholic.

«Alejandra» será el nombre que tendrá la hija de una niña de 11 años. Aunque la joven madre no fue violada, sí se enfrentó a un embarazo en el momento que menos lo hubiera pensado. Inicialmente su caso sirvió de bandera para grupos a favor del asesinato de niños en los vientres de sus madres e incluso llegó a estar un tiempo con ellas. 

Oriunda del sureste mexicano, la niña está recibiendo apoyo de organizaciones pro vida del Estado mexicano de Quintana Roo. La madre, Zeyda Morales, denunció que el grupo abortista Asociación Pro-Mujeres de Quintana Roo la presionó psicológica y económicamente para que la niña abortara. Ya en buenas manos, esto no sucederá. 

Sin dejar de condenar y reconocer todo el daño que supone una violación, pocos se fijan en la implicación racional del asesinato de un inocente. Algunas organizaciones abortistas se aprovechan de estas situaciones y explotan la parte sentimental para promover el aborto en general. Lo de la violación es sólo un pretexto usado en pro de la política abortista.

Las historias apenas repasadas son ejemplos de amor, de la belleza auténtica del don de sí mismo. A un mal no le debe seguir otro mal; un hijo siempre será un hijo. Y el sólo hecho de poder escuchar de sus labios las palabras «mamá, gracias» vale todo esfuerzo, magnanimidad, valentía y esfuerzo.